Capítulo 9

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En la vida hay situaciones que no se pueden controlar, cosas fortuitas en las que solo nos queda adaptarnos, pero muy distinto es cuando las personas se encargan intencionalmente de causar daño, sin preocuparse por quien o quienes resultan destrozados, en ese caso no solo es lo correcto que los culpables paguen, si no también es un deber buscar justicia y hacerlos reparar en lo posible el daño causado.

Terry recordó cuando Candy le conto lo sucedido cuando ella apenas tenía trece años, al pensar en ello le parecía imperdonable el actuar de la gárgola del infierno y sus esbirros, aun recordaba el dolor de su pecosa esa noche cuando se lo conto, él había iniciado sus planes para hacerla pagar desde que vio caer la primera lágrima, por lo que sin importar lo que estaba sucediendo en esos momentos, los culpables pagarían.

Tiempo atrás

En el resort Annie y Paty estaban un poco más serenas después de haber hablado con Candy por teléfono, saber que ambos estaban bien y que lo de Terry no fue nada grave las había tranquilizado, decir que casi mueren del susto cuando vieron el enorme vehículo dirigiéndose a Candy, era quedarse cortos, habían contenido la respiración hasta que Terry había logrado ponerla a salvo.

Los hechos sucedidos no serían del conocimiento de los huéspedes, no porque quisieran esconderlo o porque solo les importara la imagen y publicidad negativa que se haría, si no, por el contrario, para averiguar a fondo los hechos, por eso se iniciaría una investigación interna para al menos saber que había pasado, pues todos los empleados presentes habían insistido que los Snow Coach estaban apagados y revisados, no tenía sentido que uno de los vehículos se hubiera movido y casi aplastado a una de las empleadas.

Pero de hecho el Snow Coach del accidente estaba sin su freno de mano, no iba a avanzar mucho estando apagado, pero si lo suficiente para que hubiera ocurrido una catástrofe sin la rápida actuación de los empleados.

Era una pena que hubieran resultado afectados dos de los mejores empleados temporales que tenían, la administración no estaba nada contenta, el hecho de saber que en la mañana ya estarían de regreso sin mayores problemas, había sido una muy buena noticia.

En el hospital una pareja de enamorados, compartían un apretado abrazo, Terry no había podido evitar llorar cuando Candy le había dicho palabras tan ciertas y que tocaban las sensibles fibras de su corazón, el hecho de sentirse tan expuesto ante ella debería darle temor, pero en cambio, le hacía sentir plenamente abrigado, protegido, sabía que su corazón estaba a salvo con semejante mujer, con un alma tan valiente y fuerte.

Ella había comprendido su mutismo y en vez de presionarlo para que hablara, ella habló, no conforme con eso, ella le abrió su corazón, al contarle el evento más doloroso en su joven vida, quien diría que una chica tan alegre y extrovertida llevara dentro una herida tan grande, tanto que seguramente a otra persona la hubiera roto, pero ella no solo no se rompió, se hizo más fuerte y mantuvo protegido su bondadoso corazón, que hacía eco a su alma pura, no permitiendo que las penas y pruebas vividas, volvieran de piedra sus sentimientos y la volvieran amargada y fría.

Candy respiro profundamente, puso su cabeza hacia atrás, luego la hizo girar como si estuviera haciendo ejercicios de estiramiento, acerco a la cama una caja de pañuelos desechables, luego se volvió a acomodar en el pecho de Terry para comenzar a relatarle.

—mi madre fue la segunda esposa de mi padre, papá siempre dijo que había sido amor a primera vista, ya que desde que la vio en la sala de emergencias mientras atendía a Albert, el no pudo sacarla de su cabeza, desde mi primer recuerdo ellos eran un matrimonio armonioso, lleno de cariño y afecto, tenía dos hermanos mayores, hijos del primer matrimonio de papá, Albert y Rosemary.

Deber y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora