Capítulo diecisiete.
[ 素直 (japonés): comportamiento sincero cuando seguimos lo que nos dice el corazón, y no lo que se espera de nosotros].
• L E N A Y•
Idealizar a alguien nunca representó un problema para Lenay, aun cuando ella trataba de encontrar un punto bueno en cada persona conocida y a veces no tan conocida, pero eso se debía a que le parecía inconcebible la idea de categorizar lo bueno y lo malo cuando existía toda una escala entre lo blanco y lo negro.
No obstante, la acción de romantizar ciertas situaciones de su vida si era uno de sus problemas, y no uno fácil del que pudiera desprenderse.
Lenay solía recurrir a ello cada vez que los sucesos a su alrededor le resultaban confusos o insostenibles, como si se tratara de un lente protector capaz de transformar las tonalidades frías en cálidas, e iluminar hasta la mancha más oscura y desagradable. Era sencillo ver las cosas a través de fantasiosas luces. Pero, estando en la clase de estética literaria y con el cuestionamiento de Niclas interceptando los huecos de su mente, no pudo evitar preguntarse si estaba haciendo eso mismo con él.
Por más que lo intentaba, no podía dejar ir el pensamiento, no cuando la maestra estaba inmersa en un monólogo sobre como los escritores podían hacer lucir lo más ordinario en algo singular, el amor en algo indispensable y la sangre derramada en algo revolucionario y poético.
¿Acaso existía la posibilidad de que ella estuviese embelleciendo de esa misma forma la situación que los unía?
Tal vez sí, y tal vez lo especial nunca fue trascendente, el amor la propaganda más grande y vil, y la sangre tan sólo fue otra mancha en la historia.
—¿No es obvio que si lo haces? —Dashiell inclinó su cabeza, y se rio por su inmensa candidez—. No conozco a nadie más que quiera ayudar a su ex luego de que este le rompiera el corazón, y todavía se atreva a verlo como algo bueno.
—Él no es mi ex, y aunque lo fuera ¿no se supone que es normal preocuparse por las personas que alguna vez llegaste a querer? —preguntó Lenay. Quizá ese argumento haría ganar a su terquedad—. No lo sé, Dash. No veo como a ayudar a alguien sea algo malo.
—Por supuesto que no lo ves, porque te estás guiando en ser buena con alguien más, en lugar de serlo contigo misma y tus sentimientos.
Lenay desvió la mirada por un breve instante. No era la primera vez que alguien le decía eso y, por desgracia, no iba a ser la primera vez que hiciera caso omiso.
—¿Crees que no lo he superado?
—No es por eso. Lo hago, pero también creo que a veces los sentimientos no desaparecen del todo, y mucho menos en tan poco tiempo... ¿Hace cuánto comenzaste a estar bien luego de lo que pasó? ¿Dos meses? —insistió Dashiell, y le dio esa famosa mirada de: «sabes que tengo razón».
"Un mes", ella pensó, y casi lo corrigió. Por fortuna, pudo percatarse del error que eso iba a ser antes de hacerlo, así que solo sonrió con incomodidad.
—Puede ser, pero...
Dashiell la detuvo en cuanto sus palabras se mezclaron con el aire, parecía saber hacia donde se iba dirigir la conversación y, en su perspectiva, ese papel le quedaba más a su hermanastro Zed.
—Mira. Lo que intento decir es que en la vida real el papel de héroe no es tan glamoroso como lo hace ver la literatura, ni mucho menos la cinematografía —le comenzó a explicar—. En la realidad, el héroe es el que siempre termina con las manos vacías, y más solo que cualquiera.
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Residuos de Amor.
Teen Fiction«Mi amor por ti se quedó atrapado en el tiempo, entre las estrellas fugaces que nunca te pude dedicar, en los museos en los que no tomé tu mano, y en los sueños que no se hicieron realidad».