Capítulo 15. Tobillos rotos.

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Capítulo15. Tobillos rotos.

*Varios días después*

Ya habían pasado varios días desde que salimos de mi ciudad, en el camino nos topamos con los orcos, provocando que nos topáramos con un cambia—pieles que al inicio tenía la forma de un oso, nos persiguió y para tener protección, entramos a su casa. Resultó que se llamaba Beorn, era el último de su especie (que había sido casada y atrapada por los orcos), y nos dio caballos y ponis para que pudiéramos llegar al Bosque Negro mientras él nos seguía para asegurarse de que dejáramos libres a sus queridos animales.

Y aquí nos encontrábamos, en la entrada de este bosque tan enfermizo, los enanos estaban quitándole las cosas a los enanos mientras que Lessa, Gandalf y yo entrábamos un poco al camino de los elfos. Gandalf estaba observando una estatua con una enredadera que le cubría todo el cuerpo menos la cara, Lessa estaba viendo con desagrado los árboles pues antes no era así (me refiero a que no tenía tanta magia oscura en el aire, enfermando todo) y yo, pues yo estaba observando el camino que se internaba en la profunda e inmensa oscuridad del bosque, obstruyendo mi vista para poder ver más allá y saber que nos esperaba. Pero, de un momento a otro, por una milésima de segundos el Ojo apareció en mi cabeza. Me volteé a ver a Gandalf, quien le había quitado la enredadera dejando a la vista la marca de Sauron, luego giré mi vista al mago, quien estaba en un tipo trance así que Lessa y yo salimos para reunirnos con la compañía. Luego de un momento a otro (aclaro que todo pasó tan rápido) Gandalf nos dejó diciendo que tenía que atender un asunto más importante que nosotros, tomó el caballo y nos dijo que nunca dejáramos el camino porque si no nunca lo encontraríamos otra vez.

Íbamos caminando por el bosque, caminando en fila india. Creo que Nori era el que iba guiándonos, después varios enanos que platicaban alegremente, después Fili y Kili (con quien no he cruzado palabras desde lo que pasó en el bosque, y tal parece que a Fili le gusta Lessa), después más enanos y en la retaguardia veníamos Lessa y yo.

Seguimos caminando por horas, tal vez por días pero al fin y al cabo, siguieron el camino equivocado y como consecuencia, no lo podremos encontrar. Los enanos no aceptaban eso, así que se pusieron el objetivo de tratar encontrarlo pero como había dicho en un principio, había una clase de hechicería que convertía el aire en un aire pesado, oscuro. Empezamos a caminar hasta que Dori se detuvo a recoger un clase de bolsa diciendo que había enanos en estos bosques, a lo cual Bofur dijo que eran enanos de las Montañas Azules y que esa se parecía a su bolsa de tabaco y Bilbo le "iluminó con su sabia sabiduría" de que era la suya y que estábamos caminando en círculos. Seguimos tratando de buscar una forma de salir de este desgraciado bosque embrujado. Y de un momento a otro, se empezaron a ver telarañas, los enanos empezaron a discutir sobre váyanse a saber qué y para dar más profundo con el clavo, Bilbo no estaba.

Todo era confuso en estos momentos, por un lado tenía la voz sensata que decía que tenía que permanecer cuerda ya que la mayoría de los aquí presentes estaban fuera de lo ya mencionado pero, por otro lado estaba el lado que me decía que me dejara llevarnos lo que ocurría a mi alrededor. Todo empezaba a dar vueltas, el aire me faltaba y cada vez respiraba más entrecortada y rápidamente... ¿Alguna vez han sentido que les ponen una almohada (si es que si se la han puesto... N/A: No ando diciendo que lo hagan, es solo como un ejemplo así que les pido a todas que no lo hagan, si es que lo hacen, o que no lo intente) a tal grado de que no te llega el aire ni aunque abras las fosas nasales lo más grande que puedan o la boca? Pues es así como me sentía, y como ya mencioné, estaba el detalle de que todo daba vueltas, vaya nada más me faltaría estar en ESOS días del mes.

