CAPÍTULO 3.

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Mazze Runner

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Mazze Runner

Eider Lee.

Cassandra.

Willa.

Duncan.

Bob.

Mi madre y William.

Entre muchos otros eliminados.

Ahora estoy yo en medio de una batalla campal de pintura, defendiendo la única posibilidad de ganar la recompensa.

¿Qué pasó con William y nuestro maravilloso plan para ganarle a todos? Es sencillo, la causante de su eliminación fue nada más y nada menos que mi madre. Aún con sus dolores de espalda y los problemas de salud adultos, consiguió eliminar a William de la competencia y estuvo a punto de eliminarme a mí.
¿Y que sucedió con ella? Yo la eliminé, estaba molesta porque había arruinado por completo mi plan, y aunque unir nuestras fuerzas habria resultado benéfico para ambas, pudo más mi enojo y con un último golpe de un globo de pintura en su rostro fue eliminada. Ahora esta en mis manos vencer, algo que no resulta tan complicado realmente ya que las personas no son verdaderamente ágiles, aunque no tengo suficiente fe, las cosas siempre se complican cuando creo tener todo bajo control.

Llevo una hora dentro del laberinto, tenemos 20 oportunidades de ser golpeados con pintura y cuando la oportunidad número 20 sucede, suena una trompeta.

— ¡Daniel Benson, eliminado!— Grita Shaun (El alcalde) a través de su micrófono.— Quedan 6 personas dentro del laberinto, ¡Vamos, la noche está llegando! No querrán estar dentro cuando todo se vuelva oscuro.

No dejo de correr en ningún momento, debemos estar dispersos ya que no me he cruzado con nadie desde hace 10 minutos, y si solo quedamos 6 personas significa que el juego está por terminar.

— Millie Van ¡Eliminada! Solo quedan 5 en el laberinto.

Consigo dar una vuelta más antes de escuchar voces externas.
Sé que me encuentro cerca de la salida y eso puede colocarme en el primer lugar. Solamente necesito no encontrarme con nadie más. Me han rociado con pintura 15 veces, y a menos que el contrincante tenga menos posibilidades que yo, puedo perder. No quiero perder.

— Me contaron sobre tí.— Dice una voz masculina detrás mío. Causando mi freno en seco y haciéndome dar media en su dirección.

¡Es que he hecho algo malo Dios!

Tengo mis manos sobre las últimas 7 provisiones de globos con pintura que me quedan. Observo al chico que está frente a mí, no lo conozco y aunque todos hemos sido obligados a usar un ridículo traje blanco que nos hace lucir a todos iguales, el chico luce diferente.

LOS CHICOS DE LA ÉLITE ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora