Joaquín le araño la espalda a Emilio,estaba yendo muy rapido , pero no todo lo profudo que podía. El agua salpicaba a su alrededor, haciendo olas con sus movimientos de cadera.
-Amo... Más... M-más profundo...
-Ah, ¿lo quieres más profundo? –Emilio se acercó a su oído –. Pídemelo por favor.
-Amo, p-por favor más ¡ah! más profundo. –Antes de que Joaquín hubiera acabado la frase, Emilio estaba hasta el fondo, golpeando su punto g. Y la cabeza de Joaquín estaba en el fondo de la bañera. El agua se coló en sus pulmones. Rápidamente, quitó a Emilio y se separó, sacando la cabeza y tosiendo violentamente. Emilio le abrazó, preocupado.
-¡Lo siento mucho, cariño! ¡Se me había olvidado! - Joaquín le miró, frunciendo el ceño y haciendo un puchero. Le escocían los agujeros de la nariz. Su Amo sonrió, divertido con su puchero.
-Pensaba que me querias, y resulta que me quieres pero muerto –se quejo Joaquín, tosiendo un poco más. Emilio rió más, y le acarició la cabeza.
-Ay, amor mio... Lo siento mucho. Vamos a lavarte el pelo, ¿Lo has hablado con Azul? -preguntó Emilio, poniéndose una camisa con su pelo todavía húmedo. Joaquín negó con la cabeza mientras seguía secándose los brazos.
-No ha venido a clase en todo el día.
-Diego tampoco ha venido a trabajar. Ha llamado diciendo que se encontraba indispuesto. ¿Quieres una de mis camisas? – Joaquín asintió, cogiendo la camisa que le ofrecía su Amo. Tan calentito y familiar... -¿Qué quieres comer? Hace mucho que no comemos arroz frito, ¿verdad?
-Mh -contestó él, deleitándose con el olor del jersey de Emilio.
-Con tempura -añadió este, para llamar su atención. Lo consiguió. Joaquín le miró de golpe.
-Tempura. Sí. – Emilio rió. Un baño juntos, un jersey suyo y verduras con tempura. Desde luego, que no se dijera que no cuidaba y conocía a su novio. Se puso manos a la obra en la cocina, con el arroz y las verduras. La vista que vió Joaquín al salir del cuarto fue Emilio, con camisa blanca arremangada por los codos, dándole vueltas al arroz en el wok y haciéndolo saltar para volver a caer en la sartén. Su mirada seria pero relajada fija en el arroz, sujetando el mango del wok con una mano y la espátula con la otra, sus simples vaqueros cubiertos por el delantal que tenía atado a la cintura, con su pelo todavía húmedo y sus pies descalzos y separados... Joaquín sonrió. Tan sexy y doméstico al mismo tiempo.
-Estoy acabando esto. ¿Le echas un ojo a la tempura? – Joaquín asintió, acercándose a la sartén llena de aceite con las verduras rebozadas. Fue sacando los trozos que ya estaban listos y metiendo nuevos. Emilio apagó el fuego y llevó el wok a la mesa. Se acercó a Joaquín y le abrazó por detrás. -Buen chico. -Cogió un trozo de tempura de la fuente y mordió la mitad. La otra mitad se la tendió a Joaquín, que la aceptó gustosamente, asegurándose de lamer de manera jugetona los dedos de su amo al cogerlo con la boca. Emilio le pegó una nalgada cariñosa –. Me puedo encargar yo del resto. Ve poniendo la mesa.
Joaquín obedeció, dejándole las verduras a Emilio y yendo a coger unos platos. Momentos después estaban sentados a la mesa y, como un novio bien empalagoso, Emilio estaba usando sus palillos para alimentar a Joaquín con las verduras en tempura. Sabía que su favorita era la berenjena, y se aseguraba de dejárselas todas a él. Joaquín las devoraba ávidamente.
-¿Quieres que jugemos hoy? –preguntó distraídamente, llevándose un trozo de tempura a la boca. Joaquín asintió, con la boca llena.-¿Fenef afo fenfabo?
-¿Qué? –Joaquín tragó todo lo que tenia en la boca, vaciando sus mofletes.
-Que si tienes algo pensado.
-Ah -dijo Emilio, riendo. Joaquín siempre era demasiado impaciente y boca llena –. Sí. He encontrado un juguete que pensaba que había perdido, y creo que va a salir bien. Me gustaría probarlo conti... -Un zumbido le interrumpió. Sacó su móvil, mirando quien le llamaba. Suspiró, exasperado. -¿si? -preguntó, con la irritación aflorando a su voz. Emilio odiaba que fastidiaran sus planes. Probablemente tenía una ruta trazada para todo el día, y esa llamada no estaba en la ruta –. ¿Cómo? ¿Me estás vacilando? Es mi día libre. Que se encarge Tadeo... i¿Que esta de baja?! ¿Y a mí que me cuentas? Llama a Diego... Pues encuéntrale... No me fastidies... Estoy allí en cinco minutos. – Colgó, con una cara de pocos amigos. Joaquín le miró, haciendo un puchero.

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Sugar Master || Emiliaco
Fiksi PenggemarJoaquin Bondoni no resaltaba mucho. La gente que no era cercana a él solo sabían que era un chico pálido callado, un poco cascarrabias y apenas entraba a los veinticuatro. Sus amigos sabían que era fanáticos de los gatos, pansexual y que tenía un no...