Capítulo dos.
[desolación: sensación de hundimiento o vacío provocada por una angustia, dolor o tristeza grande.]
• N I C L A S •
El tiempo corría velozmente, sin embargo, todo parecía ir en cámara lenta.
—Deberíamos terminar.
La frase no tardó en filtrarse en los oídos de Niclas, pero en lugar de enfocarse en su significado, se obsesionó con la forma en la que fue pronunciada: sin pausas, ni remordimientos o tristeza, tan solo una indiferencia absoluta.
Él dejó escapar un jadeo, el cual sonó como una risa irónica. En cierto modo, le resultaba gracioso que ella, quien insistió en estar con él, fuera la que terminara con la relación.
—Adoro tus bromas, Astrid, pero solo cuando van dirigidas a los demás —le respondió Niclas, mientras se tomaba el atrevimiento de acariciar su mejilla, para hacerle ver que sus palabras no le habían afectado.
Aunque, por supuesto, no era así.
Cada parte de ella le importaba más de lo que hubiese deseado.
Ella se apartó de él, dando un paso hacia atrás. Su postura era estática y distante. Parecía ser más un robot que un humano.
—No estoy bromeando —replicó Astrid con voz firme.
Él la arremedó en su mente al escuchar su evidente mentira.
Niclas le habría creído si tan solo existieran indecisos de su ruptura. Ella y él nunca tuvieron grandes peleas o mínimos desacuerdos por más raro que parezca. Siempre estuvieron bien el uno con el otro, e incluso podía decir que los últimos días habían sido buenos. Muy buenos.
—Deja de bromear con esto, Astrid. No es gracioso.
Fue lo único que pudo decir. Fue lo único en lo que pudo pensar. Eso no podía ser real. Debía ser una más de sus bromas.
—Lo siento, Niclas, pero la verdad es que ya no siento nada por ti.
Él la miró, incrédulo. ¿Cómo se podía dejar de amar a una persona de un instante a otro? Era imposible. Y, aun así, no había nada que lo hiciera darse cuenta de que ella lo amaba y que el terminar la relación la estaba destruyendo de la misma forma que lo estaba haciendo con él.
—¡¿Y me lo dices así?! —exclamó Niclas, frustrado y confundido.
—No hay otra forma de decirlo. —Los ojos de Astrid lo miraron con dureza, como si ella hubiera esperado ese momento desde el principio—. Lo siento. Espero que algún día puedas comprenderme.
Astrid no esperó a que él le respondiera; se dio la media vuelta para irse, aunque antes de lograrlo, Niclas la sujetó del brazo e hizo que ella quedara justo enfrente de él.
—Por favor, no te vayas —balbuceó Niclas—. Pídeme lo que quieras, prometo que mejoraré, pero no me dejes. Quédate conmigo.
Astrid lo miró sin emoción alguna, y se deshizo de su agarre.
—No hay nada que puedas hacer que me haga cambiar de opinión —le respondió—. No siento nada por ti, y si te soy honesta, creo que jamás lo hice.
La respiración de Niclas se entrecortó. Fue como si una granada explotara dentro de él, pero a pesar del dolor, no dijo nada, ni siquiera cuando ella se fue, y las ganas de llorar quebrantaron su alma. Solo se quedó ahí, tratando de asimilar y comprender lo que ella había dicho, aun cuando no había nada que comprender.
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Residuos de Amor.
Teen Fiction«Mi amor por ti se quedó atrapado en el tiempo, entre las estrellas fugaces que nunca te pude dedicar, en los museos en los que no tomé tu mano, y en los sueños que no se hicieron realidad».