Capítulo 22 "Tiempos sin Toffee"

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Aviso: este capítulo contiene escenas de violencia leve o moderada así como temáticas sensibles, proceda con precaución.

Más sueños extraños fueron todo lo que Emerald vivió en la noche anterior después de regresar de Septarsis.

Despertó e hizo su rutina diaria; salió a cazar, entrenó con sus amigos, acompañó a John y Sofía a un paseo por el bosque, leyó unos minutos y empezó con sus clases como aprendiz de la bruja Mamá Zulie. Después de aquel día agotador volvió a su cama, pero los sueños extraños seguían ahí.

Emerald notó que había un patrón en lo que soñaba; había fuego, sólo pasaban cosas malas y al final estaba con una figura oscura más alta que ella, aquella figura siempre se disculpaba de una u otra forma. Emerald trataba de entender lo que eso significaba y la única respuesta que recibía por parte de Mamá Zulie era "en algún punto lo entenderás" aquellas palabras no tranquilizaban a la septariana, sólo la hacían preguntarse más y más cosas.

Ella se encontraba leyendo tranquilamente hasta que alguien la interrumpió de forma inesperada.

—Señorita Emerald, tengo una entrega para usted— dijo una voz desde afuera que reconoció en seguida, se acercó y abrió la cortina de su tienda para recibir lo que fuera que le había llegado.

—Buenos días ¿qué hay para mí? — preguntó de manera cortés y con una sonrisa.

El septariano frente a ella sacó una carta de su bolso y se la entregó —es esto, que tenga lindo día señorita— el cartero se despidió y se fue, Emerald ni siquiera pudo regresar la despedida así que se concentró en la carta, en cuanto leyó de quien era sintió como sus mejillas se calentaban y una enorme alegría invadía todo su escamoso ser, era del mismísimo Príncipe de Septarsis y su gran amigo, Toffee.

Conforme Emerald leía sentía como su corazón saltaba de felicidad ya que la mayoría de las noticias eran buenas, era como si tuviera al propio Toffee frente a ella y lo estuviera escuchando. Abrazó la carta con fuerza contra su pecho como si estuviera abrazando al septariano que vio hace tan sólo unos dos días, la guardó junto a unos libros en su vieja mesita y salió de la tienda lista para comenzar un nuevo día y con un buen ánimo.

Por su parte, Jason tuvo problemas sentimentales mientras cuidó de Angélica.

Durante la pelea contra Emma, Angélica perdió su brazo izquierdo y alguien tendría que cuidarla mientras se regeneraba, ese fue Jason. No era que los demás estuvieran indispuestos a cuidar de ella, todos estaban igual de ocupados, pero Jason fue el primero en ofrecerse para cuidarla y nadie se lo negó.

Se encontraban en medio del bosque de regreso al campamento después de una larga caminata puesto que a Angélica no le gustaba estar todo el día encerrada en su tienda, ambos estaban mojados por un accidente que tuvieron en un lago cercano. Llegaron a la tienda de Angélica, ella y Jason compartieron una toalla que ella tenía.

—Debo irme a cambiar, te veo en unos minutos— avisó Jason caminando a la salida.

—¡Espera! — le detuvo Angélica —antes de que te vayas ¿podrías desabrocharme el vestido? — pidió la septariana tratando de actuar con normalidad.

Jason no lo pensó ni un segundo y respondió —e-eh, claro— Angélica se dio la vuelta y apartó su cabello negro para no estorbar a la mano de Jason, él trató de mantener su mirada y su mente apartadas de la situación antes de hacerla más incómoda de lo que ya se sentía.

Los segundos se sintieron como largas horas, pero cuando menos lo esperó, terminó de bajar el cierre y Angélica soltó su cabello y se dio la vuelta. La septariana le agradeció mientras ambos evitaban mirarse a los ojos —¡bien! Te veo en unos minutos— Jason se giró y prácticamente salió corriendo de ahí.

Toffee: El Último Guerrero de Septarsis - El Legado de Mewni Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora