Capítulo 26

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La señal de abrocharse el cinturón de seguridad se activó, dentro de pocos minutos estarían aterrizando, los nervios y la incertidumbre querían abrumarla, pero ella tan valiente los mantuvo a raya, la hora estaba llegando.

Tiempo atrás

Al terminarse la llamada, Albert no pudo quitarse una inquietud que no terminaba de descifrar, por alguna razón volvió a su mente Bianca, la madre de Candy, su brillante sonrisa, el guarda de ella muy buenos recuerdos, era una mujer llena de energía y muy amorosa, en eso su hermana se le parece mucho.

Siempre atenta a cuidar de su familia, recordaba lo fácil que se ganó el cariño de Rosemary, convirtiéndose en su mejor amiga, su confidente y cómplice, para él fue otra mamá, ya Rosemary era como su segunda madre, pero Bianca era tan maternal que fue imposible que no se ganara un lugar propio, tanto que no tardó en llamarla así.

Aun recordaba cuan emocionada se puso Bianca la primera vez que el la llamó mamá, su tía Elroy se puso furiosa, lo había reprendido duramente al enterarse, pero su padre llegó en el momento justo para poner en su sitio a su hermana, exigiéndole no volver a molestar a sus hijos, puesto que también había reclamado a Rosemary por ser tan amigable con "la arribista", como llamaba a Bianca, a su vez recordarle que respetara a su esposa o no volviera a su casa y que si seguía así no dudaría en tomar acciones más contundentes.

Su padre fue un hombre justo, pero también fiero protector de su familia.

Recordó cuando Rosemary anunció que estaba embarazada, lo felices que estuvieron ella y su esposo Vicent, el buen hombre era felicidad pura en ese momento, su padre y Bianca rebosaban de alegría, ni que decir de Candy, quien con solo cinco años y medio comprendió muy bien el milagro de la vida.

Su hermanita se la pasaba pegada de Rosemary, bueno, mejor dicho, de su pancita, dentro de lo que su edad le permitía estaba atenta a cada necesidad de la embarazada y dando besitos y caricias a su vientre, recordó que aun tienen videos de algunos de esos momentos, con tantos mimos, no era de extrañar que, al nacer el pequeño Anthony, este no quisiera separarse de su tía.

Recordó también cuando Bianca estaba embarazada de Candy, en ese momento era el quien no podía evitar darle cariñitos a la bebé en su vientre y es que cuando Albert pasaba mucho tiempo fuera de casa, ya sea por la escuela o alguna otra actividad, la pequeña ni se movía, se quedaba quietita, hasta que él llegaba.

Por un momento le pareció ver la sonrisa de su padre, quien muy orgulloso acariciaba el vientre de Bianca, regañando a Candy en la pancita de su madre, por preferir a Albert que, a él, lo hacía jugando, él lo sabía, se le notaba la felicidad, al igual que a su esposa.

"Si, las embarazadas tienen ese brillo tan especial", pensó, vio el rostro resplandeciente de Bianca y Rosemary, con el embarazo se miraban más lindas, lindas como...

― ¿no es posible?, ¿o sí?, pequeña...

El rubio no supo de donde surgieron todas esas reflexiones y es que desde que habló con Candy sus pensamientos lo habían llevado sin remedio al pasado, razonó que solo era nostalgia por la charla que mantuvieron, no obstante, su mente insistió en mostrarle a su hermana y a Bianca en sus embarazos.

¿Por qué relaciono eso?, si, Candy se miraba diferente, con un aura distinta, mas luminosa, pero eso podría ser solo que está enamorada y eso la hace sonreír más, ¿o no?, decidió que tenia que hablar con ella, no entendía de donde surgió semejante idea, sin embargo, su instinto rara vez se equivocaba y menos con su hermanita.

Deber y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora