[24]

554 46 7
                                        


Joaquin se retorció. El dildo estaba casi hasta al fondo, golpeando donde tenía que golpear.  Él gimió, arqueando la espalda. 
                   
-¿Sabes cuantos consoladores tienes, Joaquín?  -le estaba preguntando Emilio, metiendo mas profundo el dildo.  Los pensamientos de Joaquín eran confusos.
                   
-N-no .. –consiguió murmurar, esperando al menos un descanso por su respuesta sincera. 
                   
-Bueno, pues han estado todos dentro de ti.  ¿No te acuerdas de verdad? Haz memoria, Joaquín. Hazme una lista. No voy a parar hasta que lo hagas.- Joaquín se retorció más, arqueando la espalda. Tenía que ordenar sus pensamientos en una línea lógica.  Empecemos por la mesilla. Había cuatro en el cajón de la mesilla, y ¿en las cajas? Llenaban una caja y media. 
            
-El morado s-suaviAh!  Suave, e-este, el q-que tiene las ve-veniAh!  as ... –balbuceó, intentando controlar sus gemidos. Emilio empujó el vibrador más profundo. Joaquín no podía verle, pero probablemente tenía una sonrisa maligna en la cara. 
               
-Oh, Joaquin, vas tan despacio ... Si sigues así no voy a parar nunca.  Date un poco de prisa.  ¿O es acaso que no te acuerdas?  Aw, un pequeño ninfómano, tan obsesionado con el sexo que ni siquiera recuerda sus propios juguetes ... Los he probado todos contigo, uno a uno, para ver que te parecían.  Nunca uso ningún juguete sin tener una sesión de prueba primero.  ¿Y tú tiras todo mi esfuerzo a la basura? -Emilio le agarró una pierna, sujetándole y forzándole a doblarla. Haciendo esto, tenía una visión más clara del maltratado agujero de Joaquín, que estaba goteando lubricante - ¿De que sirve que yo esté enseñándote uno a uno los juguetes si tú ni siquiera recuerdas cuales son tus dildos?  ¿No te da vergüenza?- Joaquín gimió más fuerte, notando las vibraciones revolverle por dentro, el pistón golpeando su punto dulce, y los relieves eran lo peor de todo. Intentó continuar la lista. 
                   
-¡A-ah!  ¡El-el de ten-tentiah ..!  tentáculos .. ¡Agh!  ¡E- el que gi-gira iah!– Emilio le interrumpió. 
                 
-El que gira. Qué descripción tan inexacta, Joaquín. ¿Sabes el número exacto de cosas que tienes? Tienes treinta y dos consoladores, de los cuales veinte vibran. Tienes ocho juegos diferentes de esposas. Tienes dieciseis mordazas. Tienes tres arneses inmovilizadores que nunca usas.  Puedo seguir y seguir, y la lista seguiría un rato más hasta acabarse. Parece como que no quieres que pare ... Si eso es lo que quieres, yo no tengo ningún problema -dijo, con un tono diavólico. Joaquín no podía aguantar mucho más. Emilio le había quitado la sonda, pero le había prohibido correrse. Joaquín odiaba eso. No solo se le daba fatal, si no que además Emilio siempre infravaloraba el placer que le provocaba.  Parecía estar diciendo "venga, no es para tanto" en cada momento, pero SI era para tanto. 
                  
-A-Amo, dejame correrme ... –suplicó Joaquín.  No podía aguantar más.  Su Amo rió, sacando el juguete de golpe.  Sentirse vacío, durante unos segundos, incomodó a Joaquín. 
                   
-Córrete –le ordenó Emilio, y esa fue la ordén que Joaquín cumplió con más gusto en toda su vida. Mientras él disfrutaba de los segundos post-orgasmo, Emilio le quitaba las esposas. Le cogió en volandas, cosa que pilló desprevenido a Joaquín, y momentos después le dejaba caer sobre el frío suelo de La Habitación. -En cuatro- le ordenó de nuevo. Y Joaquín obedeció de nuevo.  Notó como Emilio separaba sus nalgas e introducía un pequeño objeto en él. Joaquín lo reconoció al instante.  Era un pequeño vibrador, de apenas el tamaño de un dedo pulgar, con un pequeño cable de unos quince centímetros que sobresalia para poder sacarlo.  En la punta de ese cable había un receptor que se conectaba por bluetooth a un mando que tenía Emilio. -Mh, ¿dónde está ese punto? -canturreó este para sí mismo, mientras movía el vibrador con sus dedos dentro del trasero de Joaquín, buscando su punto g. Joaquín soltó un leve gemido cuando tocó un punto en concreto, revelando su posición -. Bueno, cariño -dijo su Amo, sacando sus dedos de dentro de Joaquín pero dejando el vibrador en su sitio -, hay algo nuevo en esta habitación.  Algo que antes no estaba. Ese es el nuevo juguete que usaremos hoy, encuéntralo.                           
               
-¿Cómo?  –Preguntó Joaquín, de una manera bastante insolente. Emilio ignoró la arrogancia en su voz. 

Sugar Master || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora