Capítulo 17. Barriles de contrabando.

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Capítulo17. Barriles de contrabando.

La compañía y las chicas llegaron al lugar donde el barquero siempre recogía los barriles, empezaron a nadar para poder llegar a la orilla, cabe decir que todos estaban extremadamente exhaustos.

Cuando todos se bajaron de los barriles, Ilamrë y Kili se sentaron juntos pero separados en una roca (me refiero a que se sentaron juntos en la misma roca pero se sentaron por distintos lados) sosteniéndose el área donde les había impactado la flecha: Ilmarë se estaba vendando con unas vendas que traía en las botas guardadas por si acaso, pero se empezaron a llenar de sangre mientras que se limpiaba con la blusa toda la sangre y Kili se estaba limpiando con un pedazo de tela.

—Tenemos que llegar a la montaña— dijo Thorin.
—La vi en el Bosque, estamos muy cerca— comentó Bilbo.
—Sí muchacho, pero un lago nos separa de ella— le dijo Balin a Bilbo.
—Debemos entrar a esa montaña antes del día de Durin— dijo Thorin.
—Sería imposible, los orcos nos encontrarían en el día— señaló Dwalin.

Bofur se volteó a ver a Kili y a Ilmarë; el enano tenía una cara de dolor puesto que estaba oprimiendo su herida pero al ver que Bofur lo veía dijo que no era nada mientras que, Ilmarë estaba mucho más pálida de lo normal.

—Ilmarë y Kili necesitan ser vendados— dijo Bofur al ver como sus dos compañeros estaban mal y sangrando.
—A éste paso los orcos nos alcanzarán— dijo Dwalin.
Thorin se veía indeciso cuando finalmente dijo — tiene dos minutos.

Y con lo que pudieron, Dori y Lessa estaban vendando a sus compañeros, preocupados por el estado en el que se encontraban ellos pues los dos estaban en peligro de muerte. Los descendientes de Durin se quedarían sin un heredero y las estrellas se quedarían sin una de ellas (una de las pocas que han muerto) y su luz se extinguiría por siempre en el cielo. Necesitaban Athelas para poder curarlos, así que Lessa empezó a buscar y a buscar por los alrededores pero nada, volvió a donde estaban los enanos que la miraron confundida.

Después de unos momentos, Ori se encontraba sacando el agua que se habían filtrado a sus botas a la orilla de donde estaban cuando de repente, un hombre extraño y desconocido lo amenazo con un enorme arco pero, Dwalin se puso enfrente con una rama, el hombre disparó clavando la flecha en el centro de ésta para luego recargar el arco rápidamente a la par que se volteaba a Kili que le iba a lanzar una piedra pero con la flecha la tiró para luego volver a recargar y apuntar hacia Balin.

—Vuelven a hacerlo, y dense por muertos— dijo amenazadora mente.
—¿Es usted de la ciudad del lago?— preguntó el viejo enano.
—Así es.
—¿De casualidad aquella barcaza está disponible para rentar?
Y así siguieron hablando hasta que consiguieron ir de contrabando con el hombre, prometiendo pagar el doble de la oferta que le habían ofrecido para restársela.

Ilmarë estaba sentada en el suelo recargada contra la orilla del bote, Kili llegó y se sentó junto a ella, sentado se con sumo cuidado y con mucho dolor. Cuando lo logró, accidentalmente le pegó a Ilmarë con el codo y esta, al sentir tal golpe el dolor la invadió por dentro haciendo que pusiera un gesto de dolor.

—Oh, lo siento— trató de disculparse el enano moreno.
—No te preocupes, está bien. ¿A qué venías?
—Venía a disculparme por lo que pasó cuando estábamos cerca es tu ciudad.
—Oh Kili, yo también lo siento. Ninguno de los dos tuvo que decir las cosas que dijo.
—Ya lo sé, pero aun así. Eres mi amiga, y no quería dejar las cosas tal como estaban.
—¿Borrón y cuenta nueva?—le extendió la mano.
—Borrón y cuenta nueva— dijo estrechándola.
—Cambiando de tema, ¿qué pasó con la elfa pelirroja?— dijo Ilmarë pícaramente. Kili se le subió rápidamente la sangre a las mejillas.
—Creo que ahora sí, de verdad, me he enamorado.
—Sabía que encontrarías a alguien.

Y así se la pasaron platicando todo el camino hasta que Bardo (el nombre de aquel extraño) les dijo que se metieran en los barriles, Lessa cambió nada más la altura a la de una enana ya que Ilmarë seguí con la altura. Ellas no pusieron atención a lo que les estaba diciendo Bilbo cuando de un momento a otro, les empezó a caer pescado encima, ambas chicas pensaron que ese olor no se quitaría tan fácil y maldijeron en su interior al barquero.

Durante un buen rato, no escucharon nada. Y de un momento a otro, ambos barriles cayeron al suelo sonando estrepitosamente. Se arrastraron hasta salir completamente y una vez que estuvieron paradas, se sacudieron lo que tenían de pescado; los demás enanos ya estaban afuera haciendo la misma acción de las chicas.

Luego, la compañía se encontraba caminando por las calles de aquella pobre ciudad, hasta que un niño de no más de 13 o 14 años llegó a Bardo y le dijo que estaban vigilando su casa. Al barqueo no le quedó de otra más que hacer que los enanos, hobbit y chicas nadaran debajo de su casa para que subieran por el inodoro.

La idea repugnó a todos pero no tenían de otra así que acataron las órdenes de él y nadaron debajo de la casa de éste, para luego subir con la señal del hijo, que losa ayudó a subir; y una vez arriba las hijas de él les dieron un poco de comida y ropa seca.

La Estrella a La Derecha (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora