Capítulo 18

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Estaba francamente asustada, podía admitirlo para sí misma, tanto esfuerzo, tantos sacrificios, todo podía irse a la basura sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo, de que habían servido tantas noches de desvelo estudiando, su alto coeficiente intelectual, todo el trabajo para conseguir la beca de sus sueños, luego la engorrosa tarea de trasladarse de universidad, todos los trámites que había iniciado.

Y ahora... No sabía que pasaría, no quería perder todo aquello por lo que tanto luchó, no, no lo haría, ella debía ser fuerte y esforzarse aún más, sabía que era difícil, que posiblemente se retrasaría en sus planes, pero no los iba a dejar perder, era su deber.

Poso una mano protectoramente sobre su vientre, —ahora más que nunca tengo que esforzarme, no es solo por mí, nuestro futuro depende de lo que haga ahora.

Tiempo atrás

Hay alguna medida posible para cuantificar la felicidad, si era así, estaba segura de que había sobrepasado todos los parámetros, sonrió con plena dicha al recordar lo sucedido horas atrás, tanta ternura, tanta pasión, ufff, que noche, Terry se había encargado de llevarla hasta límites para ella totalmente desconocidos en la expresión total y absoluta del amor en el plano físico, cerro sus ojos experimentando en su cuerpo de forma vívida los recuerdos de tal demostración.

—finalmente como siempre debe ser.

—sin que nada se interponga entre nosotros, mi amada pecosa.

Aun no comprendía de donde habían salido esas palabras que ambos dijeron en forma tan natural, a la hora en que sus cuerpos se habían convertido en uno, como si el presintiese su estremecimiento con las memorias que estaba reviviendo, la abrazó, atrayéndola más a él, por un momento pensó que ya había despertado, pero seguía profundamente dormido, estaba más que dichosa, acomodando nuevamente su cabeza en el firme pecho de Terry, dejando que Morfeo la reclamara.

Nunca había tenido un sueño tan reparador en tan pocas horas, poco a poco su cuerpo comenzó a despertar, aun no abría sus bellos zafiros, pero, el cálido cuerpo de su pecosa, tan maravillosamente unido al suyo logro que todos sus sentidos estuvieran en pleno funcionamiento.

Lo primero que vio fue la blanca y delicada piel de su amada, salpicada con pecas traviesas, quien diría que tenia un mapa de ellas en su bella espalda, quería dibujarlas lentamente, mmm pronto, esperaba, por ahora debía de conformarse con el recuerdo, dentro de pocas horas tendrían que despedirse por al menos unos meses, no, aun no era el momento de pensar en eso.

Candy se estiró cual gatito perezoso, sin despertarse, terminó dándose la vuelta, liberando su cuerpo que hasta hacia unos segundos le servía de almohada, Terry sonrió y aprovecho el movimiento de su pecosa para levantarse, al verla tan hermosa no pudo resistirse y tomo una fotografía con su celular, en ella enmarcó su precioso rostro, nunca faltaría a su confianza con una toma mas amplia, no, la amaba y respetaba demasiado para eso.

Dejó su teléfono en la mesita y volvió a acostarse con ella, abrazándola, mientras recordaba lo valiente que había sido su rubia pecosa, sus palabras en un primer instante lo habían dejado inmóvil, pero una vez pasada la conmoción, su mismo cuerpo tomo el control, cuando menos pensó ya estaba besándola nuevamente.

La melodía seguía reproduciéndose en el teléfono de Terry, los nervios estaban a flor de piel, pero también la adrenalina provocada por la pasión, sus sentimientos los guiaban, Candy no supo en qué momento la había sentado en su regazo, ambas piernas de ella rodeándolo, sus abrigos descansando en alguna parte de la habitación, sus zapatos igual, ¿Cómo lo había hecho?, ni idea, solo supo que sus pies estaban libres hasta de los calcetines.

Deber y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora