Capítulo 35 "No Hay Tiempo para el Luto"

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El sol salió, iluminando todo el campamento con su luz y resaltando las partes que fueron destruidas por la batalla del día anterior, el viento soplaba con tranquilidad, era como si no quisiera interrumpir el silencioso panorama que el bosque mantenía. Las hojas de los árboles se movían ligeramente por el aire, algunas se caían a una lentitud asombrosa que casi parecía que danzaban en el viento.

Scarlett se había quedado seca, se mantenía apoyada al pecho inerte de John y no quería moverse de ahí. Sofía se quedó abrazada a ella, acompañando a la septariana en su pena.

En cuanto al resto; Seth, Zulie y Elena estaban en la oficina de este, acomodando un par de cosas y discutiendo qué iba pasar ahora que su posición ya era conocida por la reina mewmana.

Toffee y sus amigos, después de lamentarse por un buen rato, bajaron y se quedaron en silencio en los asientos de piedra, esperando a que todos en el ejército despertaran para que Seth comenzara su discurso.

Elena salió de la oficina y empezó a despertar a un par de mewmanos y estos a su vez le ayudaron a despertar a otros, la mewmana fue y le pidió a un grupo de septarianos que fueran despertando a los pocos que quedaban dormidos —el general no puede esperar más, debemos actuar antes de que recibamos otro ataque— explicó y los lagartos parecieron medianamente convencidos, pero hicieron caso. Poco a poco, la cantidad de soldados dormidos disminuyó.

Seth salió de su oficina con ayuda de la bruja, su brazo y cintura estaban recuperados, pero a su pierna todavía le faltaba de la mitad de la pantorrilla hacia abajo —queridos soldados... comprendo que todos estamos pasando por tiempos difíciles, pero necesito de su apoyo para poder salir de este problema, ahora que la reina Butterfly sabe dónde está nuestro campamento, vamos a tener que cambiarnos de lugar...

—¡Esto es culpa de los mewmanos! — exclamó una septariana con fiereza. 

—¡¿Nuestra culpa?! ¡Nosotros somos víctimas de esto tanto como ustedes! — replicó un mewmano con molestia. 

—¡Eso es mentira! Seguramente fueron ustedes los que le revelaron nuestra posición a esa mujer— acusó otro septariano, el primer mewmano se levantó y se acercó a esos dos lagartos acompañado de un par de colegas. 

—¿Por qué lo haríamos? ¡Nosotros perdimos más de lo que ustedes perdieron! ¿creen que es tan fácil para nosotros?

—Soldados, por favor compórtense— ordenó Seth en vano.

—¿Ahora quieres hacerte la víctima de esta situación? ¡Ustedes son traidores por naturaleza! Si pudieran, venderían hasta a su propia madre por cualquier cosa — replicó la septariana. 

—¡¿Disculpa?! ¡Nosotros no somos las bestias de sangre fría aquí! Ustedes los septarianos son incapaces de perdonar.

—Oigan, oigan, regresen a sus lugares, por favor— pidió Elena amablemente.

—Tal vez seamos rencorosos, pero al menos no dejamos a nuestra propia especie a la deriva, nos ayudamos entre nosotros, en cambio, ustedes los mewmanos sólo ven por su bien individual, ¡no les importa a quién tienen que pisotear!

—¡Nosotros no somos así!, ¡¿por qué crees que muchos estamos aquí?!, ¡teníamos una familia que cuidar y ahora nos la han quitado!

—Ustedes sólo están aquí porque al príncipe se le ocurrió que era buena idea reclutar mewmanos como carne de cañón

—¡Eso no es verdad! — exclamó Toffee a lo lejos, se sentía ofendido y preocupado a la vez, nunca había visto a los mewmanos reclutados pelear con los septarianos, pero ahora, parecía que discutían como si dejaran salir todo lo que tenían guardado. 

Toffee: El Último Guerrero de Septarsis - El Legado de Mewni Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora