Capítulo 20. ¿Guerra o Paz?

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Capítulo20. ¿Guerra o Paz?

Cuando mi amiga me dijo que el dragón había muerto, me acordé de lo que habíamos hablado mi madre y yo en mi sueño, de las cosas que me había dicho y de las cosas que tenía que averiguar por mi cuenta propia; no le podía decir a nadie, me dijo que todo a su momento, ni siquiera a Lessa.

Estaba emocionada pues ya había cumplido mi misión (o bueno, una de tantas que tal vez podría tener en lo largo de toda mi vida, es decir, para siempre), o al menos eso era lo que creía pues según lo que mi madre me había dicho, la montaña tenía que estar en manos para bien, protegida y en buenas manos. No entendía a lo que se refería.

El olor a pescado todavía seguía —y más fuerte, digo, si es que eso se podía—, fue ahí cuando me puse a observar todo lo que tenía a mi alrededor. Estábamos en la orilla del lago pues a lo lejos se podía ver la ciudad, que antes era el hogar de toda esta gente que me rodeaba, humeando. Cerca de donde nos encontrábamos, se estaba haciendo un horrible alboroto que al instante me dio una gran punzada en la cabeza. Pude ver cómo Alfred (el que me había insultado) estaba a punto de pegarle a una mujer que no le quería dar una manta si no fuera por Bardo, que gracias a Eru le paró la mano en el preciso momento.

Fue en ese momento cuando la gente se empezó a alterar, empezó a decir que colgarán a aquel ser repugnante de un árbol pero Bardo los detuvo, haciéndolos entrar en razón diciendo que si no eran suficientes muertes y todas esas cosas. En mi opinión, él sería un muy buen líder, tenía esa madera que podía hacer que todo un pueblo pudiera trabajar en equipo y él trabajando junto con ellos, no simplemente dirigiendo y mandando, sino, apoyando.

Luego de todo eso, llegó un elfo del Bosque Negro, pude ver a lo lejos a Legolas junto con aquella elfa pelirroja que había arruinado el posible futuro que nosotros (Legolas y yo) podríamos tener pues pensaba que lo que nos había distanciado ya estaba sanando la herida. Ambos estaban tomando un caballo y se iban (pero según Lessa, antes de que yo despertara Kili y Tauriel se despidieron, razón por la que los enanos que se habían quedado en la ciudad no estaban), luego de un momento ya no se les podía ver. Después, el mismo elfo se acercó hacia nosotros.

—Mi señor— le dijo a Rainiver, a nosotras dos nos ignoró por completo.
—Si mi padre quiere que vuelva al reino, mándale un mensaje diciéndole que por ningún motivo voy a dejar a mi NOVIA y a mi mejor amiga— le dijo antes de que el elfo pudiera decir algo, y recalcó mucho la palabra novia.
—En ese caso, me retiro mi señor— se fue haciendo una reverencia.
— Y... ¿Ahora qué?—preguntó Lessa para liberar un poco de tensión.
—Hay que hacer lo que Bardo quiera que hagamos—dijo Rainiver.
—Si tu padre quería que volvieras al Reino es por una razón, no lo haría porque simplemente se le dio la gana. Ahora que el dragón a muerto la noticia se extenderá por toda la Tierra Media; conozco a Thorin desde hace casi un año, sé qué hará lo que sea para proteger la montaña y que ahora que es probable que tenga la enfermedad del dragón no les dará ni una moneda a los habitantes— dije cruzándome de brazos y muy preocupada.
—Tienes razón, los enanos son tan testarudos que no se les hará entrar en razón y mucho menos a Thorin— dijo Lessa. Nos quedamos por unos minutos en silencio, cada quien dentro de sus pensamientos.
—No tengo un buen presentimiento de todo esto—comentó de la nada Rainiver.
—El aire tiene un aire de guerra—dije.
—Será mejor mantenernos ocupados—dijo Lessa.
—Tienes razón, será mejor que vayas por los mejores guerreros que tenemos en la ciudad, parte ahora. Recuerda traer a Odaleh.
—Pero Ilmarë, no te puedo dejar so...
—No va a estar sola amor, no me voy a despegar de ella hasta que tu vuelvas.
—Pero...
—Pero nada, ahora vete. Estaré bien.
—Okay—tomó uno de los caballos que había ahí y se fue pero no sin antes ver hacia atrás y sonreírnos.
—Será mejor que sigamos las instrucciones de Bardo, no hay que darle una carga más de qué preocuparse.
—Pues andando.

La Estrella a La Derecha (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora