Capítulo 13

62 9 16
                                    

Me habían levantado temprano para prepararme para la fiesta. Me miraba al espejo mientras terminaba con mi maquillaje. Llevaba puesto un corset de encaje negro, una chaqueta de traje roja junto con sus respectivos pantalones y unos tacones negros. Lo decoraba con un reloj de oro y unos collares del mismo material. Tenía un maquillaje simple, rímel y un pintalabios a juego con mi ropa. Hoy celebraban el aniversario de la fábrica y debíamos llegar los primeros para dar la bienvenida a los invitados.

Bajé las escaleras hacia mi salón viendo a mi familia vestida para la ocasión. Mi madre vestía un vestido azul claro con flores bordadas en la parte más baja, cerca de las rodillas. Mi padre llevaba un traje negro con la camisa a juego con el vestido de mi madre y mi hermana llevaba un vestido rosa. En ese momento mi casa tenía un ambiente de elegancia digno de alguna revista.

Cuando salimos estaba Jack esperándonos en la puerta con una limusina negra. Jack era el chofer y consejero de mi familia. Él era un señor de unos sesenta años con el pelo gris. Siempre vestía una camisa blanca junto con unos pantalones de traje negro y una corbata del mismo color. Él llevaba años siendo amigo íntimo de la familia. Amaba acompañar a mi madre en los viajes internacionales y a mi padre en reuniones de las fábricas.

Nos montamos en la limusina e iniciamos el trayecto hacia Térmoli. En el camino estuve hablando con mi hermana sobre las anécdotas del campamento. Anna aún estaba triste por la muerte de Alice, era normal, solo habían pasado dos días desde aquel incidente, pero siempre trataba de distraerla preguntando por sus vacaciones. Una vez allí vi a los trabajadores portando prendas elegantes. El lugar estaba decorado con luces neones de todos los colores y mesas con bebidas y aperitivos. Por las paredes había un cartel felicitando por los 20 años. En el lugar se respiraba un ambiente de felicidad.

Tiempo después los invitados entraban y la música empezaba a sonar. La gente comenzaba a servirse bebidas, comer los aperitivos y bailar al ritmo de las canciones que ponía el dj. En una esquina divisé a Mario con Diana, hablando y riendo. Ellos hacían buena pareja, los veía disfrutar mientras bailaban con las sonrisas en sus caras. Mi mente divagó, no había un segundo en que mi mente dejara de pensar en todo lo que pasaba a mi alrededor, buscando alguna salida a cada uno de los problemas que teníamos encima.

Al estar distraída no me di cuenta de que la canción que empezaba a escucharse era un vals y las personas empezaban a dividirse en dúos ni tampoco me di cuenta de que alguien se acercaba por la espalda.

― ¿Me concedes este baile, tormenta? ―Dijo Marcus mientras extendía su mano hacía mí.

Lo miré a los ojos por un segundo para después asentir. Entrelacé nuestros dedos e iniciamos un vaivén al ritmo del sonido. Mirándonos a los ojos.

Acercó su cabeza a mi hombro― ¿Y vas a decirme lo que había en esa caja? ―Habló entre susurros cerca de mi oreja.

―Era un papel, una carta, escrita en runas vikingas.

― ¿Y qué decía?

―No lo sé, aún no lo he traducido. Lo llevo en el bolsillo interior de la chaqueta.

― ¿Has traído la carta de unos asesinos a una fiesta en la que está todo el pueblo? ―Preguntó con una sonrisa.

―Estas fiestas suelen ser un rollo. Sígueme.

Lo llevé a unos despachos aprovechando que todas las personas estaban entretenidas. Aquella sala tenía todos los muebles de madera oscura, con algunos sofás rojos. Decorada en ambos colores.

Puse la carta sobre la mesa y busqué por las estanterías de la sala por si había algún libro que tratara de runas. Pero no encontré ni siquiera un documento que me ayudara a traducir la carta. La única opción restante era buscar en internet.

Nos pusimos a trabajar en ello. Pasaron pocos minutos cuando la puerta se abrió dejando ver al chico que acompañaba a Marcus el día de la muerte de Alice. Tratamos de esconder rápido los papeles, pero su voz hizo que dejáramos lo que estábamos haciendo.

―No os preocupéis por esconderlo―Dijo con voz vacilona.

― ¿Quién eres? ―Pregunté

―Mike White, encantado―Habló mientras estrechábamos la mano.

―No sabía que Marcus tenía un hermano, y mucho menos que fuese alguien tan cotilla ―Expresé con tono sarcástico, pero con una sonrisa inocente.

―Ya entiendo porque te llaman tormenta.

Rodé los ojos― ¿Necesitas algo?

―Solo quería deciros que no necesitáis esconder lo que sea que estéis haciendo.

― ¿Vas a decir lo que sabes o vas a seguir haciéndote el misterioso?

―Bueno, no sé exactamente lo que estáis haciendo. Lo único que sé es que no es normal que os veáis a solas con alguien vestido con túnica negra y máscara de calavera.

No me esperaba que el hermano de Marcus, al cual acababa de conocer, me hablara sobre el asunto que habíamos tratado el día anterior.

―Al parecer es tradición de los White verme mientras hago cosas sospechosas―Dije molesta, pero manteniendo la extraña sonrisa.

Mike frunció el ceño y miró a su hermano―Lo mío no fue sospechoso, literalmente estabas...

Lo interrumpí―Marcus―Hablé levantando un poco la voz.

―Creo que me interesa esa historia―Expresó Mike.

―Y yo creo que no vas a saberla―Comenté con la sonrisa inocente.

―Os he visto en la playa, ¿Qué debo pensar?

―Supongo que te quedarás con la duda.

En ese momento escuché unos pasos acercándose a la puerta. Mi mente comenzó a pensar escusas. Fui hacia Mike, lo agarré por el brazo y lo senté en los sillones rojos que estaban en una esquina. Marcus se posicionó al lado de su hermano y yo corrí a guardar la carta en el bolsillo interior de la chaqueta.

―Scarlett, ¿Qué hacéis aquí? ―Interrogó mi madre.

―Mamá te presento a Mike, es hermano de Marcus―Traté de cambiar de tema―Estaba hablándome de su vida.

―Encantada, Bianca Fiore―Dijo mi madre mientras extendía su mano hacia él―La gente se está yendo, coged vuestras cosas y nos vamos.

Cuando se fue agarré mi dispositivo y me dirigí a la puerta, pero, antes de poder despedirme, Mike habló:

―Ocultas una carta a tu madre, parece mucho más sospechoso. Me pregunto, ¿Qué más voy a descubrir?

―Espero que nada―Miré a Marcus―Ni se te ocurra abrir la boca.

― ¿Crees que voy a hablar? ―Preguntó indignado.

―Te conozco desde hace una semana, a él lo acabo de conocer, no sé nada sobre vuestra relación. Además, sabes que tengo problemas para confiar en las personas.

―En mí sí confiaste―Declaró con una sonrisa.

―No hagas que me arrepienta―Dije, alcé una mano y moví los dedos en señal de despedida, guiñé un ojo hacía él y salí por la puerta.

Me alejé del despacho con ritmo firme, llegué a la limusina, me despedí de los padres White y nos dirigimos rumbo a casa, con la carta a medio traducir.

El bosque Rojo [Amazon Y Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora