Captulo 4

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"Mientras más triste sea tu historia, más fuerte debe ser tu sonrisa"
Paulo Coelho

Pasamos mi casa y continuamos derecho, quince minutos después llegamos a una hermosa casa igual o más grande que la mía. Ahora que lo pienso no vivíamos tan lejos el uno del otro.

Tenía un enorme portón, y cerca de la entrada había un espacio bastante grande para colocar el auto, este tipo se estaciono alado de un deportivo negro, nada feo por cierto. Salió como alma que lleva el diablo del auto, me abrió la puerta y entramos a su casa, tenía suelo de madera y olía demasiado bien; definitivamente alguien estaba cocinando.

Él se dirigió evidentemente enojado por el corredor y antes de entrar a la sala volteo a verme, recordando que venía con él.

- ¿piensas quedarte ahí? - me miro por arriba de su hombro. Comencé a caminar algo extrañada por la reacción de este tipo. Recorrí el amplio corredor hasta llegar donde él.

La habitación se abría dando paso a la sala principal, unas escaleras enormes de madera se situaban al fondo de esta casa, luego había dos puertas, una daba a la cocina y la otra a una oficina, alado de la cocina en otro tipo de habitación sin puerta estaba el comedor.

-Ya llegue - dejo las llaves en la mesa de la sala y se sentó en un sillón. Yo me quede embobada en una foto, donde se encontraba una señora guapa pero con sus añitos, alado estaba un hombre un poco más grande que la señora, luego estaban dos tipos muy guapos, ambos rubios de unos 20, eran muy parecidos, incluso me atrevería a decir que eran gemelos y por ultimo estaba el abrazando a un pequeño niño de unos 3 años.

Todos sonreían, pero mis ojos brincaron a otra foto; estaban los gemelos y Raimon también había un chico de ojos oscuros más grande, en el centro estaba una hermosa señora, con un bello cabello rubio como el de los gemelos, tés blanca como la del chico castaño, divinos y despampanantes ojos verdes y una sonrisa discreta y deslumbrante.

Me perdí en sus ojos, eran tan familiares, ella me era muy conocida, esos ojos, ese verde creí haberlo visto en los ojos del idiota, una voz profunda me saco de mis pensamientos.

- O ya llegaste hermanito ¿Cómo te fue en tu linda escuela? - me gire y vi a uno de los chicos de la foto era uno de los rubios, tenía un traje y su corbata estaba floja.

- eres un... te llevaste mi auto sin pedírmelo, para variar salí tan tarde de casa que ni siquiera pude ir a la empresa, sabes que por tu culpa papá me va a matar, más te vale que hallas tenido una muy buena razón. - se cruzó de brazos y lo miro fijamente. El rubio se quedó pensando un segundo para después decir con una amigable sonrisa.

- creo que se me antojaba cambiar la rutina un poco, tu sabes usar otro auto. - Raimon sonrió levemente y pregunto.

- ¿algo que desees agregar? - el chico lo vio serio.

- na, eso es todo - dijo despreocupado y tranquilo.

- Ni siquiera me di cuenta cuando el idiota golpeaba al rubio en la cara o eso pretendía porque lo esquivo, eran tremendamente rápidos, después de unos minutos Raimon logro someterlo con una llave muy compleja.

- amor mío ya llegue, esperó no me hayas extrañado much... - era el otro rubio de la foto, también vestía de traje, ni siquiera me vio ya que sus ojos se detuvieron en la riña de los hermanos.

- ayúdame, por favor - dijo con un hilo de voz el rubio sometido mientras alzaba una mano hacia el otro rubio, luego la dejo caer y fingió morir.

- ¡No copia mía! no me dejes por favor, yo te amo - corrió el rubio asia el otro, se hinco, aventó a Raimon y tomo entre sus brazos al cuerpo del antiguo rubio sometido.

¿Cual es tu realidad, mi princesa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora