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Louis, con sus artes conversadoras, había conseguido volver a disolver la seriedad del ambiente. En esos momento hablaban sobre sus dinámicas de pareja.
                
-Louis se desata completamente en las sesiones. Se veulve una bestia. Suplica por más, me lame los zapatos sin que yo se lo pida. Y en los aftercares vuleve a estar tranquilito y super chill. Es sorprendente –estaba contando Harry. Louis rió.

                   
-No me hagas empezar a hablar de cómo cambias tú en las sesiones, señorito –replicó.

Joaquín sonrió. Louis no parecía la clase de persona a la que le gustaba que le pegaran. Y Harry no parecía la clase de persona a la que le gustaba pegar a su pareja. Aunque, si lo pensaba un poco más, Emilio no parecía tampoco esa clase de persona, ni él mismo.

                   
"Hay degenerados camuflados en todos los ámbitos", solía decir Emilio, bromeando. El telefonillo sonó, y otra vez, y otra. Cuatro veces en diez segundos. Emilio, confundido, sacó su móvil y abrió la puerta.
                   
-Quién será... –dijo para sí mismo. El timbrazo había cortado la conversación, y ahora todos esperaban a que entrase el visitante misterioso. Y Diego Valdés prácticamente irrumpió en la casa.
                 
-¡Emilio! –le llamó, deseperado -¡Perdón por venir tan tarde, no sabía a donde más ir!
                   
-¿Diego? – Emilio y Harry se levantaron al mismo tiempo. Diego estaba hecho un mar de lágrimas, su ropa estaba revuelta, y su pelo (normalmente impecablemente peinado) estaba revuelto. Se abrazó a Emilio, mojando el hombro de su camisa con lágrimas.
                 
-Azul ha cortado conmigo... ¡Se ha ido! Azul... -balbuceó. Joaquín también se levantó al oír eso. ¿Azul había cortado con él? ¿Por qué? "Te gusta Joaquín. Estás enamorada", recordó las palabras de Emilio, y bajó la cabeza.
                  
-¿Te dijo por qué? –preguntó Harry, acariciando su espalda para consolarle. Diego asintió, levantando la cabeza, y sacó un sobre abultado de su bolsillo.
                   
-Llevaba unos dias sin verla, y hoy me he encontrado esto en mi puerta. No tiene sello ni nada, lo ha dejado ella.- Asintiendo, Emilio cogió el sobre. Diego se había calmado un poco al encontrar unos brazos amigos. Dentro del sobre, había varias hojas dobladas por la mitad. Una intrincada pero estilizada coligrafía cubría las páginas.
                 
-¿Quieres que la leamos? –le preguntó a Diego. Este asintió, sentándose junto a Louis en el sofá y empezando a embutir nachos con guacamole en su boca. Emilio, se sentó (al mismo tiempo que Joaquín), cogió aire y empezó a leer.
                   
-"Querido Diego, quiero que sepas que nada de esto es tu culpa. Fuiste maravilloso como novio y como amante (aun que claro, tienes margen de mejora. A veces eras un poco insoportable, y deberías dejar de hacer "eso" cuando estés en la cama con una chica. Sabes de qué hablo). No es por ti, pero tampoco es por mí. Es por Joaco. Desde hace mucho tiempo me gusta él. Siento informarte que fuiste mi desahogo sexual, puesto que nunca me has gustado de verdad. También lo siento si te he hecho daño, no fue mi intención..." –Diego le cortó.
                   
-Puedes saltarte un par de páginas, ella dedica a ustedes la última página –dijo, con la boca llena de nachos. Emilio asintió y saltó a la última página. Eran apenas unas líneas.
                 
- "En estos momentos, no puedo soportar estar junto a Joaquín y el señor Osorio. La vergüenza me corre, y el asco al verles también. Sigo enamorada de Joaquín, por eso he vuelto a Inglaterra. Ayudaré en la peluquería de mi madre durante un tiempo. Quiero despejar mi cabeza y sacar a Joaquín de ella. Y asimilar la infomación que me contó Osorio. Por ahora, no tengo muchos planes. No sé si volveré a México. La mitad de mi vida está allí, pero también una parte un poco dolorosa de ella. Joaquín, puede que ahora te odie un poco. A ti, Emilio Osorio, te odio muchísimo. No me gustaría volver a verlos a ninguno de los dos. Siento que será algo malo para mí. Ojalá vivan su vida de casados bien alejados de mí. Firmado, Azul Guaita." –concluyó Emilio, cerrando la carta. Joaquín se quedó en silencio. "No me gustaría volver a verlos a ninguno de los dos". Eso era algo muy Azul. Azul, con sus propias manos, había escrito una carta para su (ex) novio donde mencionaba que no quería volver a ver a Joaquín. Nunca más. Joaquín, su (ex) mejor amigo. De repente, se dio cuenta de que su recuento de amigos bajaba a cero. Tal vez, su círculo de amistades era demasiado pequeño.
                                         
-¿Qué tal, cariño? –le preguntó Emilio, acariciando su hombro para reconfortarle. Joaquín no contestó y, manteniendo su boca cerrada, se levantó. Emilio le miró confundido. Joaquín se sentó sobre el regazo de su novio, apartando sus manos, y Emilio le abrazó. -No pasa nada, amor mio. Todo va a salir bien – dijo, con tono tranquilo. Joaquín no contestó.

Sugar Master || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora