-iMuchas gracias por venir, señor Marcos! –exclamó el hombre, abriéndole la puerta a Emilio. Este sonrió, con Joaquin cogiéndole la mano.
-Gracias a ti por invitarme, señor Howard. Este es mi novio, Joaquín–. Tímidamente, Joaquin saludó con la mano. No soportaba esa clase de fiestas, llenas de gente de punta en blanco. Le parecía que era gastar hora y media de su vida en darles la razón en todo a gente que ni siquiera conocía. A Emilio tampoco le apasionaban. Al llegar, siempre se le acercaba gente a pedirle consejos y contarle sus penas, y poco a poco echaban a Joaquin. Entonces, Emilio le susurraba "búscame cuando te pique por ahí atrás", y él asentía con la cabeza. Una fiesta de esas siempre significaba sexo en el baño.
-Me refiero, no estoy diciendo que sean enfermos mentales, pero claramente es una anomalía en el cerebro, ¿sabes? –Un hombre que debía pesar cerca de ciento cincuenta kilos asentía mientras la mujer (que a Joaquin le recordaba vagamente a un puerco-espín arboricola) seguía expresando su transfóbica opinión que nadie había pedido.
Joaquín reprimió un bostezo. Llevaba casi media hora escuchando la conversación de besugos que mantenía la pareja. Tal vez había llegado el momento de ir a buscar a Emilio. Su Amo le abrazaría y le distraería de esa gente un total de tres cuartos de hora, lo equivalente a dos polvos y un aftercare rápido. Luego, tras veinte minutos de despedidas, se irían a casa, donde echarían un par de polvos más y acabarían el aftercare. Sacudió la cabeza, notando la presión en sus pantalones. Se acabó su copa de champán caro en apenas dos segundos.
-¿Y has oído eso de los pansexuales? ¿Qué le gusta a esos? ¿Las baguettes? –Ambos rieron. Joaquin se apoyó en el hombro de la mujer, fingiendo mareo.
-Ahh... ¿Dónde está Emilio? –preguntó, frotándose la cabeza. La mujer le miró de arriba a abajo.
-¿Estás bien, chico?¿Qué pasa con el señor Marcos?
-Me duele la cabeza, ¿dónde está...? iAh! –fingió que no podía sujetarse en pie, apoyándose más en la mujer. Rápidamente, pulsó su pulsera. Eso le haría una llamada perdida a Emilio. Apenas tres segundos después (el tiempo que necesitó la mujer para ayudarle a sentarse en una silla), Emilio apareció.
-¡Joaquin! ¿Estás bien? -Joaquin negó con la cabeza y fingió una arcada. Emilio se acuclilló y le abrazó. Con cuidado, dejando que se apoyara en él, le ayudó a levantarse. La mujer observaba con los ojos como platos.
-No sabía que tenían esa clase de... aficiones, caballeros. – Joaquin sonrió sarcásticamente, dejando a Emilio manejar la situación.
-¿Qué aficiones, señora? ¿Salir como pareja siendo dos hombres? Bueno, verá, yo soy gay y el pansexual. Orientación sexual, ¿sabe? –Dejando de lado a la mujer, Emilio buscó al tal Howard. Como siempre, Joaquin daba traspiés todo el rato, apoyando el setenta por ciento de su peso en Emilio.
-Perdón, a Joaquín no le sienta bien el alcohol –. El señor Howard los miró preocupados. Joaquin fingió perder el equilibrio para añadir realismo, a pesar de que estaba agarrado a Emilio. –¿Podríamos usar el baño?
-Claro, claro, claro.-el sr Howard asintió efusivamente -. Tómense todo el tiempo que necesiten.
-Muchas gracias-murmuró Joaquin. Emilio le llevó al baño. Al entrar, cerró lapuerta con pestillo.
-Increíble actuación, Joaquin, día a día te superas a ti mismo –dijo, pegándole a la pared y acariciándole con cariño sus caderas. Le desabrochó los pantalones mientras le besaba el cuello. Joaquin suspiró por la nariz, temblando ante el contacto. Dejó caer al suelo sus pantalones y desabotonó su camisa. No tenían la venda, pero Emilio le tapó los ojos con una mano, mientras que con la otra pellizcaba uno de sus pezones. Estaba sentado encima del váter, únicamente con los pantalones desabrochados, con Joaquín encima. Él gemía suavemente, intentando que sus gemidos no traspasasen la fina puerta. Podía sentir a su Amo moviéndose dentro de él, pegándose a sus paredes, golpeando su punto g una y otra y otra vez.
-A-Amo... Voy a...–gimió. En su espalda, Emilio dejó de morder su cuello.
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Sugar Master || Emiliaco
FanfictionJoaquin Bondoni no resaltaba mucho. La gente que no era cercana a él solo sabían que era un chico pálido callado, un poco cascarrabias y apenas entraba a los veinticuatro. Sus amigos sabían que era fanáticos de los gatos, pansexual y que tenía un no...