Capítulo 12

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Como escapar a los interminables momentos, entre lo que deseamos y lo que tardamos en tenerlo, más importante aún, ¿Cómo saber si lo que tanto luchamos por conseguir, es realmente lo que necesitamos?

Candy se pregunta eso y muchas cosas más, a la vez que quisiera tener una ventana, para poder observar las consecuencias de sus decisiones, hacerle trampa al tiempo, para saber si ha tomado el camino correcto.

Pero esas son solo respuestas de su ansiedad, en el fondo ella sabe que está tomando la resolución acertada, pensó tanto y sopeso muy bien las opciones antes de decidirse, por lo que por simple lógica sabe que no se ha equivocado, que su corazón no le permita hacer otra cosa, eso ya es harina de otro costal.

Tiempo atrás

Si pensó que le costaría conciliar el sueño después de semejante momento íntimo vivido, estaba equivocada, nada más poner la cabeza sobre la almohada el sueño la reclamó sin apenas parpadear.

Tomando en cuenta que la noche anterior apenas y habían dormido, era lógico que el agotamiento prevaleciera.

Para Terry, se había repetido la situación, lo cual era una buena fortuna para ambos, puesto que al día siguiente les esperaba trabajo desde temprano, Candy estaría a cargo del Tour a la perrera Chena, lo cual era algo que a ella le gustaba mucho, no solo estaría cerca de los cachorros de perros esquimales de Alaska, sino que además habría niños, cosa que ella disfrutaba.

El castaño por otro lado tenía el tour de pesca en hielo, para ambos estaban asignados varios grupos, lo que significaba que estarían gran parte del día repitiendo la actividad estipulada.

Aun con el ocupado día que estaban teniendo, ninguno de los dos podía olvidar el placentero momento que tuvieron juntos, si bien es cierto, pese a la tentación, aun en contra de su mismo instinto, Terry había cumplido su promesa y se había portado como todo un caballero.

Con una fuerza de voluntad que solo podía adjudicarle al sentimiento tan intenso que su pecosa despertaba en él, se contuvo, después de que ella escuchara su confesión de amor, él había pensado que ella no respondería y aunque le dolía, sabía que era muy pronto, que debía darle tiempo para que esa misma emoción creciera en ella.

Pero no fue necesario tanta espera, después de unos minutos, su rubia pecosa se había lanzado nuevamente a sus brazos, de los que se había separado mientras se recuperaba del shock de su declaración, besándolo con tal pasión que lo dejo sin aliento y en más problemas de los que tenía, susurrando entre besos: —te amo.

Al salir, Candy se mostraba más confiada, pero el respetó sus anteriores promesas y cerró los ojos para no verla, él le había dicho que cuando finalmente la viera desnuda quería hacerlo sin prisas y disfrutar besando cada parte de su cuerpo, que es en ese momento en que harían el amor, la rubia pecosa se había vuelto gelatina con la seguridad de las palabras de Terry.

Eso sí, ella no había hecho ninguna promesa, por lo que técnicamente no rompió ninguna cuando aprecio completamente la vista de su sexy novio, mordiendo sus labios, tragándose todos los suspiros y gemidos que le provocaba semejante espectáculo.

—si así es en reposo, no quiero ni imaginar cómo es cuando esté listo para mí, no, mejor no lo hago, porque entonces no seré capaz de contenerme y esperar, terminare atacándolo en este lugar, sin importarme si nos descubren.

Terry ajeno a los conflictos de su pecosa, la acompaño a su cabaña, fue poco lo que pudieron conversar, no podían arriesgarse más, tenían aún mucho por decir, pero no hay que tentar la suerte, se dijeron como consuelo.

Deber y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora