Capítulo 28

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Dejó que los pasajeros comenzaran a bajar, aunque sus ansias le exigían salir a toda prisa, ella se controló, dejando que los más apurados fueran delante, tomo su cartera y su maleta de mano y comenzó a avanzar, no llevaba más que lo esencial, el equipaje si estaba un poco cargado, pero tomando en cuenta el gran paso a dar, podría decirse que casi no llevaba nada.

Tiempo atrás

Una extraña sensación recorrió a los hombres mientras entraban al despacho, desde el momento en que estrecharon sus manos, un Déjà vu, como si se conocieran hacía mucho tiempo, como reencontrarse con un hermano, risas y problemas compartidos, una confianza absoluta, imágenes de ellos riendo casi los paralizaron, pero orgullosos como eran disimularon.

―te escucho, ―rompió el silencio Albert.

―creo que sabes lo que te quiero decir, pero no por eso retrasaré esto, amo a Candy, deseo pasar el resto de mi vida con ella, por eso quiero pedirte su mano en matrimonio, ambos sabemos que ya se lo propuse y que en este momento ella luce en su dedo el anillo que hace poco le di.

―exacto, no veo porque de esta farsa si es obvio que tú no eres alguien que respete mi opinión.

―Albert, la amo, sé que no nos conocemos y por mis acciones apresuradas puedes pensar eso, pero también sabes lo mucho que te quiere y todo lo que eres en su vida, por lo que te pido consideres eso, ya que lo que para ella es importante, lo es para mí también.

―sé que te la quieres llevar de mi lado.

―si por mi fuera, estaría en donde ella quisiera estar, pero hay razones de peso que me impiden mudarme por el momento.

―ella aun es tan joven y con un futuro por delante, una carrera que ama y por la que se ha esforzado tanto y vienes tu y... no creas que no sé por qué apresuras la boda.

―no estoy apresurando nada, la he querido como mi esposa desde el momento en que comprendí que la amaba y si tienes razón, yo también estoy preocupado, pero nunca he querido entorpecer sus metas, al contrario, quiero ayudarla a alcanzarlas, estoy dispuesto a esforzarme lo que sea necesario para que ella no tenga que estancarse y pueda convertirse en la pediatra que siempre ha soñado ser.

―más te vale, ella no está sola.

―lo sé, ¿entonces que dices?, ¿hacemos las paces?, ¿me concedes su mano en matrimonio?

― ¿Cuándo piensan casarse?

―acabo de proponérselo, aun no fijamos fecha, debo conversarlo con ella, aunque por mi fuera nos casaríamos ahora mismo, al menos por el civil y planear la boda religiosa que ella merece.

―por el bien de mi pequeña acepto tu petición, pero debes saber que siempre la estaré protegiendo.

―lo comprendo y agradezco, nada me importa más que ella y su bienestar.

―salgamos, que mi hermana no conoce la paciencia y es capaz de tumbar la puerta si no sabe de nosotros pronto.

―sí, eso me suena a ella, ―respondió sonriendo Terry, acompañando al rubio mayor a salir.

Afuera se escuchaba la charla de las mujeres, Candy estaba en una video llamada con Eleonor, a quien le mostraba muy feliz su anillo de compromiso.

―es precioso hija, estoy muy feliz por ustedes.

―gracias, Eleonor, oh mira ya vienen saliendo del despacho, hablaremos más tarde.

Deber y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora