Capitulo 1

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"El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo"

                              Paulo Coelho

Estoy corriendo, huyo de alguien, esta oscuro, apenas puedo ver donde piso por la cálida luz de una aldea en llamas que he dejado atrás, la angustia y la impotencia se apoderan de mi, parece ser que apenas tengo 5 años a lo mucho, mi cuerpo comienza a exigir un descanso pero sé que si le obedezco me atrapara, me matara, será en vano la muerte de esas personas, gritos de agonía y miedo son la melodía de esa noche, la sangre, tierra y el olor al hierro la perfuman y es tanta la desesperación que se pueden palpar, corro lo más que me lo permiten mis pequeñas piernas pero tropiezo y una grande mano con largas garras toma mi cuello con fuerza asiendo que un cálido y rojo liquido lo recorra, impidiéndole el paso de oxígeno a mis pulmones, me enfoco con las pocas fuerzas que me quedan en sus ojos los cuales no diferencio muy bien por la oscuridad lo que si logro ver es esa arrogante sonrisa. Se acercó lentamente a mi oreja y me susurro con una voz muy profunda e imponente.

- te voy a encontrar princesa y cuando lo haga te hare pagar por tu pecado - tenso más su agarre y pude escuchar como su sonrisa se ensanchaba aun mas
-yo nunca te hice nada nunca te lastime -conteste con un hilo de voz firme.
- te equivocas princesa, mi problema eres tu ¡nunca debiste haber existido! - Y luego me susurro
- tu pecado es tu existencia...

Abrí los ojos abruptamente, mi respiración es entre cortada y mi pecho esta precipitado por mi brusco intento de tomar el aire de esa gran habitación, mi cuerpo suda frías y delicadas gotas que resbalan rápidamente por toda mi piel. Una vez que he comenzado a tranquilizarme noto un suave tic tac alado de mi cama, ladeo un poco la cabeza hacia la derecha donde encuentro un despertador simple de campana el cual marcaba con sus finas manecillas las 4 am, contemplo un poco más el sonido mientras llevo mi brazo izquierdo a mis ojos para darme cuenta de lo fría que era esa mañana, las suaves gotas de una apagada lluvia acariciaban mi ventana, la casa permanecía dormida aun, en total y completo silencio, sumergida en una solitaria tranquilidad.

Comencé a perderme en mis pensamientos, repetidas imágenes llegan a mi cabeza, recuerdo la causa de mí abrupta forma de despertar, un sueño extraño y desagradable, una discreta sonrisa se pinta en mis labios.
-Solo era un sueño-me digo a mi misma en un intento de tranquilizarme, me alegro al entenderlo, me encantaría decir que nunca ocurrió tal cosa pero eso sería una vil mentira...

Escucho mi móvil vibrar en la mesa de noche junto al despertador, sin abrir los ojos y mucho menos ver la pantalla contesto el celular al saber quién es la única persona que puede estar buscándome a estas horas de la madrugada
- Diga-contesto seria y secamente.
- Jefa que bueno que la encuentro, ¿no la desperté cierto?
- No te preocupes Eduardo que ocurre - Eduardo es uno de mis empleados, para ser más exactos él es mi asistente.

Una vez concluida la llamada de 15 min. Con Eduardo miro el reloj descubriendo que ya son las 6 am. Me levanto de la manera más aburrida de todas, simplemente mis pies tocan el piso, este se calienta para evitarme algún resfriado, las luces se encienden automáticamente y mi sistema de mando automático se activa.

- Buenos días señorita ¿cómo amaneció hoy? - Dice Richard, el nombre que le he proporcionado a este maravilloso sistema que he desarrollado para mi uso personal y laboral, siempre quise un mayor domo pero era difícil conseguir uno que no hablara mucho, limpiara, tuviera su total y completa disposición, confidencialidad y eficiencia por lo que me vi obligada a crear el mío a mi gusto y claro porque no con una buena voz y sin necesidad de darle un centavo.

- Muy bien Richard agradezco tu interés - conteste indiferente
- ¿se le ofrece algo? - pregunto amablemente.
- Prepárame la ducha por favor - tendí mi cama, revolví mi cabello y me dirigí a la ducha, me bañe lento; no tenía prisa ni interés de llegar temprano a ninguna clase, realmente ni siquiera quería ir a la escuela, ya tenía todos los conocimientos básicos y próximamente dominaría los de universidad, pero total necesitaba el maldito papel.

¿Cual es tu realidad, mi princesa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora