Capitulo 22

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"Esa imperfección que caracteriza a los humanos, es lo que los hace perfectos"

Confía en que te salvare
Tessa Amsel Montero

– Espera ¡QUE! – grito la rubia.

– Aparte de rubia sorda – soltó por lo bajo Raimon.

– Olleme mocoso no creas que no te escuche.

– ¿Entonces para que preguntas?

– Eso es imposible, tú nunca tuviste novia.

– Eso es lo que tú creías.

– No me cambies el punto es imposible que te quieras casarte.

– No es imposible ¿Qué no te lo acabo de explicar? – este tipo de discusiones me eran muy familiares.

– Eso es imposible – intervino David.

– ¿A, si, porque lo dices? – Cuestione seria.

– Porque yo no recuerdo haber dado mi consentimiento para esto.

– Así como yo no recuerdo darte mi consentimiento para entrar a la agencia – camine a las escaleras.

– Todavía con eso, ya me disculpe – repitió David – además esto es diferente.

– No, no lo es – espete yo.

– No empieces – subí lentamente las escaleras.

– Es mi vida, no la tuya.

– Pero tu vida también me incluye a mí.

– Y la tuya a mí, pero tú no deseas ni te interesa incluirme en la tuya.

– Argot te estas comportando como una niña caprichosa – me detuve es seco, estaba molesta pero en mi vida me comporte como una niña caprichosa estaba mal si creía que se libraría de mi así de fácil.

– ¿Una niña caprichosa? – no lo mire.

– Yo creo que sería un buen momento para...

– No te metas en esto Eduardo – lo acallo David.

– No le hables así a mi asistente.

– Deja de comportarte así y baja para que arreglemos las cosas como personas maduras ¿Quieres? – levante una ceja incrédula, siempre que me hablaba en ese tono relajado pero autoritario era porque estaba molesto.

– Eduardo, retrasa la conferencia con los árabes, pospón mi desayuno con el empresario de Chrysler para la comida y saca el auto, salimos en 15 – Eduardo obedeció sin chistar y continúe subiendo las escaleras de mi casa.

– Argot, no me hagas subir – soltó David al borde de su paciencia.

– Suerte con eso.

– ¿Es enserio? ¿Piensas ignorarme todo el día o algo así?

– Solo mírame.

– Esto es demasiado infantil de tu parte – me encogí de hombros.

– Pero funciona con tigo – dio un paso a la escalera.

– Como si eso me afectara.

– Richard no quiero que suba – con esa frase los escalos de cristal comenzaron a entrar a la pared impidiéndole a David subir.

– ¿Te pones de su lado?

– Lo lamento Señor David pero es una orden directa – continúe subiendo y los escalones salían y entraban respectivamente en donde pisaba y dejaba de estar.

¿Cual es tu realidad, mi princesa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora