Capítulo diez.
[Hiraeth (galés): echar de menos un hogar al que ya no puedes volver].
• N I C L A S •
Un plan para reconstruir el corazón de Niclas Keller.
Desde que Lenay pronunció aquella oración, Niclas no pudo dejar de pensar en ella, en la forma en la que salió de sus labios, y en como su mirada desencadenó un nuevo latido en su corazón.
Fue difícil para él no ceder.
—Está bien, Lenay Howard. Hagámoslo.
Y eso fue suficiente para hacerla sonreír.
Lenay lo abrazó con emoción, y Niclas se sintió desconcertado por su repentina muestra de afecto, pero ella se apartó tan pronto como se acercó, sin darle la oportunidad de regresarle el abrazo.
—Nos vemos mañana a las ocho —le dijo Lenay mientras ambos se preparaban para irse a sus respectivas clases extracurriculares.
—Mañana es sábado.
—Lo sé, conozco los calendarios —replicó Lenay con una sonrisa.
—Lenay... Hoy es viernes —dijo Niclas, como si hubiese una implicación secreta en la fecha.
Ella rio.
—Ya te he dicho que conozco los calendarios, Niclas.
—Hoy es la fiesta de Clayton.
—Sí, lo sé. Por eso mismo, nos veremos temprano para evitar que tomes de más.
Niclas sintió una repulsión interna al escuchar su optimismo. Él tenía planeado llegar hasta en la madrugada a su casa, no antes, mucho menos con un nivel bajo de alcohol.
—No creo que eso vaya a funcionar, Lenay.
Ella sonrió con una chispa de determinación en sus ojos.
—Lo averiguaremos mañana —le respondió ella, sin perder la suavidad en su tono de voz—. Adiós, Niclas.
Niclas ignoró el comentario de Lenay con un gesto de desdén apenas perceptible, y se alejó cuando la multitud de estudiantes los separó. Y, a pesar de no tener ánimo para regresar a las prácticas de béisbol, se encaminó a uno de los campos de Sheridan.
—¿A qué se debe el honor? —se burló Clayton en cuanto lo vio entrar.
Niclas solo se encogió de hombros.
—¿Dónde demonios has estado? —lo interrogó Ulrik al mismo tiempo que le tiraba una pelota de béisbol a la cabeza —. Vaya. Veo que sigues teniendo reflejos.
Niclas tiró la pelota al suelo, y le dio una mirada inexpresiva. Él quería mucho a Ulrik, lo consideraba un gran amigo, pero no lo toleraba cuando se mostraba preocupado porque lo hacía de una forma asfixiante. A tal nivel que Niclas tenía la certeza de que, si su bienestar dependiera de él, lo tendría amarrado a una cama hasta que se sintiera mejor.
Por desgracia, los corazones rotos así no se arreglaban. Se necesitaba de mucho coraje y de una fuerza que Niclas sentía que ya no poseía.
—Por cierto, ya no formas parte del equipo —añadió Ulrik.
—No me importa.
—¿No te importa?
Niclas dejó caer sus hombros sin preocupación, y se sentó al lado de Clayton, en el dugout.
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Residuos de Amor.
Teen Fiction«Mi amor por ti se quedó atrapado en el tiempo, entre las estrellas fugaces que nunca te pude dedicar, en los museos en los que no tomé tu mano, y en los sueños que no se hicieron realidad».