CAPITULO 9.

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CAPITULO 9.



Decker Collins.


1 caballo.

2 caballos.

3 caballos.

100,000 caballos.

Mierda que no puedo conciliar el sueño.

¿Es que en realidad soy un caso perdido?

Nunca lo he pensado realmente, pero quizá tengan razón.
Mi corazón dejó de latir unos segundos por culpa de mis adiciones y sin embargo estoy aquí, en mi habitación, donde solamente puedo inhalar el aroma de mi desodorante y la marihuana.
Es lo único a lo que tengo acceso debido a que ahora solo soy un sexy chico drogadicto con poco efectivo.

Al menos soy simpático.

Me pongo de pie frente al espejo, no es desagradable lo que veo frente a mis ojos y eso me lleva a una conclusión. Mi problema no es mi aspecto sino más bien la manera en que mis hermanos me han hecho sentir.

No soy solamente el chico que tuvo una sobredosis, o aquel que solo sabe reír por estar sintiendo a cada momento el éxtasis. He estado trabajando en eso al punto en el que he dejado la variedad de drogas y solo consumo un par cuando consigo la manera de hacerlo. Mi ansiedad aumenta cada día y no es de ayuda que a mis hermanos les importe más una chica que ni siquiera conocen que alguien con verdaderos problemas. Sin embargo ir a terapia me ha funcionado. Si no fuera por Rebecca es posible que el mundo me estaría hundiendo.

—¡Decker!—susurra alguien del otro lado de la puerta.—¿Puedo entrar? Soy Matt.

Pienso en si fingir estar dormido es buena idea, sin embargo nadie lo creería, tengo problemas de insomnio desde que nos mudamos a este feo pueblo.

—Entra.

Y no tarda absolutamente nada en hacerlo.

Se deja caer sobre mi cama a pesar de mi mirada asesina que justo ahora le está cortando el cuello.

¿Que mierda quiere ahora?

—West se ha dormido, Jean cerró la puerta de su habitación, Theo me da miedo y me aburre imaginarme una charla con Exael, Eider me agradaba hasta el momento en que él la convirtió en su próximo capricho, así que mi única opción eres tú.—explica.

Suelto un bufido.

Que molesto es que alguien te interrumpa en medio de una crisis existencial. Y no es que Matt me desagrade, en realidad es un chico serio y agradable, pero mi momento de depresión era este y lo ha interrumpido.

—¿Y hablaremos de...?

—Lo que sucedió en la ciudad.—dice con esa expresión suya que tanto detesto mirar.

El reflejo de mi persona frente al espejo cambia cuando escucho eso, paso de ser un chico sexy con depresión en su mirada, a uno con miedo y cientos de secretos que prefiere fingir que no existen.

—¿Te refieres a los vídeos porno de West y los demás?

Pero Matt está convencido de lo que significa aquella oración. Es obvio el tema que desea abordar. Vaya mierda.

LOS CHICOS DE LA ÉLITE ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora