Prólogo

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Era un día tan tranquilo, pacífico y muy soleado; las aves cantaban unas hermosas melodías que iban de acuerdo con el murmullo de las cascadas que a lo lejos se escuchaban, dándole ese aire tan majestuoso que siempre había tenido la Montaña Solitaria, Érebor.

Esta paz se vio interrumpida por el repentino cambio del aire, volviéndose más fuerte. Luego se escucharon como los pinos eran arrancados, como si un huracán estuviera detrás de todo esto.

Pero nadie imaginó qué (o mejor dicho, quién) estaría detrás de esto...

—Balin, has sonar la alarma— dijo un enano algo guapo con ojos azules profundos y pelo negro azabache, su nombre era Thorin— llama a la guardia. ¡Hazlo ya!

— ¿Qué sucede? —preguntó un enano con una larga barba con muchas canas.
—Un dragón—le dijo y después gritó "¡DRAGÓN!"

La gente se empezó a alarmar y los soldados hicieron filas, cerraron las puertas para ganar un poco de tiempo. Pero ésta no aguanto mucho tiempo puesto que fue arrancada y el príncipe enano gritó algo en khuzdul y se prepararon.

El dragón entró, aventaba o mataba a cualquiera que se le atravesara y fue ahí lo de estuvo a punto de aplastar a Thorin cuando una muchacha delgada (para ser una enana), sin barba, pelo Rubio con mechas azules, ojos azules, tenía marcas de un zorzal en el cuello del lado derecho, copos de nieves en el brazo derecho y la estatura de un enano salió de la nada y empujó al enano y cayó en sima de él y quedaron viendo se a los ojos.

La joven vestía un pantalón marrón, una blusa del mismo todo con algodón en las mangas de ésta, unas botas cafés y traía un chal que tenía como ruinas enanas en las orillas. Llevaba el cabello recogido en una coleta alta.

—Te debo la vida— dijo Thorin agradecido.
—No hay de que, sólo me deberás un favor— sonrió, una hermosa sonrisa blanca.
—Claro— dijo el enano— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó.
—Luego le digo majestad, ahora hay que salir de aquí— dijo un poco agitada.

Salieron corriendo junto con a los enanos que iban hacia la salida.
Mientras corrían el príncipe le hizo una preguntó a la joven misteriosa.

— ¿Cómo te llamas?
—Rill Zirak— respondió la joven— mira, los elfos— señaló arriba de la colina.

El joven enano gritó que los ayudarán pero los elfos no los ayudaron y le iba a decir algo a la joven pero había desaparecido, dejando a Thorin con preguntas y un tanto asombrado.

Ese día los elfos les dieron la espalda, pues Thranduil no arriesgaría la vida de los suyos por algo que ya estaba perdido.

El joven príncipe buscó trabajo en las herrerías de los hombres; nunca olvidó como aquella raza le había dado la espalda a él y al sufrimiento de su pueblo. Nunca perdonó, ni tampoco olvidó.

La Estrella a La Derecha (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora