Capítulo 2. Una larga jornada

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Me levanté por el relinchar de los caballos, me di cuenta de que no estaba en la ciudad junto con mi amiga pero luego volvieron los recuerdos de la noche anterior y recordé que estaba en Bolsón Cerrado.

Seguía con mi vestido de la noche pasada, así que decidí ir al baño (pero antes salí por una muda de ropa que tenía guardada en mi bolsa de viaje, siempre traía dos).

Me puse un pantalón negro, unas botas negras, una blusa justa de la cintura y las mangas donde tocan las muñecas y era holgada (era tipo de pirata) y arriba de la blusa traía un chaleco negro. Mi pelo seguía suelto formando unos rulos al final que llegaba hasta la cintura, así que decidí recogerlo en una coleta con un pedazo de cuero que siempre traía conmigo.

Salí del baño y de la casa para volver con mi caballo, era de un blanco puro y tenía los ojos marrones, donde ahí tenía mi arco que era un arco Galadhrim, un regalo de parte del hijo de Thranduil, mis flechas, un par de dagas gemelas y mi espada. Los enanos aun dormían así que saqué un pedazo de lembas y me lo comí.

La compañía fue saliendo en este orden: Thorin, Dwalin, Balin, Gloin, Óin, Ori, Dori, Gandalf, Bifur, Bombur, Fili, Nori, Bofur y Kili (en la noche me tuve que aprender todos y cada uno y a quién le correspondía). Casi todos estaban ya afuera y me vieron preparada, se apuraron y después de que todos estuvieran listos empezamos a cabalgar.

— ¿Ilmarë quieres hacer una apuesta? —me preguntó Fili, el rubiales con dos trenzas en la barba.

— ¿De qué se trataría? —le pregunté, interesada.

—De que si Bilbo vendrá.

—Oh, está bien.

— ¿Entonces...?

— ¿Cuánto a que Bilbo sí viene Fili? —le dije al enano rubio en forma retadora y levantando una de mis cejas.

— ¿Cuánto a que no? —respondió de la misma manera, tratando de alzar una ceja pero cuando trató levantó las dos, provocando que me riera.

—Una bolsita con 100 monedas de oro a que si viene— empecé la apuesta.

—Yo el doble a que no viene—él respondió y dicho eso me guiñó un ojo. Provocando que me riera y yo le sonriera coquetamente, todo en forma de juego.

—Hecho—le dije en tono casual.

—Yo le voy a que si viene—dijo Gandalf.

—200 monedas Gandalf a que no viene—respondió Kili.

—Yo el doble—apostó Gandalf.

—Hecho—contestó el hermano del rubiales, así es, descubrí que son hermanos; al igual que la mayoría de la compañía.

—Voy a hacer dinero fácil, y que bueno pues me estaba quedando ya sin dinero—dije felizmente.

—No te fíes— Kili dijo advirtiéndome.

Seguimos cabalgando y cabalgando hasta que casi llegábamos a Delagua, en serio que los paisajes de por aquí estaban hermosos; todo muy tranquilo y pacífico, demasiado diría yo pero bueno, así son estas gentes para nada acostumbrados a lo nuevo o desconocido. En eso se escuchó un ¡ESPEREN!

—Lo firmé—dijo el mediano orgulloso de sí mismo.

—Todo parece en orden, bienvenido señor Bolsón a la compañía de Thorin Escudo de Roble—dijo un Balin sonriente, mientras doblaba y guardaba el contrato que habían dejado en la casa del mediano apropósito.

—Den le un poni—ordenó indiferente Thorin.

Ya estoy acomodando por grupos a la compañía, Dwalin y Thorin en el club de los amargados; Kili, Fili, Bofur, Balin, Bilbo y Ori son los más simpáticos mientras que los demás son divertidos pero no tanto como el segundo grupo.

Cuando Bilbo escuchó que iba a tener que cabalgar en un poni, había empezado a protestar que él podía seguirnos a pie pero fue interrumpido ya que Fili y Kili lo agarraron por los hombros y lo pusieron en un poni. Él venía cabalgando junto a Gandalf y a mí.

— ¡VAMOS FILI! Paga—le grité a Fili.

— ¿Qué fue eso? —preguntó Bilbo desconcertado.

—Hicieron una apuesta para ver si venías o no, la mayoría dijo que no—contestó Gandalf sin darle importancia.

—Y ¿ustedes? —preguntó dudoso. En ese momento le lanzaron una bolsa a Gandalf y después a mí.

— ¿Creíste que los dos dudábamos de ti? —le pregunté sonriendo.

Después de todo esto, me quedé en la retaguardia, observando todo y a todos; pensando en si podríamos llegar a tener éxito en esta misión. Mis pensamientos se vieron interrumpidos.

—Disculpe, señorita Ilmarë— me habló Ori.

— Por favor, tutéeme— le dije.

—Oh bueno, ¿Me podrías contar sobre ti?

—Bueno, no hay mucho que contar acerca de mí, pero con gusto te contaré una de mis aventuras (y travesuras) que he vivido con mi mejor amiga—le contesté sonriendo cariñosamente.

—Con mucho gusto la escucharé.

—Pues verás, mi nombre es Ilmarë y amo el invierno... Oh, hablando de invierno, hubo una vez en la que mi amiga y yo estábamos con una señora (ya muy pero muy vieja) que nos cuidó un día nada más; pero ese día, cuando fue a buscarnos y salió por la puerta le cayó un montonal de nieve que habíamos puesto ahí. Nos regañaron horrible pero en serio, hubieras visto la cara cuando todo le cayó— dije sonriendo divertida ante tal recuerdo mientras que Ori simplemente estaba a carcajadas, provocando que los demás se voltearan a vernos con cara de "¿Y ahora estos de que cuál se han fumado?"

— ¿Qué es tan gracioso? — preguntó el amargado de Thorin, mejor hay que ponerle gruñón.

—Es que Ilmarë me estaba contando unas de sus tantas travesuras.

— ¿Travesuras? ¿Alguien dijo travesuras? —dijo Kili mientras veía a su hermano de cierta manera en la que solo ellos podían entenderse.

— ¿Ustedes tienen alguna anécdota que contar a todo el grupo?— hablé como si una maestra estuviera frente a su clase.

— ¿Qué si tienen anécdotas? — Me preguntó Balin— Su madre los andaba regañando a cada rato— Kili y Fili vieron mal a Balin mientras yo me carcajeaba.

—Bueno, la mejor travesura que hicimos (y que por cierto, salió mal) fue que pusimos una ardilla en una de las alacenas de nuestra casa, antes de que nuestro tío nos visitara—empezó Fili.

—Y cuando la abrió le cayó la ardilla toda hecha una rabia pero descubrieron que habíamos sido nosotros así que nos castigaron durante un mes sin poder entrenar—dijo mientras toda la compañía (menos ustedes ya saben quién) estaba muriéndose de risa.

Y así pasamos todo lo que quedaba de la tarde, contándonos anécdotas hasta que decidieron descansar en una cueva.

La Estrella a La Derecha (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora