Capítulo 31

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La ciudad que nunca duerme, todo el caos que eso podría implicar era algo que a una pareja de enamorados poco podría importar, estaban totalmente sumergidos en su burbuja, las manos entrelazadas, Terry manejaba tranquilo, sin apenas tomar en cuenta el pesado tráfico, su felicidad no podía ser empañada.

Candy miraba todo con la emoción de una niña pequeña, haciendo que su amado castaño sonriera disfrutando de su entusiasmo, todo el temor que de algún modo y sin motivo se apoderó de ella días antes y durante su viaje, se esfumó nada más estar entre los brazos de Terry, era un contraste total teniendo en cuenta que tuvo hasta pesadillas acerca de ese viaje.

Inquietantes imágenes de un tren, Terry recibiéndola sin abrazarla, aunque se notara sus ganas de hacerlo, una despedida en la entrada de un hospital... Se esforzó por olvidar todo lo concerniente a ese terrible sueño que la hizo despertar llorando a moco tendido, Albert la tuvo difícil consolándola, incluso su castaño amor como presintiendo su angustia le llamó sin importar la hora.

El rubio mayor quedo más que sorprendido cuando recibió la llamada de su cuñado, como si adivinase que su hermanita lo necesitaba, el parecía igual de angustiado que ella, los dejó charlar un rato y cuando menos acordó, ya Candy estaba durmiendo plácidamente, tomo el teléfono y se despidió de Terry el cual le rogó que la cuidara y que cualquier cosa le avisara sin importar la hora.

Ahora en cambio la felicidad de ambos era plena, sin embargo, ninguno bajaba la guardia, sabían que nada debe darse por sentado, que apenas era el inicio.

Eleonor estaba como siempre encantadora, recibió a su nuera con todo el cariño que una madre recibe a su hija después de una larga ausencia, la comida totalmente deliciosa, mimando a la futura mami, conversaron en un ambiente armonioso, en el cual se aprovechó a ser presentada con el personal de seguridad de Terry, además de los suyos propios.

Candy fue avisada con antelación de dicha disposición, en un principio no estaba muy conforme, eso de tener guardaespaldas como si fuera una celebridad no le gustaba, pero su guapo hermano y su apuesto esposo le recordaron que era parte del paquete, si bien es cierto nadie sabía de la verdadera identidad del padre de Terry, eso no significaba que por eso se iban a descuidar, ella tuvo que admitir que tenían razón.

Para ella se asignaron agentes femeninos, Fantasía, Doris, Elby, Lily, unas bellas mujeres que más allá de su belleza, eran más que armas letales, con entrenamiento especial, capaz de hacer frente a cualquier clase de peligro, ellas se turnarían para cuidar de la futura mami, estando listas para cumplir su misión desde el momento en que ella bajo del avión.

Albert recibió la llamada de su hermana avisando que llego con bien, Nana Pony, junto a tía María no dudaron en arrebatarle el teléfono, para hablar con la rubia pecosa, cuando finalmente el rubio mayor logro recuperarlo tuvo solo algunas palabras más antes de que ella se despidiera, como odiaba a su cuñadito en esos momentos, pero que iba a hacer, era lo que le tocaba, su pequeña estaba loca por ese mocoso engreído.

―te he extrañado tanto pecosa, que ahora que te tengo me voy a desquitar todo el tiempo que no pudimos estar juntos, ―dijo Terry finalmente cuando bajaron del vehículo y tomaron el elevador.

Candy no lo dejo decir más, en cuanto la puerta del elevador se cerró, ella tomo la camisa de Terry y lo hizo agacharse a su altura para luego atacar sus labios con toda la pasión contenida por tanto tiempo, que sorprendió al joven, quien no dudo en corresponder el beso, haciéndolo con el mismo ímpetu y entrega que ella.

Apenas escucharon la campanita avisando que llegaban al piso que desde ese momento se convertiría en su hogar, con suaves besos fueron separándose, el castaño abrió la puerta del departamento, pero antes de entrar levantó a Candy para llevarla cargando, ambos iban sonriendo, sin poder ni querer evitar toda la felicidad que los embargaba, pero las risas pararon de repente, la intensa mirada llena de promesas que ambos tenían mostraba que en este momento ya no querían esperar ni un segundo más.

Deber y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora