Toffee: El Último Guerrero de Septarsis - El Legado de Mewni Vol. 1

Capítulo 8 "Un Corazón Perdido"

Después de su largo descanso, Toffee finalmente despertó con algo peludo sobre su cara, notó que era una cría de grifo la que sorprendentemente logró descansar sin tener inconveniente alguno con su hocico; tomó a la cría y la puso en un lado aparte de su cama evitando que se despertara, se levantó y sacó sus cosas de trabajo para empezar a escribir, o eso iba a hacer hasta que Emerald entró desesperadamente a su tienda.

—¡Toffee! ¿has visto a la mascota de Rasticore? Ah, por cierto, buenos días— preguntó mientras recuperaba el aliento —¿mascota? ¿te refieres a la pequeña grifo que traía anoche— Toffee recordó a la cría que su amigo había llevado a noche a la cena, no habían hablado mucho sobre ella y, de hecho, ahora que lo pensaba tampoco sabía si se podía tener una en el campamento.

—Sí, al parecer Rasticore había dejado a la cría dormir al lado de su cama, pero cuando despertó no la vio y está muy preocupado— respondió la septariana dando vueltas por la tienda de Toffee —¿no es esa? — él señaló a la cría que descansaba sobre su cama, efectivamente era lo que su amiga buscaba —sí, debe ser ella...— Emerald fue a la entrada de la tienda y recorrió la cortina.

—¡Rasticore, encontré a tu pequeña mascota escurridiza! — gritó haciendo que el mencionado llegará rápidamente a la tienda de Toffee —¿la encontraste? ¿dónde está? — Rasticore estaba igual o más agitado que Emerald cuando llegó a la tienda, ella señaló a donde estaba la cría durmiendo.

Rasticore lleno de alegría fue hacia la grifo y lentamente la puso sobre sus brazos —ya no me contaste por qué tienes un grifo de mascota, Rasticore— mencionó Toffee viendo como la cría despertaba.

—No es mi mascota, sólo la estoy cuidando porque sus padres... bueno... ellos eh...— Rasticore trataba de elegir las palabras correctas para lo que iba a decir —¿muertos? — interrumpió el otro siendo directo —sí...— la cría comenzó a moverse entre los brazos de Rasticore y luego comenzó a subirse a su cabeza.

—Se quedará conmigo hasta que sea adulta y pueda cuidarse sola— aseguró Rasticore mientras cuidaba que la grifo no se cayera —como sea me voy, tengo que alimentarla, no vemos al rato chicos— el lagarto salió de la tienda y Emerald se giró hacia Toffee.

—Hoy será un día bastante tranquilo así que podemos aprovechar para seguir con el trabajo— ella le guiñó el ojo a Toffee y salió de la tienda para ir por su parte de aquel trabajo. El septariano se sentó en su escritorio, continuó con lo que estaba haciendo mientras esperaba a que Emerald volviera y cuando llegó se sentó junto con él en el mismo escritorio.

Pasaron horas escribiendo y discutiendo sobre sus ideas y pensamientos sobre el tema, sería difícil convencer lo suficiente al Consejo de Septarianos como para que Seth tomara la decisión de intentar una alianza con los mewmanos, pero no perdían mucho con intentarlo. Mientras ambos realizaban aquella tarea, Rasticore se encontraba en alguna parte del campamento entrenando a la cría de grifo, también seguía pensando en un nombre para hacer más sencillas las cosas al momento de dirigirse a ella.

Jason y Angélica hacían lo mismo que el resto, entrenar hasta que llegará la noche; aunque había veces que Jason entrenaba solo, con algún conocido o con el propio Rasticore ya que de vez en cuando surgía una situación que debía ser atendida por Angélica.

Era lo que normalmente sucedía algunos de los días, los soldados entrenaban y si tenían hambre o sed, tendrían que comer algo de sus provisiones o ir a conseguir comida al bosque, debido a la cercanía del campamento con algunas aldeas mewmanas, no siempre tenían éxito al cazar o recolectar algo.

El tiempo pasó, Emerald y Toffee trabajaban juntos en la presentación y hubo un momento en que Angélica, Rasticore y Jason ayudaron un poco. Había días en los que cada uno desde su tienda escribían su parte y había otros en los que se juntaban, aun así no abandonaron el trabajo físico, entrenaban en la mañana y hasta la tarde comenzaban a escribir hasta que el sol bajaba dando lugar a las imponentes lunas que lo reemplazaban durante la noche, ese era el momento en el que ambos iban a sus camas a dormir para al día siguiente continuar con su rutina.