CAPITULO 20.

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El juego por las llaves.

Eider Lee.


— ¿Cuando vas a empezar a gritar?—me cuestiona alzando las cejas.— Creí que era un monstruo al que le tenías mucho miedo.

Lanza la toalla sobre la cama y se acerca peligrosamente a mi dirección.
No parece tan a la defensiva como Exael minutos antes, su cabello es mas largo que la última vez, caen mechones sobre su rostro pero dejan ver sus ojos, tal como los recuerdo. Que demuestran la carencia de emociones en su expresión. Siempre tuve esa duda, ¿Es probable que esos ojos consigan mirarse diferente?

Distrae mis pensamientos cuando se dirige a la puerta. Avanza sin prisa. Por un momento tengo la sensación de que se va a marchar sin decir nada más. Y aunque quiera que suceda lo contrario, no me puedo permitir evitarlo, no consigo articular ninguna palabra.
Sin embargo, el cuerpo entero se me eriza cuando escucho que pone el seguro de la puerta.

— Es una pena, Lee.—declara con la voz un poco ronca.— No te irás de aquí hasta que me des tus llaves.

De manera inevitable, lo miro de pies a cabeza. Está más bueno que la última vez que lo miré, pero luce más temerario sin duda. A trabajado en su parte malhumorada, aunque me cuestiono si es que tiene otra parte además de esa.

De repente me invade una tristeza enorme en el pecho. Hace unos meses habría podido abrazarlo, dejar que su aroma llenará por completo mis fosas, poder sentir de nuevo el aroma a Theo Ackerman, quizá estaría escuchando algún insulto de su parte. Si las cosas hubiesen sucedido diferente, definitivamente, este encuentro estaría siendo diferente.

— ¿Cómo has estado?—le pregunto sin saber muy bien que más decir.

Entonces su expresión cambia y su mirada se convierte en el reflejo de la mirada de Exael minutos antes. Me mira con decepción y recelo, como si frente a él solo estuviera una desconocida.

— ¿Enserio me acabas de preguntar esa mierda?

— Bueno, ¿Que más puedo decir?—pregunto sintiéndome más estúpida.

— ¿Que tal lo tuyo con Wilmer?—me pregunta de repente.—¿A valido la pena? Anda, cuéntame los detalles de su gran amor.

Está a tan solo tres pasos de mi.

Lejos, pero no lo suficiente como para no darme cuenta de lo agitada de su respiración.

— Podemos hablar sin discutir Theo.

—¿Que?—pregunta incrédulo.— ¿Tienes miedo que me ponga agresivo?

De nuevo suelto un suspiro.
No quiero que piense que estoy a la defensiva. Y tampoco quiero que se aleje y entonces no tener otra oportunidad más para poder hablar. No sé muy bien las razones, pero siento que quizá, él y yo estamos en este sitio juntos por alguna razón. Y quizá, sino consigo sinceramente con él ahora, tal vez no pueda hacerlo jamás.
Me imaginé esta escena antes, muchas veces quise poder tenerlo en frente mío. De hecho, juro que tenía un diálogo aprendido.

Pero ahora no sé muy bien que decir.

Ahora, con él frente a mi no puedo evitar sentirme pequeña.

LOS CHICOS DE LA ÉLITE ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora