Un gran susto y un besito

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Aquella tarde había cúlminado con los cinco jovenes teniendo una tarde divertida, bueno JungKook solo de vez en cuando y cuando sus noonas le preguntaban algo y le hacían la conversa. Por otra parte Tae disfrutaba ver la sonrisa conejil de su humilde guardaespaldas. La tarde había cúlminado con las pelinegras marchandose de su departamento y ya pasada las ocho de la noche Kook se retiró luego de ver que no haya nada extraño fuera del departamemto. Tae no quería que se vaya pues al siguiente día no le vería pues era el día libre del castaño y suyo tambien a demás que sería el día en el que se mostraría el anuncio de su ruptura con Jennie. Esa noche casi no durmió con el pensamiento de que se sentía libre para aceptar la atracción hacía el castaño y bueno que le estaba gustando tambien. Claro, ya lo había aceptado, solo que ahora no tenía el sentimiento de culpa por tener pareja.

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Mientras que por otra parte de la cuidad de Seúl el castaño se encontraba saliendo del hospital junto con su madre, pués aprovechó su día libre para ir al tratamiento semanal que necesita su madre y de páso saber como iba la salud de su madre.

- Me alegra saber que los tratamientos estan funcionando.- dijo Kook mientras caminaban entrelazados sus brazos.- Eres la mujer más hermosa, valiente y fuerte del universo. Te amo.- le dijo besando la frente de su madre.

- Y tu eres el bebé más bueno, lindo y amoroso del universo, tú y Solar son mi todo.- sonrió.- Los amo mucho.- dijó.- Debes invitar a comer a las niñas, hace tiempo que no nos reunimos y Solar las extraña al igual que yo.- mencionó mientras esperaban el táxi.

- Lo haré, pero en otro momento hoy no, por que este día les pertenece a ustedes, a las dos mujeres más importantes de mi vida. Por ustedes todo.- le dijo abrazandola mientras viajaban en la parte trasera del táxi.

- ¿Llevaras a Solar al parque hoy?.- preguntó su madre.

- Si, se lo prometí.- respondió. Luego el viaje fue silencioso, su madre se quedó dormida, el tratatamiento la agotaba.

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En el departamento, Tae estaba aburrido Jin y JiMin no habían ido, le avisaron que no podrían. JiMin tenía una sesión fotográfica de lencería masculina. Y Jin, seguramente se fué con algún chico guapo.

Quería salir pero habían muchos periodistas. Así que tendrá que pedir comida. Tomó su teléfono buscando la aplicación y ordenó; Tteokguk y Japchae. Decidió esperar su comida mientras veía una película. Pero el no sabía que alguíen estaba fuera de su casa buscando una manera para entrar.

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JungKook se encontraba estaciónado fuera de la escuela de su hermana, pués había llegado a su casa con su madre, le preparó comida y la dejó descansar.

- ¡Kookie!.- gritó la pequeña al ver a su hermano esperando por ella.

El sonrió.- Hola hermosa, vamos no podemos perder más tiempo; debemos disfrutar jugando en el parque.- dijo mientras le colocaba el pequeño casco.

- ¿Podemos comer helado?.- preguntó.

- Claro mi reina, ese será el postre, antes comeremos Japchae.- la pequeña asintió.

Al menos esos eran los planes de Kook, pues un Tae se encontraba asustado, escondido en medio de su armario entre cajas y ropas que hace ya mucho no usaba.

Pues el hace ya casi una hora había estado esperando pacientemente su comida y nunca conto que su sasaeng le pagara al repartidor de comida y este le diera a la obsesionada chica la comida de Tae. Y no lo culpen estaba realmente hambriento, quería comer aquellos platillos. Por eso abrió la puerta sin preguntar, pues por el monitor el logró divisar las bolsas donde estaba su deliciosa comida. Más grande fue su sorpresa que al tener la mitad de esta abierta, pudo reconocer aquella cabellera rubia con mechas verdes y azules; reaccionó lo más rápido que pudo y cerro la puerta con seguro, trató de llamar a la seguridad del edificio pero el teléfono no valía, estuvó por llamar a la policía desde su celular pero apenas y lo pudo agarrar del sofá por que sintió como la cerradura era forzada al igual que la puerta. Corrió a la habitación de huéspedes donde el tenía en el armario ropa, cosas que ya no usaba y muchas cajas, se metió al armario lo más silencioso que pudo; le tembló las manos y en movimientos torpes buscó de manera rápida el numero de la primera persona que pasó por su cabeza. Su humilde guardaespaldas.

Mi humilde guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora