Cuando abrí los ojos no me moví en lo absoluto. Estos se fijaron en las pegatinas con forma de estrellas en el techo, dibujando con líneas imaginarias constelaciones inexistentes sin pensar en nada más. Tiempo después los ligeros toques de mi madre en la puerta me devolvieron a la realidad. La abrió y me preguntó si me encontraba bien, mientras se sentaba a mi lado y ponía su mano en mi frente, comprobando mi temperatura.
―Estoy bien, simplemente he puesto mi mente en pausa. Han pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo―Dije con voz calmada manteniendo mi mirada en el techo.
―Lo sé cariño, pero nosotros tenemos que ir a Térmoli para prepararlo todo. Cualquier cosa y estaremos aquí para ti―Habló con una sonrisa para levantarse de la cama y dirigirse a la puerta.
La fiesta de aniversario de la fábrica, claro. Esa sede a pocos minutos de RedWillow cumplía veinte años desde que abrió por primera vez sus puertas. Mi madre tenía veintidós y mi padre veintitrés cuando esto sucedió, dos años después fue cuando nací yo, el 13 de febrero de 2001. A veces me dicen que al nacer les traje mucha suerte, unos días después firmaron el contrato que hizo que empezaran a expandirse. A la celebración solía ir con Mario, desde que era pequeña. Esas fiestas eran un rollo sin nadie de tu edad para divertirte.
Ni siquiera me despedí de ella cuando cerró la puerta, pero su interrupción hizo que mis pensamientos se focalizaran en todo lo que pasaba relacionado a las personas responsables a los asesinatos y en la reunión en unas horas. Y, sin poder evitarlo, por mi cerebro pasó la imagen de Marcus.
Últimamente su ser se hacía presente en cada momento de reflexión. Supuse que era normal, habíamos cometido ilegalidades juntos, se empezaba a crear un vínculo entre nosotros. Lo que en ese entonces no sabía era que aquel chico de ojos verdes se había instalado en el castillo de su muralla y sería casi imposible sacarlo de allí.
Y, pensando en el rey de Roma, empecé a escuchar el tono de llamada y en la pantalla se veía su nombre.
―Buenos días tormenta―Dijo Marcus con una voz feliz.
―Ayer encontramos el cadáver de una niña de cinco años como si fuese una muñeca de trapo y hoy tengo una reunión con sus asesinos, y tienes esa voz ten alegre. Increíble―Suspiré mientras rodaba los ojos.
―Tenemos―me corrigió―y mi cerebro piensa en presente. Vamos a asistir a una reunión con unos asesinos fanáticos del ajedrez. Por cierto, ¿Dónde se sitúa A1?
―No vas a venir conmigo, Marcus.
―Vas a reunirte con asesinos―Habló remarcando la última palabra―Por supuesto que voy contigo.
―Marcus, no sabes ni siquiera agarrar un arma de fuego, tampoco sabemos si tienen armas, ni cuales, ni cuantos son... no sabemos nada, no voy a ponerte en peligro.
―En algo estamos de acuerdo, y no voy a dejar que vallas sola, tormenta―Negué mientras una sonrisa se hacía presente en mi cara―Ahora, ¿Dónde está A1?
Suspiré antes de hablar―Es la zona de la playa al lado de mi casa, ahí nunca hay nadie, perfecto para que nos maten sin levantar sospechas.
―Y ahí está de vuelta mi querida Scarlett, nos vemos más tarde―Se despidió para después colgar.
Me puse las zapatillas de casa y bajé a desayunar. Vi que mis padres habían dejado algo para comer así que simplemente me senté y empecé a degustar. Revisaba mi teléfono cuando una llamada procedente de Mario apareció tapando el contenido de mi pantalla.
―Espero que no me mates―Dijo nada más iniciar la conversación.
―Empezamos bien, ¿Qué has hecho?
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El bosque Rojo [Amazon Y Librerías]
Mystery / ThrillerRedWillow, aparentemente el típico pueblo que nadie conoce, que solo aparece en los mapas por casualidad, tan apartado de la sociedad que las leyendas y mitos fantasiosos son más frecuentes que la gente mayor yendo a misa un domingo; y otros mitos q...