Capítulo 14

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Consulta su reloj, falta poco, su corazón late con ansiedad, en menos de una hora estará aterrizando el avión, ya no hay marcha atrás, ¿o sí?, bueno, en teoría seria solo de tomar un vuelo de regreso, pero no lo hará, Candy sabe que la vida hay que enfrentarla con valor, con el corazón limpio y la mente clara, no gobernarse por las pasiones, pero tampoco por la lógica automatizada, una buena decisión se toma, al razonar tomando en cuenta la mente y el corazón.

Entre sus dedos acaricia una delicada cadena de oro, la cual hace juego con un arito solitario, que tiene guardado en la cartera, sabe bien donde está el que le hace pareja, —Tramposo, —sonríe recordando el día en que se los regalo.

Tiempo atrás

—vamos Candy, ya es hora.

—ya voy Annie, casi termino, además tu siempre tardas más y yo te he esperado, mm no sé, creo que mejor me pongo la otra blusa.

—Candy te has cambiado más de diez veces, vamos estas preciosa, si seguimos acá perderemos toda la tarde y cerraran las tiendas y no podemos arriesgarnos, tenemos una gran lista de compras.

—está bien, me rindo Paty, vamos.

—hay que ver lo que hace el amor, cuantas veces he intentado que prestes atención a tu apariencia y nada, no me escuchabas, pero mírenla ahora que tiene novio, uuuuu, que se nos volvió vanidosa.

—basta Annie no te burles, decía la rubia pecosa cubriendo su rostro que ya estaba caliente y rojo de la pena.

—ja ja ja ja, rieron al final las tres.

—no es burla, me gusta ese brillo que tienes, estas enamorada y es normal sentirse así, cuentas con nosotras y lo sabes.

—si Candy, ahora andando, ker dos tres cuatro, ker dos tres cuatro.

a la orden Generala Paty, —corearon a dúo Annie y Candy, riendo al tiempo que salían al encuentro de Terry.

En el estacionamiento ya las esperaba el castaño, quien al ver a su pecosa se olvidó de todo el frio y el tiempo que antes parecía eterno esperándola llegar, saludo a las tres, ayudándolas a entrar al auto, subiendo a Candy en el asiento del copiloto, salieron muy animados hacia Fairbanks, cada uno con una lista mental de lo que quería conseguir, sumado a lo que sus compañeros de trabajo les habían pedido.

El viaje era largo, una hora y media de camino, era increíble como en la prisa por la emergencia, Candy no midió ese tiempo cuando llevaba a Terry al hospital la otra vez, sin embargo, en buena compañía pasan rápido las horas, todos estaban tan animados por tener este tiempo libre para poder salir del trabajo que entre charla y bromas cuando menos acordaron ya estaban llegando a la ciudad.

Al llegar todos se dirigieron primero a comprar las cosas de la lista, estuvieron un buen rato consiguiendo todo y verificando que no olvidaban nada, cuando al fin habían concluido se dividieron para poder comprar cada cual sin que los otros supieran, acordando en reunirse al cabo de media hora, por lo que todos salieron rápido para no retrasarse.

Cada uno cuido celosamente que los otros no supieran ni que ni donde habían comprado, cosa difícil pero no imposible, finalmente se encontraron en el punto de reunión, guardaron las compras y se dirigieron a cenar, el castaño quiso agasajarlas invitándolas a un lindo lugar.

La temperatura había bajado considerablemente, por lo que agradecieron la calidez del restaurante al que Terry las había llevado, disfrutaron conversando y comiendo, el postre llego demasiado pronto, pero debían seguir, les esperaba un largo camino al resort y a eso se suma la oscuridad, debían ser cuidadosos, lo bueno de la juventud de la que los cuatro gozaban, era el entusiasmo por las cosas pequeñas y la confianza en los planes futuros, de los cuales en ese momento estaban a manos llenas.

Deber y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora