Capítulo dieciocho.
[Verschlimmbessern (alemán): el acto de intentar mejorar algo, pero terminar haciéndolo peor de lo que era inicialmente].
• N I C L A S •
Era extraño como la ausencia podía marcar la presencia, como una persona podía pasar desapercibida gran parte de su vida, y las demás comenzaran a notarla únicamente cuando dejaba de existir a su alrededor; pero más que ser extraño, era devastador. Tener que desaparecer para que tu recuerdo adquiriera valor podía doler hasta en lo profundo del alma.
Y Niclas lo sabía, siempre mantuvo ese pensamiento en el borde de su mente, y fue uno de sus principales miedos luego de ser consciente de la mortalidad humana. Sin embargo, no pudo evitar que el deseo de estar en esa situación de pronto lo dominara.
Ya habían transcurrido semanas desde la ruptura de su relación, y la persona que alguna vez creyó que lo amaba, se veía cada día más feliz de estar lejos de él. Su ausencia no logró marcar su presencia, tan solo le hizo darse cuenta de lo poco que significaba para ella. Niclas podría haber muerto esa misma noche, y su corazón hubiese permanecido intacto.
A Astrid no le importaba Niclas en ningún aspecto, y para él, ella era en lo único en lo que podía pensar.
—Si quieres, podemos hacerlo en otro momento —sugirió Lenay al verlo dudar.
NIclas parpadeó al escucharla, y por segundo pensó en ceder, pero no podía, ni quería alargar más su proceso. Estaba cansado y asqueado de todo, y se había prometido a sí mismo no retroceder. En ese punto, lo único que podía hacer era seguir avanzado y suplicar que todo acabara lo más pronto posible.
—No. Hoy está bien —se obligó a proseguir con una tonada apacible, y abrió la puerta.
La habitación de Niclas se encontraba en completa oscuridad, pero luego de unos segundos la luz iluminó cada rincón, e hizo que Niclas retrocediera con vergüenza. Él sabía que su cuarto no era un sinónimo de limpieza, pero nunca fue tan consciente como en ese momento que su habitación era un gran desastre.
—Lo siento, no recordaba que estuviera tan sucio. —se apresuró a decir, y comenzó a tratar de recoger con desesperación lo primero que pudo, pero eso sólo hizo que el desorden fuera más evidente.
Una lata de refresco terminó rodando por los pies de Lenay, y ella la recogió con un gesto alegre.
—Tranquilo. Deberías de ver mi habitación cuando estamos de vacaciones... O cuando me cambio de ropa... O veo un maratón de películas —respondió Lenay entre sonrisas, pero pronto sus labios formaron un gesto pensativo que la llevó a negar con la cabeza—. De hecho, creo que nunca debería dejarte entrar ahí.
Niclas se sorprendió riendo ante su confesión, y en como los gestos de vergüenza se adecuaron con ternura en el rostro de Lenay.
—Bueno, eso explica muchas situaciones —comentó Niclas al recordar cada una de las ocasiones en las que buscó visitarla en el pasado, y ella se negó, aun cuando sus padres no se encontraban en casa.
—Ajá... —balbuceó Lenay, acompañada de una expresión en su rostro que Niclas no pudo descifrar, y la cual tuvo que olvidar en cuanto ella se adentró en la habitación por completo.
Él la dejó observar su alrededor, y comenzó a recoger los papeles del piso. Acomodó su cama y colocó en una caja de cartón las numerosas botellas vacías de licor que estaban cerca de su ventana. Por lo regular, le gustaba beber mirando hacia el cielo, puesto que sus pensamientos siempre terminaban desvaneciéndose ante su inmensidad. No entendía mucho cómo, pero todo parecía no importar una vez que sus ojos se dejaban guiar por el movimiento de las nubes.
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Residuos de Amor.
Teen Fiction«Mi amor por ti se quedó atrapado en el tiempo, entre las estrellas fugaces que nunca te pude dedicar, en los museos en los que no tomé tu mano, y en los sueños que no se hicieron realidad».