[ Final ]

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-iYa estoy en casa! -anunció Emilio.
               
-iPapá! -gritó una voz infantil. Una piernas regordetas corrían hacía Emilio, que cogió en brazos a la niña.
                   
-Hola, mi amor-la saludó, dándole un beso de esquimal. La niña rió, abrazándose de su cuello.
                   
-Bienvenido –dijo Joaquin, entrando en la sala, con paso lento.
                  
-¡Papi, papá ha llegado! –le informó Ginebra, ilusionada. Joaquín sonrió.
                
-Ya lo veo, Ginebra . ¿Qué tal tu día? –preguntó, dirigiéndose a Emilio. Este dejó a su hija en el suelo, que se abrazó a su pierna.
                  
-Bastante bien. ¿Qué ha hecho hoy el monstruo?
                  
-Dar la lata, eso ha hecho –contestó Joaquín, sonriendo –. Se ha metido con las raices de mi pelo, casi quema su cuarto y ha estado a punto de pintarrajear una pared. Pero, por el resto, evoluciona favorablemente –dijo. Emilio sonrió, y se acercó a él. Plantó un beso sobre sus labios, y Joaquín correspondió con dulzura.
                   
-Hoy es el picnic, ¿verdad?
                   
-Mh –asintió Joaquin –. El bicho no ha dejado de hablar de ello en todo el día.
                   
-¡Es que voy a ver a la tía Paula, al Tio eddy, al tío Harry, a Louis, al tío Diego! –exclamó la pequeña. Joaquín rió y sacudió la cabeza.
                  
-¿Ves? Ella solo quiere ver al tío eddy.
               
-iTío eddy, tío eddy! –coreó Ginebra.

                   
-Paula debe de estar al caer –comentó Emilio, cambiando de tema. Joaquín asintió.
                   
Emilio, para calmar a la pequeña , que estaba muy ilusionada, jugó con ella y un trenecito de cuerda. Ginebra, con su imaginación desbordante, creó una historia compleja con el tren, un unicornio y una pelota de ping-pong, y Emilio se limitió a ser un personaje secundario interpretado por un playmobile. Joaquín les observó jugar, descansando sobre el sofá. Mientras Emilio trabajaba (por suerte solo media jornada), él se encargaba de alimentar, cuidar y entretener a su hija, que a sus tres años necesitaba cuidados constantes. Intentaron llevarla a una guardería, pero ella decía recurrentemente que los demás niños no entendían que ella tuviera dos papás. "Yo les digo que tengo un papá y un papi, pero ellos no me creen", les había dicho. Además, las profesoras habían hablado varias veces con Joaquín para pedirle por favor que llevara a la niña a un ambiente "más favorable para su desarrollo personal". "¿Qué quiere decir?" preguntó Joaquín, "¿Acaso dos padres que se quieren no es un ambiente lo suficientemente favorable?". "No es eso. De verdad que no lo es, señor. Pero, un contacto tan cercano y constante con ese tipo de relación, digamos, puede convertirse en confusa con su infrecuente, puede hacerla orientación sexual y llevar a traumas personales." "Mi marido y yo crecimos en un ambiente heteronormativo y no estamos confusos con nuestra orientación ni tenemos traumas personales. Me parece que a Ginebra le irá bien", había contestado él. Y Pam se había quedado en casa. Eso, en parte, alegraba a Joaquín, que se sentía muy solo cuando la dejaba en la guardería. En el fondo, está bien así, pensó, cuando oyó a Paula llamar al timbre. Pam corrió a sus brazos, y Paula le depositó una palmada en la cabeza.
                   
-iTía! –la saludó , gritando.
                   
-Buenas tardes, mi niña. –Se giró a Emilio –. ¿Nos vamos?- Emilio asintió. El viaje en coche no fue muy largo. Paula fue la encargada de entretener a la niña en el asiento de atrás.
               
-Tía , ¿sigues sin novio ni novia?
                   
-Sí.
                   
-¿Y eso por qué?                          
               
-Porque no me gustan las chicas ni los chicos – contestó, sonriendo. Miró a Joaquin y levantó dos dedos, haciendo un peace sign –. Asexual y a romántica.

Cuando llegaron, Ginebra se fue corriendo directamente a brazos de Louis.

-¡Louis! ¡Louis! –gritó, agarrándose a su pierna. Eddy y Mateo  rieron. Detrás de Erick , sus tres retoños estaban asesinandose unos a otros. Osman, orlando y Orion eran trillizos y, como hermanos que eran, se odiaban a morir. Estaban todo el dia peleando. En cuanto vieron a Ginebra, empezaron a gritar muy fuerte, peleándose más intensamente. Ginebra estaba demasiado ocupada saludando a sus tíos Harry y Louis como para fijarse en ellos.

Sugar Master || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora