Capítulo 21. El Final.

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Capítulo 21. El final

Guerra.

La guerra me rodeaba; ejércitos de enanos, elfos, orcos y humanos me rodeaban. No tenía ninguna idea de dónde se encontraba Lessa, tenía miedo de que algo le sucediera.

Me encontraba con el corazón excesivamente acelerado por dar mucha guerra y por andar dando estocadas a diestra y siniestra, matando a orcos que se quisieran acercar a mí. Tenía a Rainiver cerca de mí, o más bien, espalda contra espalda, pues así nos protegíamos unos a otros. Lo increíble fue como comenzó todo esto.

Después de haber recibido esa inesperada respuesta de Thorin, pues pensaba que iba a poder recapacitar pero aparentemente estaba muy equivocada, llegó un ejército muy numeroso de enanos y de entre ellos salió un loco enano cabalgando en un jabalí. Escuché que Gandalf y Bilbo conversaban sobre Pie de Hierro pero no les puse atención, mi mirada nada más seguí al enano.
— ¡Buenos días! ¿Cómo están todos?— preguntó cortésmente, oh oh, de seguro va a decir algo muy fuerte, pensé en esos momentos— Tengo una pequeña propuesta si no les molesta darme unos segundos de su tiempo, ¿considerarían irse al carajo?— preguntó; sí, ahí estaba el enano grosero que yo conocía.

Después de todo esto, se empezó una charla entre Dain y Gandalf sobre qué hacer y qué no hacer, que según el enano no se retiraría enfrente de aquel elfo con esa sonrisilla de superioridad y que quién sabe qué más. No puse atención pues mis sentidos se estaban agudizando, sintiendo la oscuridad acercándose, el aire era más pesado y la tierra temblaba, muy poco pero lo hacía.

Fue en ese momento cuando el temblor se hizo mucho más notorio, interrumpiendo la plática, o más bien pelea, de aquellas personas. De la nada, a lo lejos de donde estábamos comenzaron a hacerse hoyos en aquellas pequeñas montañas, dejando rodar cuesta abajo los pedazos rotos. De esos agujeros salieron unos come rocas y seguidos de estos salieron los orcos.

Parecía que los elfos no se arriesgarían a hacer nada, pues una de las formaciones enanas avanzó hacia el frente, alejándose mucho de nuestra ubicación. Los enanos se pusieron en posición de falange, pues tenían los escudos pegados evitando huecos entre cada escudo y además, tenían las lanzas (muy largas por cierto) apuntando hacia los orcos que se acercaban cada vez más. De un momento a otro, los elfos saltaron impresionantemente y atacaron a los orcos, quienes en esos momentos ya estaban excesivamente cerca.

Mi corazón se aceleró mucho, había estado en muchas batallas pero esta me estabas poniendo los pelos de punta y demasiado nerviosa, no podía pensar con mucha claridad en esos momentos, tenía mucho miedo (demasiado diría yo), tenía miedo de la muerte, de perder y ser esclavizada o de perder a alguien que me importara. Inesperadamente, sentí el roce de una mano con la mía, alcé mi vista y me encontré con la mirada de mi mejor amigo, transmitiéndome confianza y seguridad pues notó lo nerviosa que me encontraba, aparte de que me dijo que estaba demasiado pálida.

Después de estar más tranquila, concentrada y en posición de ataque, sentí la presencia de Lessa, alejada pero lo suficientemente cerca para saber que ya estaba llegando a la Ciudad del Valle, eso me tranquilizaba más, en especial al saber que había traído a Odaleh (uno de nuestros mejores guerreros y uno de mis amigos más cercano).

Y aquí es donde nos encontrábamos en estos momentos, luchando en contra del mal (o mejor dicho, en contra de Sauron), protegiendo la bendita montaña, cuyo rey daba mucha pena, pues a pesar de ser fuerte cayó en la enfermedad del dragón, y tratando de proteger nuestra propia vida.

A lo lejos vi como unos gigantes con mazos se acercaban y atacaban a la Ciudad del Valle, ahí se encontraban muchas mujeres y niños de lo que antes era la Ciudad del Lago. Empezaron a abrir agujeros en las fortalezas de la ciudad y por estas entraron los orcos para matar a quien quiera que se les cruzada en el camino.

La Estrella a La Derecha (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora