Rasticore, Muuaji y Heinous caminaban en medio del bosque iluminado por el crepúsculo, Heinous estaba nerviosa, había salido de su hogar por una semana entera, su madre definitivamente no estaría feliz.
—¿Estás bien? Pareces preocupada— mencionó Rasticore al verla con la mirada en el suelo.
—Lo estoy, no sé qué me hará mi madre al verme después de desaparecer toda una semana y vestida así, mínimo me encerrará en mi cuarto una semana— Heinous se abrazó a sí misma del miedo.
Rasticore le puso la mano en su hombro para intentar tranquilizarla —oye, no voy a dejarte sola está vez, voy a acompañarte dentro para asegurarme que no te hagan nada y Muuaji va a vigilarte desde lejos y si ve algo malo, ella va a avisarme— afirmó el septariano mientras caminaban.
—¿En serio?
—Sí, quiero asegurarme de que tu madre no te siga haciendo daño, eres muy importante para... nosotros.
—Pero mi madre no me hace daño, digo, sé que puede llegar a ser estricta pero no es para tanto, aprecio que te preocupes por mí y no me molesta que Muuaji venga de vez en cuando a ver como estoy.
—Mira Heinous, tu madre...— Rasticore se detuvo en seco, pensó un poco lo que quería decir ya que era algo delicado —lo que digo es que a veces un castigo puede convertirse en un maltrato, entiendo que tu madre siendo la directora de Santa Olga te pida que te comportes como una dama educada, pero ella también debe entender que no siempre podrás actuar así; a veces tendrás que ser agresiva, brusca, ya sabes... que tengas que...
—¿Comportarme como Emerald?
—¡Sí! Exacto, a veces tendrás que actuar así o actuar como tu misma, lo que digo es que debería ser más tolerante contigo.
—Creo que entiendo, pero mi madre no le será tan fácil entenderlo, literalmente su programación no le permite pensar así.
—¿No puedes reprogramarla? Digo, he visto como reparas algunos de esos robots que cuidan el reformatorio, tal vez podrías hacer lo mismo.
—No puedo hacer eso, es mi madre, tal vez no sea perfecta pero aun... así la quiero.
—Está bien, no puedo obligarte, pero sabes que si necesitas algo puedes llamarme.
—Gracias, lo tomaré en cuenta.
El trío finalmente llegó al enorme castillo gris, Heinous estaba nerviosa, pero estaba decidida a llegar, Rasticore le hizo una seña a su grifo y ella se elevó lejos del septariano. Heinous y Rasticore se acercaron a la entrada trasera por la que ella siempre entraba al regresar del campamento.
—Bienvenida a casa, señorita Heinous— dijo una voz masculina pero amable cuando el dueño de esta abrió la enorme puerta de madera, Rasticore y Heinous entraron y lograron ver a quien abrió, un cyborg bajito y jorobado de piel morada y con un único ojo brillante y amarillo.
Mientras que Rasticore se asustó al verlo, Heinous se alegró —¡Gemini! Me da gusto verte— expresó la chica.
—A mí también me da gusto verla señorita, todo el castillo se preocupó por su desaparición— comentó el pequeño hombre para después desviar su atención al septariano —por cierto ¿quién es él— interrogó señalándolo.
—Rasticore Caosus Desastrovein, soy amigo de la señorita Heinous— se presentó y le tendió la mano, pero el robot le ignoró.
—No es por ser grosero con su invitado, pero debe irse antes de que la directora lo vea.
—¿Tan de mal humor está?
—Así es, lo siento señor lagarto, pero debe de retirarse— ordenó el cyborg con tono autoritario.
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Toffee: El Último Guerrero de Septarsis - El Legado de Mewni Vol. 1
FanfictionCuando la muerte está tan cerca de Toffee, el pasado se hace presente en sus pensamientos haciendo que su deceso no fuera nada más que otro golpe a su orgullo. Intentó demasiadas cosas para lograr el bien de su especie y de los monstruos en general...