Capítulo 4

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Llegamos a la casa White y toqué la puerta. Mi curiosidad por conocer a los vecinos me llenaba de adrenalina. Cuando esta se abrió pude ver a la mujer antes descrita por Mario con una enorme sonrisa. Miré el interior de la casa, era una casa de planta abierta. Tenía una cocina con una isla enorme en el medio de ella. En el salón había un gran sofá con una enorme televisión, mesita de centro y algunos sillones. Me fijé en las escaleras que subían a la planta en la que supongo, estarían las habitaciones. Toda la casa decorada en colores grises, negros y blancos; con alguna que otra planta que le daba el toque perfecto a la casa.

―Scarlett Fiore, vivo a unos minutos de aquí―Dije mientras ofrecía mi mano a la Sra. White.

―Encantada, Rachel White, este es mi esposo, Christian White―Comentó mientras ella y su marido, que acababa de aparecer en la puerta, me estrechaban la mano.

—Es la hija de los empresarios que os he mencionado antes―Dijo Mario en un intento de susurro.

―Un placer conocerte Scarlett, lástima que nuestro hijo Marcus no esté en casa, acabamos de llegar y no conoce a nadie, además vosotros parecéis muy amables―Aseguró Christian.

―En algún momento lo conoceremos, este pueblo es pequeño.

―Que disfrutéis del día, nosotros volveremos con las cajas de la mudanza―Se despidió Rachel.

―Adiós―Dije mientras ellos cerraban la puerta.

Empezamos a andar en silencio, lo suficiente como para que no nos escucharan, hacia el puesto de helados de la plaza central. Aunque era domingo y las tiendas estaban cerradas, todos los fines de semana venía una pareja de jubilados que nos vendía ese frío manjar hecho a mano en el centro de RedWillow.

―Son muy amables, me han caído bien―Hablé mientras esperábamos en la cola del puesto de helados.

―Lo sé, son unos amores. Su hijo Marcus sigue sin aparecer, pero si los padres son así su hijo tiene que ser tan agradable como ellos.

―Supongo que lo conoceré en la cena.

― ¿Que cena? ―Preguntó Mario.

―Dame uno de chocolate y otro de vainilla―Le dije a Peter, el señor que me estaba atendiendo.

Pagué los dos helados y me dispuse a caminar hasta un banco cercano a donde nosotros estábamos.

―La cena que mis padres hacen cada vez que unos nuevos vecinos vienen al pueblo, ¿has olvidado la de tu familia?

―Lo había olvidado, pero tus padres aún no conocen a los White.

― ¿Y?, sabes que cuando se enteren los invitarán, hoy, mañana... Pero lo harán.

Nuestra conversación continuó mientras comíamos nuestros dulces. Escuchaba algunas conversaciones ajenas, parecía que los vecinos nuevos eclipsaban a Alice y su misteriosa desaparición. Nosotros habíamos acabado nuestros helados mientras caminábamos y hablábamos de todo un poco, la rosa de Carlo, la desaparición de Alice y los nuevos vecinos hasta que nuestra conversación se vio interrumpida por un cuerpo chocando contra el mío. Levante la vista, nunca había visto a este chico, supuse que sería Marcus White, tenía los ojos verdes y las cejas pobladas, el pelo castaño de color marrón, rizo y la mandíbula marcada. Llevaba una chaqueta de un material parecido al cuero, una sudadera negra y unos pantalones del mismo color. Me fijé en mi cuerpo, al parecer el sujeto tenía un café con hielo en su mano el cual terminó encima de mi ser.

―Imbécil, fíjate por donde vas.

―Relájate tormenta―Dijo con una sonrisa arrogante―Tienes que perdonarme, soy nuevo y no conozco el pueblo―Se disculpó de manera sarcástica mientras seguía caminando.

― ¿Tormenta? Entonces él es un meteorito que arrasa con todo a su paso― Solté enfadada.

―Buena suerte cuando cenes con él y su familia.

―Es que ¿Cómo pueden ser unos padres tan amables y un hijo tan desagradable?

Estaba enfadada, cuando alguien nuevo viene al pueblo, cosa que no pasa desde hace mucho, suelo hacerme amiga de los nuevos, como Emma e Isabelle Robin, unas parisinas que tienen familia en RedWillow.

Ellas son unas hermanas que vienen de vacaciones al pueblo. Solían venir en la primera semana de julio en verano y en las finales de diciembre en invierno. Emma, la mayor, era de cabello marrón y ojos de un color canela, la última vez que la vi tenía en pelo a la altura de los hombros. Isabelle era todo lo contrario, pelo rubio y largo, con unos ojos verdes claros. Cada una había heredado la belleza de cada progenitor. Emma de su madre e Isabelle de su padre.

Estuvimos toda la tarde dando vueltas por RedWillow, hablando de todo un poco, hasta que dieron las ocho y Mario se despidió de mí, lo había llamado su padre Alex para hacer una noche de pizza y películas con su otro padre Adriano. Era una gran tradición desde que era pequeño, nunca habían roto una noche "P&P". Caminé durante unos minutos rumbo a mi casa, pensando en las cosas que haría al llegar a casa. ¿Mis padres? No volverían hasta tarde. ¿Mi hermana? En un campamento. Sola. Pensé que podría ver alguna película, pero recordé mi lectura a medias y decidí continuarla.

A las diez y media la puerta de casa se abrió, mis progenitores entraban por ella con una sonrisa. Traían dos bolsas de papel llenas de comida que tomaríamos en pocos minutos. Nos sentamos en la mesa y empezamos a hablar, hasta que comenté algo acerca de los vecinos.

―No sé si lo sabíais, pero en la casa al lado de Mario se ha mudado una familia.

―No tenía ni idea, ¿los has conocido? ―Dijo mi madre curiosa

―Mario me ha obligado, parecen majos.

―Tocará hacer la cena de bienvenida cariño―Se dirigió mi padre a mi madre.

―Cuantos son?

―Tres, Rachel, Christian y su hijo Marcus.

―De acuerdo, mañana tendremos que ir a Térmoli, pero por la tarde nos pondremos a cocinar. Irás a avisarlos tú.

Terminamos de cenar y me tocó lavar los platos, finalicé mi tarea y subí a mi habitación. Cogí un pijama corto, de color rojo, formado de dos piezas. No tenía sueño en verdad, cogí el libro por donde lo había dejado y continué la lectura. Estaba terminando el libro y los misterios poco a poco se resolvían. Cuando estuve más cansada dejé el libro a pocas páginas del final y, mientras me metía entre las sábanas, el tema de la cena recayó sobre mi mente.

«Genial», pensé. Cenar con Marcus White, el meteorito. Lo poco que he conocido de él, dos frases para ser exactos, es que parece bastante sarcástico. Tampoco puedo odiarlo, he cruzado unas pocas palabras con él, quizás solo quería deshacerse rápido de mí. Supongo que tendré que hacer un reinicio. ¿Marcus White? ¿Quién es él?

El bosque Rojo [Amazon Y Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora