Vencida

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- ¡No!.- gritó Kook y aquel ensordecedor sonido del disparo resonó por todo el lugar.

El silencio reino en la habitación despues del disparo, un jadeante JungKook había logrado desviar el disparo; por otra parte Tae, sintió que el alma le volvió, pero su cuerpo no dejaba de temblar y, jamás dejó su posición, en cuclillas rodeando con su cuerpo el pequeño cuerpo de Solar a manera de protección. La pequeña tenía su cabeza enterrada en el cuello del pelinegro no dejaba de sollozar bajito.

- P-pero.- fue lo único que la rubia formuló sorprendida.

- ¿Tae, estan bien?.- preguntó bajito, recibiendo un leve asentimiento del mayor.- Bonita, no hagas esto por favor.- dijo llamando la atención de la joven.- Por favor suelta el arma.- mencionó tratando de sujertar el arma, siendo difícil de hacerlo.

- M-me dijiste bonita, ¿soy bonita?.- preguntó con las mejillas coloradas.

- Si, lo eres.- respondió tratando de ponerse frente a ella y así quitando a Tae y Solar del campo de visión de la rubia.

- Pero no me recordaste.-  le reprochó.

- Y lo siento, fue hace mucho y estaba oscuro no pude ver bien tu rostro.- acarició una de las mejillas de la joven y con su mano libre le hizo señas a sus hyungs para que liberaran a Tae y a Solar; así empezarón a acercarse a paso lento hasta el par de cautivos.

La rubia estaba embobada por los toques del castaño.- Siempre te esperé.- le dijo susurrando.

- Eres muy linda y por eso no deberías hacer este tipo de cosas.- intentaba acercar su mano a la de ella para así sujeretar la pistola.- Y gracias por esperarme.- le regaló una sonrisa  de labios apretados.

La chica estaba tan engatusada que no se daba cuenta de que Nam y Yoon se escontraban abriendo las esposas de las cadenas que los mantenía sujetos a los chicos. Practicamente Tae tenía su mano sobre la boca de solar para que no emita ningún tipo de ruido que alerte a la rubia y así evitar exponer aún más a Kook del peligro en el que estaba. Tenía demasiado miedo, no quería que nada malo le suceda a su conejito.

Por otro lado los padres de la joven veían como los chicos los liberaban siendo testigos de la mirada perdida que tenía su hija; veían como tenía fuertemente agarrada el arma, que a pesar de que el joven castaño intente tomarla no podía quitarsela, aquella arma que fue un regalo de parte de ellos para hacer que la joven se sintiese mucho más segura. Gran error y una mala decisión, ambos lloraban en silencio por que sabían y estaban muy concientes de que una persona en aquella habitación saldría por lo menos herida.

Poco a poco fueron liberados, a paso lento y sin hacer mayor ruido se colocaron justo al lado de los padres de la joven.

- ¿Te casaras conmigo?.- pregunto ella.
Tenía el arma sujetada pero no se la podía quitar sin hacer verdaderamente fuerza.- Dime ¿cuales son tus flores favoritas?.- preguntó él, tratando de evitar aquella pregunta.

La rubia lo miró a los ojos.- Mmm, no lo sé.- pensó un momento.- El crisantemo amrillo me gusta mucho.- le respondió.

- Ya veo, a mí me gustan las trigidias y los calicantos por que es la flor de nacimiento de la persona que más amo, luego de mi madre y Solar.- le dijo y la rubia solamente asintió.- Por eso, me duele que hayas secuestrado a Solar, por que ella tiene un pedazo de mi alma, de mi vida y si le hacías daño jamás te lo perdonaría.-  "y tae tiene más de la mitad de mi vida y alma"; quiso decir pero solamente lo pensó, sabía que si mencionaba al pelinegro la rubia reaccionaria muy mal.

- Lo siento, pero no le hice daño. Por favor no me odies.- pidió la joven.

- Shh, tranquila no lo hago, se que está a salvo.- hizo señas a los chicos para que se resguarden.- Pero debes entender de que esto no esta bien, de que tú no estas bien y que necesitas ayuda profesional, tus padres estan preocupados por tí, ellos te aman y les duele que estes así.- le dijo.

Mi humilde guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora