RDA┋09

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Capítulo nueve.

[Inmarcesible; que no puede marchitarse].


• L E N A Y •

Comenzar un nuevo día.

La acción sonaba tan ordinaria y simple, pero en el interior de Lenay lucía todo lo contrario, como si alguien la sujetara de los hombros y la sacudiera con brusquedad, recordándole el dolor que se negaba a exteriorizar.

Sin embargo, la presión de la escuela, la de su familia y, sobre todo, la de no preocupar a nadie la impulsó a continuarlo como si nada malo sucediera.

Al salir de su penúltima clase, Lenay se encontró con Niclas al final del pasillo, cerca de la entrada. Lo vio esparcir sobre el piso la colilla del cigarro que sus labios sostenían, sin importarle ser visto por los docentes.

Ella se acercó a él y, cuando lo tuvo de frente, un gemido de consternación se estancó en sus labios. El rostro de Niclas estaba cubierto de golpes y heridas.

—Niclas...

Él no volteó a mirarla, por lo que ella se acercó hasta que su mano hizo contacto con su hombro, y sus ojos parpadearon en su dirección.

—¿Qué quieres, Lenay?

—¿Qué te sucedió? —quiso saber ella.

Él alzó la mirada, sin mostrar el menor interés en continuar hablando. Se terminó su cigarro y prendió uno nuevo mientras Lenay trataba de encontrar una respuesta en su atormentada mirada.

—No te importa.

—Por supuesto que me importa —replicó Lenay, con la vista fija en él—. Tú me importas.

—No lo creo, no estabas ayer ahí —dijo Niclas, con la voz apagada.

¿No estaba ahí?, pensó Lenay.

—¿Podrías ser más claro, por favor? No entiendo a lo que te refieres.

—No respondiste a ninguna de mis llamadas —exclamó Niclas, enfurecido—. Te necesitaba, y tú me dejaste solo. No estuviste ahí como lo prometiste... ¿Eso es lo suficiente claro para ti o tengo que humillarme de nuevo como lo hice anoche al pensar que estarías ahí?

Lenay hurgó en su mochila, pero no encontró su celular. La prisa con la que salió de su casa debió hacerla olvidarlo en su cama.

—Lo siento. No estaba ayer en mi casa, y... —empezó a explicar Lenay.

Niclas la interrumpió enseguida con un tono cortante:

—Lo sé. Estabas con... Da igual, esto fue una mala idea.

Lenay se sintió desconcertada por la reacción de Niclas, y trató de entender qué estaba sucediendo, pero él se dio la vuelta y se alejó sin decir más.

—Espera. —Lenay lo detuvo, sujetándolo de la mano al recordar como él enfocaba su completa atención en ella cuando empleaba ese gesto—. Lo siento. No volverá a pasar. Si me necesitas, y no puedes encontrarme, puedes ir a esta dirección —le hizo saber a Niclas, al mismo tiempo que escribía en su mano la información del hotel.

Niclas enarcó ambas cejas.

—¿De verdad me estás pidiendo ir ahí?

—¿Qué tiene de malo? —preguntó ella, luego se ruborizó—. Espera, no, no pienses mal. No te estoy proponiendo nada más que hablar, como buenos amigos, con ropa. Mucha ropa.

—Lo sé, para eso tienes a Zed —dijo Niclas.

Lenay no supo interpretar la forma en la que él desvió su mirada, mucho menos su tono, aunque lo que sí hizo fue echarse a reír con sus palabras.

—¿De qué te estás riendo? —Niclas la miró con extrañeza.

—No hay nada entre Zed y yo —dijo Lenay, todavía riendo—. No de ese estilo.

Y era cierto. Ambos se conocían desde la infancia, cuando él se mudó a la casa de Dashiell después de que su padre se casara con su madre. La simple idea de tener algo romántico con Zed era inconcebible para Lenay. Lo único que tenían era una amistad que prometía ser para toda la vida.

—Lenay, por favor. Él estaba ayer contigo en ese hotel.

—Los hoteles no solo sirven para tener sexo —replicó Lenay, con las mejillas enrojecidas por la gracia que tenía la terquedad de Niclas—. Puedes ir las veces que quieras, a la hora que quieras. No vas a fastidiar a nadie.

Niclas se mostró dubitativo.

—No lo sé, no pienso ir.

—¿Por qué no?

—No quiero entrometerme entre ustedes. Ya lo he arruinado bastante con todo los demás —explicó Niclas con un encogimiento de hombros—. No quiero que tú también lo hagas por mi culpa.

—Niclas, no hay nada entre mi amigo y yo.

—Entonces, ¿por qué estaban en un hotel?

Lenay desvió su mirada por primera vez durante toda la conversación. Y entonces, con un encogimiento de hombros, hizo lo impensable.

—De acuerdo, te lo diré, pero por favor tienes que prometerme que jamás volveremos a hablar de esto, y mucho menos se lo dirás a alguien más —le pidió Lenay.

—Lo prometo. —Niclas accedió, sorprendido por su comportamiento. No era característico de ella—. Sobre mi vida.

—Bien.

Por un momento, Lenay dudó sobre qué palabras usar o cómo llevar a cabo la conversación. Solo uno de sus amigos conocía lo que pasaba dentro de su casa, y se había asegurado de que eso permaneciera así. Sin embargo, una vez que comenzó, lo soltó casi todo. Le contó sobre la violencia emocional que su padre ejercía sobre su madre, cómo había tenido que persuadirlo ella misma para que mandara a Arlyth a un internado, y así ella pudiera estar lejos de su hogar, de él y del peligro que representaba.

También le contó sobre la primera vez que presenció su actuar, lo pequeña que era, junto con las incontables veces que le rogó a su madre que lo dejara. Aunque Lenay no le contó los detalles más crudos, esos los guardó para sí misma, y Niclas se quedó con la idea de que solo eran gritos e insultos.

—Lenay, yo...

Ella lo interrumpió. Detestaba las palabras de consuelo, y no porque fuesen malas o patéticas, sino porque no quería sumergir a nadie en ese tipo de miseria. Por esa misma razón, guardaba todo en secreto, sabía que las personas se sentirían mal al no poder hacer nada para ayudarla.

—No tienes que decir nada. De hecho, no lo hagas, por favor. 

—No tenía la menor idea.

Lenay desvió la vista, nerviosa. Pensó que se había excedido al decir lo que dijo, y ahora se odiaba.

—Mejor cambiemos de tema, Niclas.

—¿Estás segura?

Lenay asintió con la cabeza, y miró el reloj de su muñeca. Las clases ya habían finalizado.

—Por cierto, he hecho un plan —dijo ella de repente.

Niclas levantó su ceja.

—¿Un plan?

—Sí. Un plan para reconstruir el corazón de Niclas Keller. 

Residuos de Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora