Capítulo 18 "Una Madre Sabe Mejor que Nadie"

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Después de la pequeña revolución en el campamento de septarianos, Heinous creyó que sería mejor volver a casa cuanto antes.

Ella y Rasticore recorrieron el bosque hasta llegar al castillo al que ella tanto temía, nunca sabría cuando su madre se había dado cuenta de que salía con ese lagarto y ni todo lo que había hecho fuera de casa, cosas que definitivamente desaprobaría y la castigaría por ello.

Ella y su acompañante se detuvieron en el último árbol antes del corto camino abierto al reformatorio. La mewmana se despidió del monstruo, este le permitió quedarse con su grifo por esa noche, todavía seguía algo pasmada por lo que había visto, intentaba pensar en otra cosa para distraer su mente. Antes de abrir la puerta, llamó a la criatura que la acompañaba, no quería que alguien la viera por ahí acompañándola.

—La ventana de mi cuarto es esa— señaló arriba —alcánzame allá— la grifo asintió y cual gato empezó a escalar la pared clavando sus garras en el concreto, Heinous avanzó a la puerta y la abrió, la habitación estaba oscura y parecía estar solitaria, la chica dio unos pasos al frente y la puerta detrás de ella se cerró con fuerza —¿dónde estuviste jovencita? — preguntó una sombría voz entre la oscuridad, los focos de sus ojos se encendieron apuntando la luz a la chica.

—Ma-madre... eh... yo sólo salí a caminar al bosque, na-nada más— respondió nerviosa, la mujer robot se acercó a ella y alzó su brazo metálico, Heinous esperó una bofetada, pero en cambio sólo sintió la pinza tomar algo de su cabello. 

—Mírate, pareces una pueblerina... y no una decente— comentó mostrándole una ramita que había tomado de su cabeza —ya te he dicho que no te metas mucho en el bosque, podrías perderte o aún peor, podrías arruinar tus vestidos, ya tengo suficiente con que algunas veces llegues manchada de lodo— la androide tomó a Heinous del brazo y la jaló fuera del cuarto. 

—Lo siento madre, es que...

—Mejor date prisa, estás toda sudada, tienes que darte un baño y cambiarte, luego te llevaré a la Cámara de Conformidad en Solitario para que te relajes— Heinous al instante se alertó por la mención de ese lugar, no le gustaba ir y no quería ir. 

—¡¿La Cámara de Conformidad en Solitario?! Pero... pero, madre, no he hecho nada... eh... me he estado comportando bien— afirmó alarmada.

—No te preocupes querida, será algo leve para que recuerdes tus modales y te despejes de lo que sea que estás haciendo en el bosque— replicó Olga girando la perilla del cuarto de Heinous, sentó a la joven frente a un espejo y deshizo su peinado retirando todas las ramas y hojas que tenía —ahora ve y date un baño, iré a tirar esto y luego vendré por tus zapatos y tu vestido para llevarlos a la lavandería, date prisa— su madre salió del cuarto y ella volteó a la ventana notando que ahí estaba la grifo.

Rápidamente abrió y dejó que el animal entrara, la limpió con una toalla y la escondió debajo de su cama, rogándole a la grifo que se mantuviera quieta y en silencio. Se metió al baño y de la forma más rápida que pudo limpió todo su cuerpo y se secó con otra toalla, se puso ropa interior cuando su madre regresó con un vestido colgando de uno de sus brazos robóticos y con su ayuda terminó de vestirse.

Posteriormente la joven se sentó en el tocador y la robot tomó un cepillo —madre... ¿cómo está Max? — preguntó con cierta inquietud en su tono.

—¿El cachorro de cerbero? Está bien, Gemini lo llevó con el veterinario y dijo que está perfectamente sano, cuando crezca será un guardián muy eficiente.

Heinous mostró una corta sonrisa y asintió levemente, al menos tenía buenas noticias después de todo lo que vivió en el día; se quedó callada sin decir nada más, lo que provocó ligeras sospechas en la androide.

Toffee: El Último Guerrero de Septarsis - El Legado de Mewni Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora