Su madre tenía razón, valla que había aprendido a la mala. Eso de andar guardándose las cosas le había traído tantos problemas, pero ninguno era tan serio, poco le importaban las consecuencias en ese entonces, al menos eso pensaba antes de conocerla a ella, antes de lastimarla con su silencio y sus preocupaciones encerradas bajo llave dentro suyo.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar cómo había logrado amargar los más bellos momentos que había compartido junto a ella, todo por causa de su manía de ostra, de guardar todo para sí.
Tiempo atrás
Los jóvenes volvieron al resort con tiempo suficiente y así prepararse para la jornada que les esperaba, Candy no comprendía la actitud de Terry, luego su corazón dolió más al verlo tan ensimismado, fue cortes, pero distante, para remate se despidió con un simple: —nos vemos más tarde.
—ni siquiera me volteo a ver, pensó Candy con tristeza.
Las chicas no comentaron nada, seguro notaron su extraño cambio de comportamiento, pero no la presionaron, probablemente entendían que ella no sabía que pasaba, habían estado compartiendo momentos tan bonitos, llenos de ternura y cariño, si no se mentía, también había un poco de deseo, imposible no sentirlo cuando se tiene un novio tan apuesto, pero luego...
Su corazón confiaba ciegamente en él y le decía que había una explicación, solo debía tener paciencia, su cabeza en cambio, bueno su cabeza le decía que debía ir y agarrarlo de zapotazos para que aprendiera a no comportarse de esa forma y encima confundirla tanto con sus repentinos cambios de ánimo, caray si alguien debía tener cambios de temperamento era ella
—somos las mujeres las que tenemos cambios de humor por las hormonas no los hombres, tendré paciencia Terry, tratare de no hacer esto más grande de lo que es, pero que no se te vuelva costumbre, o se me saldrá el apellido con todo y mis ancestros, —pensaba para si la pecosa.
Terry apenas y registro en su cabeza el momento en que finalmente llego a su cabaña, se encerró en el baño y lavo su rostro, su cabeza era un torbellino, con sentimientos revoloteando y alborotando sus ideas, no comprendía como es que aún se desmoronaba cuando los trágicos eventos sucedidos hace algunos años volvían a él.
Es que acaso nunca se liberaría de semejante tortura, no, el no merecía ser libre de la culpa, él debía pagar su penitencia, era lo menos que podía hacer, porque todo lo sucedido había sido por causa de él, ahora solo podía hacerse responsable de sus actos.
De pronto la sonrisa de Candy atravesó su maraña de pensamientos, al momento en que esa misma sonrisa se transformó en tristeza y desilusión por su injusto proceder.
A la hora del almuerzo el personal estaba disfrutando de sus alimentos, Candy y sus amigas se encontraban en una mesa, cuando el castaño llego a acompañarlas, como ofrenda de paz llevo un delicioso postre para compartir, brindando especialmente una sonrisa devastadora para su pecosa, claro está después de semejante flash en su cerebro ella no pudo más que devolver la sonrisa a su novio, ¿estaba molesta?, ¿Cuándo?, ¿Por qué?, obviamente todo lo que importaba en ese momento era que estaba con ella, lo demás ya no importaba.
Nuevamente disfrutaron de una amena conversación, el incomodo incidente de la mañana aparentemente olvidado, más apenas estaban terminando el delicioso postre que Terry les había llevado, cuando Michael se acercó a la mesa, prácticamente sentándose, sin que nadie lo hubiera convidado.
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Deber y Amor
RomansaDespués de una maravillosa temporada vacacional invernal, Terry se encuentra en una encrucijada, una decisión que tomar, su determinación al tomarla le hace ver que ya no hay vuelta atrás.