Capítulo 11. Confesiones y sentimientos sueltos

2K 97 0
                                    

Inicio de la segunda parte:
El Hobbit: La Desolación de Smaug.

Capítulo11. Confesiones y sentimientos sueltos.

—Creo que hay que tratar esas heridas—dijo Gandalf dirigiéndose hacia Thorin y hacia mí.
—Creo que sí, pero no creo que nuestras medicinas puedan curar las heridas de Ilmarë— dijo Óin, el médico de la compañía.
—Bueno, ¡Ya! ¿No? — dije.— Me están estresando, no son la gran cosa y Les, sabes que eh vivido peores heridas.
–Sí pero teníamos medicinas que aplicaba mientras estabas dormida o mientras estabas inconsciente—dijo Lessa.
— ¡¿QUÉ TÚ QUE?! —dije casi gritando y con cara de sorprendida.
—Ups, creo que no tenía que decir eso—dijo mi querida mejor amiga (noten el sarcasmo).

Todos se habían callado ya que estaban en una situación incómoda y no querían interrumpir, pero por sus expresiones y sus posiciones supuse que estaba empezando a hacer más frío de lo normal, bueno pues es la culpa de Lessa que esté sacando toda mi frustración y los sentimientos que tenía desde hace 150 años ya que es una laaaaaarga historia.

—Bueno, ya tranquila no es la gran cosa—dijo Kili, con un cierto tono que no le estaba dando importancia. Eso fue el colmo.
— ¿Qué no es la gran cosa? —dije exasperada.— ¿Cómo no va a ser la gran cosa?
—Bueno ya, perdón es que no te entiendo— dijo Kili, empezó a elevar la voz.
— ¿Qué no entiendes de mí, qué soy inmortal y no puedo morir, que soy una estrella, que tengo el poder de congelar cosas o que estoy profundamente enamorada de un maldito elfo del Bosque Negro? —dije lo último con la voz quebrada y con las lágrimas al borde.
—Sí, todo eso no lo entiendo y aparte me doy cuenta de que me enamoré de una engreída, egoísta, mentirosa y manipuladora estrella—dijo Kili rojo de la ira.
Nada más sentía como las lágrimas salían de mis ojos como ríos imparables y como mi corazón se rompía en miles de pedacitos por segunda vez en toda mi laaaaaarga vida.
—Ilmarë, yo no...—empezó a decir Kili pero lo interrumpí.
— ¿Sabes qué?, déjalo así—y dicho eso salí corriendo hacia el bosque dejándolo con la palabra en la boca.
— ¡ESPERA! —escuché un grito lejano de Lessa, sabe que no estoy de un buen humor y aparte sabe que hago en situaciones como estas, empezar a congelar cosas a lo loco pudiendo dañar gravemente a quien se interponga en mi camino.

Me detuve porque supuse que ya me había alejado bastante como para poder empezar a desquitarme. Primero comencé dando un grito lanzando el primer rayo hacia un roble; toda la base quedó congelada haciendo que se fuera expandiendo hacia arriba matando a todo ser vivo que estuviera en él. Después, el segundo rayo dio directamente en el centro de un pino pasando lo mismo que pasó con el roble. Luego de 15 minutos, todo lo que me estaba rodeando estaba congelado (árboles y una ardilla) o cubierto ligeramente con escarcha (flores, pastos, algunas hojas, rocas, algunas ardillas y arbustos).

Solamente estaba yo pero escuché que una ramita crujía atrás de mí, volteé. Nada, sólo oscuridad. Pero de la nada sentí como me cubrían la boca y me susurraban al oído "Tranquila, soy yo". Cada palabra me reconfortaba y con un beso se fue alejando poco a poco. Se iba adentrando en la oscuridad del bosque.

—Legolas—dije con una voz ronca. Se volteó y me miró de la forma que tanto amaba, con cariño y amor.
—Mande—dijo con su voz tan delicada y dulce pero firme.
— ¿Me das un abrazo? —le pregunté, extendiendo los brazos.
—Siempre— y dicho eso se acercó y me dio un abrazo, amaba estar en sus brazos ya que me sentía segura y protegida.— ¿Por qué todo está congelado?
—Este...— dije pasando mi mano derecha por mi cabeza.
—Adivino, ¿te dio tu ataque de ira? —dijo en tono burlón y con una sonrisa.
—Pues... sí—dije con la mirada hacia el piso.
—No te preocupes...—fue interrumpido por el crujido de una rama a espaldas nuestras.
—Me tengo que ir—dijo en un susurro.
—No, no te vayas—dije, se escuchó un grito con mi nombre, era la voz de Kili.
— ¿Quién es? —preguntó celoso.
–Un... conocido—dije.
—Me tengo que ir ahora sí—dijo serio, se había enojado.
—Te quiero—dije en un susurro cuando ya se había ido por donde vino.

La Estrella a La Derecha (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora