Capitulo 11

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"Para mí, no hay acto de mayor valentía que ser aquel que besa primero"
Janeane Garofalo

Mi cabeza dolía, mi cuerpo pesaba y mi audición era distorsionada, mi cabello estaba húmedo, me abrazaban sabanas frescas y suaves, me senté en la esponjosa cama que supe no era la mía, no recuerdo mucho después de la tormenta, retire el pañuelo que descansaba en mi frente, estaba húmedo, lo coloque en la mesita de noche que tenía alado, pase la vista por la habitación, ya había estado aquí en una ocasión, aún estaba oscuro, mi reloj brillaba, estaba en Modo Supervisor, lo cual era raro porque yo no lo había activado.

Intente levantarme pero sentí un peso extra al moverme y note por primera vez que él estaba en la habitación, tenía su cabeza apoyada en sus brazos, su respiración era acompasada, estaba recargado en la cama, sentado en una silla alado de la misma, su cabello estaba un poco húmedo y solo llevaba un bóxer y una de sus camisas de manga larga para vestir sin abrochar, una de sus manos descansaba en mi vientre, coloque mi mano sobre la suya.

- Nunca cambiaras - le retire el cabello que posaba en su frente y coloque su mano en la cama, a lo que el por reflejo apretó, sonreí.

- Descansa - después de contemplarlo por un rato bese su frente y me levante suavemente para no despertarle.

Me dirigí al baño, perdí un poco el equilibrio por lo que me apoye en la puerta una vez que llegue, creo que aún no estaba bien, me dieron náuseas y me palpito la cabeza, me lave la cara, contemple mi reflejo un momento.

- Señorita es mejor que regrese a la cama aún no se recupera.

- Lo se Richard ¿Quién accedió al sistema?

- El joven Raimon - Sonreí.

- No recuerdo mucho.

- Colapso en la calle y el señor Raimon la trajo a su casa.

- Entiendo.

- Le envié un correo al Señor Eduardo para avisar por su posible retraso en el trabajo.

- Gracias Richard.

- No hay de que Señorita, si necesita algo pídalo.

Me incorpore y apague la luz del baño, Salí de este y cerré tras de mí, el tenue brillo de la luna se filtraba en la habitación, Reí se movió abruptamente y observo con desesperación el lugar, al verme se apresuró a mi encuentro y se detuvo a unos centímetros de mí.

- No deberías estar en pie, tienes que descansar - su tono era preocupado y me miraba desesperado.

- Estoy bien - le sonreí, mi voz era apenas audible.

- ¿Estas bien? ¡Maldición Argot me diste un jodido susto! Creí que te perdería, que no despertarías - paso sus manos con frustración por su cabello.

- ¡No sabía qué hacer! - estaba gritando y movía sus brazos con violencia en el aire.

- Me di cuenta que no sé nada de ti - bajo la cabeza, me acerque a él y lo abrase, se tensó por un momento y luego me respondió el abrazo con necesidad, escondió su cabeza en mi cuello y soltó el aire que estaba reteniendo.

- Gracias - susurre en su oído.

- Perdón - me respondió y se separo un poco de mí.

- No tengo nada que perdonarte...

- No, yo realmente lo siento, siento ser un cobarde, siento tanto lastimarte - estaba afligido, en sus ojos se reflejaba toda esa culpa que lo atormentaba.

- Tienes razón eres un cobarde que teme perder a los seres que le importan, que no teme hundirse para salvarlos y que no se arrepiente de sus actos siempre que el resultado sea el bienestar de esas personas - levanto la cabeza y me miro asombrado - No me importa si eres ese tipo de cobarde - me miro un momento y después dejo ver esa sonrisa tan suya.

¿Cual es tu realidad, mi princesa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora