Capitulo 9

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“El mundo no es cruel, la vida tampoco sin embargo las personas sí lo somos“

                                Andrea García

Mi cuerpo pesa, las voces explotan como  burbujas en mis oídos, alguien está cantando, es mi madre esto es relajante sin embargo nada encaja ¿Cómo llegue aquí? ¿Dónde estoy? Esto no es la realidad.

Abro los ojos de golpe al escuchar el grito desgarrador de un niño, yo le conozco, cuando mis ojos se acostumbras a la luz puedo diferenciar por fin aquella terrible y perturbadora escena, diferencio los lamentos de una señora que acostumbra sonreír, los intentos desesperados de mi padre por desvanecer una extraña pared de luz y el esfuerzo de un padre que perdió la esperanza detiene  a su primogénito, pero ¿De qué?

Mis ojos se dirigen hacia donde el chico castaño intenta correr y es cuando lo veo al fin, encuentro al procedente del grito que me regreso a la realidad. Un frio sepulcral penetra en mis huesos cuando lo veo, sin pensarlo dos veces corro a él y todos fijan su atención en mí, intentan detenerme, más sin embargo nadie lo logra.

Queme la pared de luz antes de correr, cuando veo que el demonio sostiene una espada de plata frente a Raimon, no soy muy rápida ya  que solo  tengo 4 casi 5 años por lo que llego justo para recibir el golpe, siento un ardor debajo del pecho y me duele, pero ver la sonrisa de satisfacción del demonio me enfurece, no hablo solo lo miro a los ojos y arrebato su vida mientras su cuerpo se zambulle en mis llamas azules, los mate a todos y no sentí remordimiento.

Me dirijo a Raimon, su alma es insuficiente para seguir con vida pronto se apagara, el extiende su brazo y me acerca; el dolor se intensificó pero no me importa.

-¡Eres muy imprudente!¡¿Porque arriesgas tu vida así?! - le grito frustrada y al borde de las lágrimas.

- Tu bales el riesgo - Esta muy débil, susurrar en mi oído.- Lo siento Argot, no fui tan fuerte creo que no podre estar con tigo más - me abrazo - siempre serás mi princesa.

Dicho esto se desmorono, lagrimas traidoras recorrieron mi rostro, sentí como todo el miedo me albergaba y el dolor llegaba hasta mi alma, dolía y solo la herida, llore, le grite, le pedí que no me abandonara pero no escucho y tampoco despertaba.

Presa del pánico solo se me ocurrió una cosa, el necesitaba un alma y yo la tenía, conocía el ritual a la perfección y el tiempo me amenazaba con entregarlo a los brazos de la muerte.

Memorice todas y cada una de las señas y palabras, las recite como en el libro de mi padre y al terminar la última seña un haz de luz azul y verde nos  envolvió a ambos, entonces el dolor se apodero de mí, sentía como si todo mi cuerpo se rompiera, me arrancaran la piel de un jalón y sin evitarlo gritos de dolor se escaparon de ambos.

El dolor ceso, Raimon corrió sosteniéndome en sus brazos fue cuando me di cuenta que no podía seguir en pie, el alivio me inundo y la tranquilidad también, aún estaba débil, él me decía algo que no entendía; lo acerque a mí y le di lo que me quedaba de energía después todo se hizo oscuro, escuchaba su voz distante y desesperada.

Lo siguientes no los recuerdo muy bien, faltaban 5 días para mi cumpleaños, desperté en una habitación acompañada de flores y cortinas; era un día soleado.

- ¿Cuánto tiempo dormí?

- Cuatro días - contesto mi padre - Nos diste un buen susto.

- ¿Cómo esta Raimon?

- No te preocupes, él está bien.

- Pero tengo que verlo.

- Descansa, mañana será tu cumpleaños, iremos al pueblo y luego lo visitaremos - beso mi frente - lo hiciste bien mi pequeña princesa, me debes algunas explicaciones.

¿Cual es tu realidad, mi princesa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora