-Muchas gracias.
-¿Por qué?
-Por salir de tu reunión y venir a por mí.
-Lo que haga falta.
-Y por estar aquí.
-Aquí es mi sitio favorito –dijo Emilio, pegándose más a Joaquín. Era indiscutible que él siempre era la cuchara grande. El pequeño y pálido cuerpo de Joaquín parecía diseñado exclusivamente para estar entre los brazos de Emilio, que siempre hundía la cabeza en su cuello y le susurraba sus respuestas al oído. Ellos solo tenían tres estados cuando estaban juntos: mimitos y comida, ir a algún lugar, sexo. Iban alternando en base a sus necesidades. Emilio le besó el cuello, metiendo una mano bajo su camiseta. Joaquín suspiró, dejándose hacer. Otra mano se metió por sus pantalones, causando unos pocos gemidos.
-A-amo... No estoy listo para ah... –Emilio le cortó.
-Solo un toqueteo rápido. ¿No quieres divertirte un rato? ¿Mh? –Siguió acariciándole por dentro de sus pantalones, despertando jadeos.
-Amo... creo que quiero... Pero no estoy... Ah... -La mano de Emilio se aceleró.
-¿Me quieres dentro de ti? ¿Quieres mi polla hasta el fondo? ¿Eso quieres, Joaquin? Te estoy dejando llevar pantalones de manera excepcional. ¿Quieres que me meta? –Los gemidos de Joaquín se intensificaron mientras Emilio pellizcaba su pezón. Se encogió sobre si mismo. No podía contestar.Emilio le pegó a su erección, aumentando la excitación de Joaquín. Y, justo cuando notaba el orgasmo a la vuelta de la esquina, el telefonillo sonó. Emilio paró al instante. Se separó, dejándole a medias. Joaquin se quedó unos segundos temblando, encogido sobre la cama. Oyó la voz de Emilio en la distancia.
[.....]
-No hacía falta que vinieras.Podríamos haberlo hablado en un café. Voy a ver que tal va Joaquín. No, no le pasa nada, estaba cansadito y se ha echado una siesta. –Las pisadas de Emilio se acercaron a él. Le susurró-: Diego y su chica la cotilla han venido.
Quédate un ratito durmiendo, si quieres. Luego te doy un revolcón, cuando se vayan -. Le besó sobre los labios, lentamente, y salió del cuarto.
Joaquín no tenía permiso para masturbarse a no ser que Emilio dijera lo contrario. Se quedó unos segundos mirando al techo. Después, se levantó, rascándose la cabeza, y se dirigió al salón.
-Hola, bello durmiente. Te he preparado un café, ¿quieres? –Emilio le tendió una taza. Estaba sentado en el sofá, con Azul y Diego enfrente, todos equipados con tazas de café. Joaquin miró la suya-. Es un cortado con mucha azúcar, como te gusta -añadió Emilio, sonriendo. Joaquin lo cogió y le dio un sorbo. Estaba caliente.
-Muchas gracias, Amo.–Emilio inclinó la cabeza, confundido.
-¿Amo? -Al instante, Joaquin entendió.
-Amor. He dicho amor-se corrigió rápidamente. Emilio sonrió de nuevo.
-Diego y yo vamos a hablar de negocios. No quiero aburrirte. ¿Por qué no vas a enseñarle la casa a Azul? -Joaquín asintió, y, junto con ella, dieron una pequeña vuelta. La casa, de un solo piso, era grande. Tenía tres baños, una cocina, tres habitaciones, un salón, un comedor, una sala de reuniones y la Habitación, sin contar con el jardín ni el garaje. Tardaron un rato en recorrerlo todo.
-Y esto es un baño-acabó Joaquin, apagando la luz. Azul miró a la puerta de la habitación, que estaba justo al lado.
-¿Qué es eso?-preguntó.
-Oh, nada. Para guardar trastos –dijo, fingiendo despreocupación. Azul achinó los ojos.
-¿Por qué no me la enseñas?
-Probablemente esté muy sucia. No creo que quieras verla. –La mente de Joaquín se movía a toda velocidad, aunque su actitud no lo demostrara. ¿Había dejado algo la última sesión? Solían guardarlo todo en las cajas, que estaban tapadas. ¿Había semen por el suelo? Lo limpiaban siempre.
-Quiero verlo -insistió Azul. Joaquín se encogió de hombros.
-Vale. -Abrió la puerta, mostrando una habitación con dos sofás y tres cajas de madera cerradas. No muy convencida, Azul asintió. Volvieron con los chicos, y el primer movimiento de Joaquín fue sentarse en regazo de Emilio, mirándole y abrazándole. Emilio sonrió y le acarició el pelo.
-¿Quieres quedarte aquí? Estamos hablando de cosas tremendamente aburridas...
-Me da igual –le interrumpió Joaquín. Emilio miró a Diego. -¿Te importa que se quede? Es que es muy pasteloso, y siempre le doy mimos..
-Claro. Si no va a aburrirse, puede quedarse – contestó este –. Como te contaba, la vulnerabilidad desaparece si tenemos este apoyo, que nos ayudaría legal y económicamente.
-No me hables como si fuera un niñato que no sabe como funciona esto. La vulnerabilidad no desaparece, solo disminuye, y ese apoyo que tanto te gusta podría generar una bajada de nuestras acciones. No me gustaría arriesgarme.–El tono frío y profesional de Emilio le encantaba a Joaquín. Sabía que era muy mal momento para que una erección aflorara, pero no pudo contenerse. Emilio le abrazó, pagándole más a él
-Mi empresa es muy grande. Tengo muchos trabajadores y asociados que mantener. Una bajada de las acciones es algo a lo que prefiero no arriesgarme.–La conversación continuó unos minutos más. Joaquín se estaba quedando dormido en el regazo de Emilio, arrullado por su voz.
-No es eso lo que digo. Me gustan tus ideas, pero la mayoría son muy arriesgadas. Tienes que pulir eso haremos una prueba de todas maneras, el martes para ver que tal te mueves entre los demás socios. Si me gusta, tal vez te ganes el puesto –dijo Emilio, dando por concluida la reunión casual. Joaquín se levantó, dejando que él y Diego se estrecharan las manos. Azul se despidió sacudiendo tímidamente su manita. Al verles salir por la puerta, Joaquín suspiró y rodeó la cintura de Emilio con sus brazos.
-Por fin se van...-Hundió la cabeza en su pecho, sintiendo como subía y bajaba con su respiración.
-¿Verdad? –Emilio le abrazó de vuelta –. Estaba ansioso por deshacerme de tu erección –. Sus manos bajaron al trasero de Joaquín, que tragó saliva. Emilio le cargó en volandas, llevándole a su habitación, y le tiró sobre la cama –. Desnúdate-Obediente, Joaquin se quitó toda su ropa mientras miraba a Emilio a los ojos. Sabía que le encantaba que hiciera eso. Emilio rara vez se desnudaba completamente para acostarse con él. A menos que Joaquín se lo pidiera, solamente se desabrochaba los pantalones. Al acabar de desnudarte, la mirada de Emilio le traspasaba el alma. Lentamente, se acercó a él, separándole las piernas.
-Ah, ¿qué tal han estado estas ricuritas? – Esparció con cariño unos cuantos besos y mordiscos por sus muslos internos. Joaquín gimió levemente. Emilio estaba subiendo poco a poco, dejando un rastro de por todos lados. Supongo que no hace falta ni decirlo, pero evidentemente hicieron el amor apasionadamente unas cuantas veces.
Bri_farfan
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Sugar Master || Emiliaco
FanficJoaquin Bondoni no resaltaba mucho. La gente que no era cercana a él solo sabían que era un chico pálido callado, un poco cascarrabias y apenas entraba a los veinticuatro. Sus amigos sabían que era fanáticos de los gatos, pansexual y que tenía un no...