Pero, todo terminó cuando sentí un dolor muy agudo en la parte baja del abdomen, llevándome a una gran oscuridad.

*Varias horas después*


Me sacudían.
No sé si era bueno o malo, así que abrí los ojos. Cuando los abrí me encontré con la colorida y preocupada mirada de mi mejor amiga, que se alivianaron cuando me vio abrir los ojos.
—¿Qué pasó?— pregunté confundida.
—Nada, simplemente que en este preciso momento nos atacan unas arañas gigantes— dijo como si nada.
—Ah, Okay... Espera... ¿¡Qué?!— pregunté exaltada.
—Si, que unas arañas nos...
—Ya sé lo que dijiste... Ayúdame a levantarme, por favor— dije. Se puso levantó, se puso enfrente y me ofreció sus manos. Las tomé, agarré impulso pararme mientras que ella me jalaba, logramos que me pusiera de pie pero sentí un dolor agudo y punzante en el tobillo derecho, provocando que casi me cayera de no haber sido por Lessa, que me sostuvo. En eso, una araña gigante venía a atacarnos pero una flecha (que por cierto me rozó la mejilla, provocando un pequeño rasguño en ésta) la mató. Sorprendida, me volteé a ver a Kili pero él estaba peleando con la espada y nadie más manejaba un arco. Fue ahí cuando se me ocurrió ver hacia arriba, no me sorprendió ver como llegaban los elfos, pero había uno es especial: uno que venía por una cuerda, se deslizó por el suelo matando a la araña y después amenazó a Thorin con el arco y flecha. Era nada más y nada menos que... Legolas... ¿Por qué no? (Noten mi gran sarcasmo).
—Revísenlos— dijo Legolas en élfico. Por lo tanto todos los elfos nos empezaron a revisar menos a mí, ya que cuando el elfo que me iba a revisar vio que estaba lastimada, le avisó a Legolas y éste al saber que yo estaba aquí, se giró rápidamente y se acercó.
—¿Qué te pasó?— preguntó preocupado en élfico.
—No sé, desperté y ya tenía así el tobillo— dije con un hilo de voz, por todo el dolor y las enormes ganas de llorar.
—Legolas, no puede caminar. Se fracturó o rompió, lo que quieras, el tobillo— dijo Lessa, mientras que Rainiver la revisaba, yo estaba apoyada en un árbol.
—Entonces ¿cómo te vamos a poder llevar?— preguntó, más para él mismo que para nosotros.
—Podrías cargarla— comentó Rainiver, que agachó la cabeza apenas y terminó la oración.
—No sería mala idea— dijo Legolas, a lo que yo lo vi con los ojos abiertos como platos— Ven aquí— dijo mientras me tomaba de una pierna y me sujetaba de la espalda para que pudiera subir mi otra pierna. Tenía mi cabeza apoyada en su pecho sintiendo su respiración tan tranquila y escuchando los latidos de su corazón.
—Legolas, Rainiver— les habló uno de los elfos, que había revisado a Thorin entregándoles la espada élfica. Rainiver la tomó y dijo que era de sus ancestros y que era un ladrón, a lo que Thorin respondió que se la habían entregado, Rainiver todo molesto le dijo que no solo era un ladrón sino también un mentiroso.
Luego nos empezaron a llevar hacia los calabozos. Y así anduve, con Legolas cargándome como una princesa o una pareja recién casada, yo que sé.

Cuando llegamos a los calabozos, a Lessa y a mí nos pusieron en la misma celda, nada más que Legolas entró para poder dejarme en el tipo banco que había ahí. Me depositó delicadamente en éste para luego darse la vuelta pero, antes de salir se detuvo, se dio media vuelta y caminó hacia mí. Cuando estuvo a una distancia muy corta me dio un suave pero corto beso, susurrando algo que entendí "te quiero pase lo que pase" pero lo dijo tan bajo que no entendí. Me sonrojé, sonrió y de ahí se fue, cerrando la puerta tras de sí y despedirse con un gesto de mano. Mi amiga nada más me veía sorprendida, pues yo también lo estaba. Luego comenzó a curarme lo del tobillo con su tan preciada magia.


La Estrella a La Derecha (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora