Capítulo 8

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El clan de las chismosas no sabía nada acerca de ese tema. Estábamos por marcharnos cuando un señor, el más viejo del pueblo, nos hizo un gesto para que ambos nos aproximáramos a él. Llevaba vestido unos pantalones de traje, dejando a la vista que su masa muscular no era demasiado elevada, una camisa a cuadros y sus zapatillas de casa. Sus ojos verdes eran tapados por unas gafas no muy anchas. Tenía unas profundas arrugas por toda su piel que hacían fácil que identificaras la edad del sujeto. Cuando estuvimos cerca, se movió, alejándose de la multitud para que no lo escucharan, mientras nosotros seguíamos detrás de él.

―Sabrina Ferrero, es la mujer a la que buscáis―Dijo con un tono dulce―La historia me la contó mi madre, Sabrina llegó a la plaza del pueblo gritando sobre unas notas y un símbolo. Todos en el pueblo la tomaron por loca, incluso la policía se rio de ella. Dicen que las constantes burlas hicieron que la mujer se mudara a una casa en medio de RedWillow, en lo más profundo del bosque.

― ¿Sabe más o menos donde estará ese domicilio? ―Preguntó Marcus.

―Nadie lo sabe, dicen que solo venía al pueblo por comida, no hablaba con nadie, se distanció de su familia y sus amigas. Lo último que se supo de ella fue su ingreso en el hospital. Unas semanas más tarde ya habían celebrado su funeral.

― ¿Nadie la creyó? ―Pregunté.

―Había alguien, una señora en el pueblo, decía constantemente que la historia se repetía, nadie supo a que se refería―Mire por un segundo a Marcus, eso coincidía con los registros, la misma historia se había repetido, al perecer yo era la tercera―Pero esa señora era muy mayor y todo el mundo decía que había perdido la cordura tras la muerte de uno de sus hijos, por lo que su argumento nunca fue contemplado.

―Entiendo―Dije mientras asentía, dando a entender que prestaba atención a cada palabra.

― ¿Y por qué preguntáis sobre Sabrina? ―Habló el señor con duda.

―Es un trabajo de clase, suspendí una asignatura y me dejan hacer esto para aprobar―Mentí con una sonrisa.

El señor asintió, confiado, y se fue lentamente hasta donde estaba antes de hablar con nosotros.

Agarre a Marcus y empecé a caminar lejos, hasta un callejón al que nadie nos había visto entrar.

―Se te está volviendo costumbre llevarme a callejones agarrándome del brazo―Comentó con una expresión sarcástica.

―Marcus White, quita esa estúpida expresión de tu cara y concentrarte en lo que es en verdad importante―La cambio a una de falsa seriedad y yo lo mire mal.

―Sabrina vivía en el medio del bosque, bien, vamos de excursión al medio de RedWillow y buscamos una casa. Fácil.

―Estúpido. Nada sospechoso meternos en el bosque, desaparecer por unas horas para buscar una casa que nadie conoce y volver a la hora de cenar―Hablé con sarcasmo.

―Al igual que meternos cada dos minutos en un callejón.

―No es sospechoso si nadie te ve.

―Exacto, solo debemos ir por un lugar en el que nadie nos vea. Les decimos a mis padres que me vas a dar una excursión y listo, además tus padres no volverán hasta dentro de unos días.

Odiaba que tuvieran la razón usando mis argumentos. Sin duda Marcus me molestaba de vez en cuando, no es que lo que dice no tiene lógica, pero a mi orgullo le dolía que White ganara en una discusión. Aún así no tuve más opción que seguir su plan. Fuimos a su casa y convencimos a sus padres para que se creyeran lo de la excursión. Cuando salimos de allí preparamos una pequeña mochila con lo que necesitaríamos: agua, linternas, unas bolsas por si necesitábamos llevarnos algo y poco más.

Salimos del pueblo rodeándolo hasta que llegamos a un lugar en el que nadie nos vería y cruzamos la carretera hacia el bosque. Aún no era de noche, pero en un par de horas oscurecería.

Empezamos a cruzar entre los árboles, se sentía un poco de humedad en el ambiente y cada paso que dábamos la vegetación se hacía más contundente. Me sentía como en una película de terror, películas en las que, en cuanto el protagonista se da la vuelta, algo lo ataca. La tensión era palpable y se cortaba con un cuchillo. Marcus iba cubriéndome las espaldas mientras yo lo cubría de frente. Pasó un buen rato, no sé si horas o minutos, pero empezaba a oscurecer cuando encontramos algo que nunca antes había visto.

Ante mis ojos veía el paisaje más bonito del mundo. Las hojas de los árboles eran de color rojo, al igual que toda la vegetación. Hierba, flores, plantas, todo de ese color. Incluso algunas pequeñas aves e insectos. Pude distinguir que esta parte del bosque seguía a varios kilómetros a la redonda.

―Mira ahí.

Marcus señalaba una casa prácticamente en ruinas. Construida en madera, parecía que por ella solo había pasado el tiempo. Todo estaba en su sitio. Desde las ventanas se podían ver fotos, muebles, chaquetas y bufandas colgadas en un perchero... Subimos los dos escalones del porche y entramos a la casa. Yo me dirigí a la cocina y él se dirigió a lo que parecía un salón. Rebusqué por todos lados y no encontré más que algún trasto. 

Me fijé en la pared y había unas fotos clavadas en un corcho junto a algunas notas. Las leí todas una por una. Ninguna información relevante. Salí al pasillo y me encontré con Marcus, quien me dijo que había encontrado una pila de papeles con una apariencia antigua. Los guardó en la mochila y fuimos hacía la habitación en donde, después de buscar un buen rato encontramos más papeles, notas, cartas...

Fui al baño, era lo último que teníamos que mirar antes de salir. Marcus se quedó en la puerta burlándose de que estuviera revisando en el baño. Me di cuenta de que había una baldosa en la pared de un color ligeramente más oscuro y llevé mis dedos hacia esa dirección. Cuando mis yemas la tocaron, cayó al suelo dejando a Marcus un segundo callado y yo vi que detrás de la baldosa existía un agujero que escondía algo más, algo que jamás esperé ver.

Saqué el objeto, formando un silencio entre los dos. No era la primera vez que la tenía en mis manos. Si una tan antigua, pero parecía funcionar perfectamente. Era una pistola Steyr semiautomática del siglo XX. Conocía a la perfección la mayor parte de las armas del mundo, cortesía de la afición de mis padres.

―Al parecer le iba la marcha―Dije hacia Marcus con una expresión de sorpresa.

El bosque Rojo [Amazon Y Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora