El Duque vio maravillado a su nuera, pues, aunque la había visto a través de fotos y videollamadas reconociendo el inmenso parecido, al tenerla frente a él, le confirmaba que estaba literalmente frente a su abuela, bueno, frente a su reencarnación más seguramente, pues, aunque su abuela era una persona mayor cuando él la conoció, sus gestos y la dulzura de su mirada eran iguales, recomponiéndose, para no mostrar su turbación siguió a sus anfitriones, mientras una ola de recuerdos lo inundaban.
Tiempo atrás
Una hermosa dama con ensortijados cabellos rubios caminaba por el palacio Real, su esposo se adelantó a regañadientes a su reunión, si, a regañadientes, pues odiaba dejarla sola, más en ese lugar, pero sabiendo cuanto amaba ella esa independencia que tanto la caracterizaba, la dejó ir sola al tocador para que ella lo alcanzara luego.
Los guardias, incluso aquellos que no la habían visto sabían de ella y la respetaban, pues, aunque no era muy conocida públicamente, todos en la nobleza sabían de ella, del poder que tenía, pese a nunca
ostentarlo, era sabido por todos que contaba con el favor de la Reina, tal como lo hizo con el anterior Rey, la Lady rebelde le llamaban, algo que a la dama complacía, sonriendo en sus adentros cuando sin querer escuchaba a alguien decirlo.
Unas voces infantiles se oían, la curiosidad la hizo acercarse, sintiendo un gran enfado al ir escuchando la conversación que pese a ser de dos niños, no tenía nada de inocente, recordándole algunos pasajes vividos con los Leagan.
―por favor, devuélvemelo, ―pedía un pequeño de no más de cinco años a otro que no pasaba de los ocho.
―no tengo porque hacerlo, soy superior a ti, un día seré Duque, me debes respeto, ―respondía altanero el niño más grande.
―pero Henry, es mío.
Un fuerte golpe se escuchó en la habitación, cuando el niño más grande golpeo al más pequeño, ante la mirada complaciente de una de las niñeras y la mirada de impotencia de la otra, quienes no hacían nada para intervenir.
― ¿Cómo te atreves?, soy superior a ti, no puedes llamarme por mi nombre, mi padre es marqués, por lo que soy Lord para ti.
―tú lo que eres es un malcriado y desconsiderado, ―se escuchó la fuerte voz de la rubia quien no soportando tanta injusticia intervino,
como siempre hacía en esos casos, tomando al niño lo recostó en sus piernas y le dio de nalgadas, ante las escandalizadas miradas de las niñeras.
― ¿pero ¿cómo se atreve?, ―reclamó una de las niñeras, quien, al ver la mirada de la rubia, decidió mejor salir a buscar ayuda antes de enfrentarse a tremenda fuerza de la naturaleza.
― ¿Quién es usted?, ¿acaso no sabe quién soy?, ―preguntó altanero el niño, en medio de lágrimas de frustración al sentirse humillado.
―oh claro que se quién eres Henry, tú eres el hijo de Nicolas y créeme que va a saber el comportamiento tan deplorable que estas teniendo, ―luego lo puso de pie y se paró frente a ambos niños, ―ahora, me explicas porque estabas siendo tan malo con tu primo.
―abuelita, ―susurró tímido el más pequeño.
―Richard tesoro dame un beso, ―respondió sonriendo la dama rubia, poniéndose a su nivel para abrazarlo y besarlo cariñosamente, consiguiendo que Henry se pusiera un poco celoso sin comprender por qué.
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Deber y Amor
RomanceDespués de una maravillosa temporada vacacional invernal, Terry se encuentra en una encrucijada, una decisión que tomar, su determinación al tomarla le hace ver que ya no hay vuelta atrás.