PRÓLOGO.

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PRÓLOGO
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Wester College, Diciembre 19, 2019 10:57 p.m.

Correr jamás fue algo que necesitase hacer con frecuencia, las cosas llegaban a mí, no hacía falta correr por obtener nada, haber pensado eso durante mucho tiempo tal vez era lo que ahora me tenía en esta situación un tanto riesgosa.
Me confíe demasiado, en mí y en todo mi entorno. Incluso llegué a mirarme en la cima, donde nadie nunca alcanza o lástima.

Después de todo la vida estaba dándome un poco de lo mucho que jamás dí, porque sí, nunca hice algo terrible, a pesar de haber subido lo suficientemente alto como para sentirme con poder, jamás quise comportarme como tal. Pero el problema no era lo que hice, si no lo que no hice, lo que yo decidí no hacer.

Por todo eso estoy corriendo ahora.

Gritando.

Extrañando las sensación de tener un cigarrillo entre mis labios.

— No es culpa mía, todos nosotros éramos amigos, pero tú decidiste hacerlo, tú tomaste la decisión de que esto sucediera...

Me detuve detrás de una pila enorme de cajas de cartón, estaba intentando tomar aire sin hacer un mínimo ruido, cubrí mis labios con ambas manos, todas las noches practicando con el saco de boxeo ¿Como se supone que me sirve aquello cuando el contrincante carga con una arma blanca?

Debí practicar otro deporte.

Debí aceptar aquella otra invitación a leer.

Jamás debí venir aquí, por nada del mundo.

— Luchar solamente lo hará difícil, sal y prometo portarme bien. No haré nada en contra tuya.

No.

Eso pensaba antes, cuando escuchar la voz de aquella persona era normal, cuando ese sonido era uno que me relajaba y me brindaba confianza.

Quise forcejear cuando sentí que alguien me sujetaba los brazos por detrás, mi fuerza era bruta, varias personas tuvieron la dicha de confirmarlo, sin embargo no fue suficiente, no en contra de alguien que supo como bloquearme y detenerme.

— Te dije... Luchar es inútil.

— Nunca debí confiar en tí.— Murmuré.

Una sonrisa lobuna se formó en sus labios.— Es una pena que no haya un hasta luego. Morirás, y cuando lo hagas tú irás al paraíso... Lo nuestro será imposible incluso después de esto, porque, yo estaré en el infierno cuando todo termine.

Sabía lo que sucedia, al momento de sentir aquel ardor en la parte baja de mi espalda, cuando se convirtió en una tarea complicada llevar aire a mis pulmones y mis manos sobre mí abdomen sentían el filo de algo atravesarlo, en ese momento lo supe.

Estaba muriendo.

Mirando a mí familia, a mis verdaderos amigos, a quienes ahora llamaba hermanos.

Antes de escuchar gritos y perder por completo la conciencia volví a mirar aquello en mi mente, sus labios sobre los míos moviéndose al ritmo de una melodía desconocida que a pesar de todo resultaba placentera.

A través de la oscuridad observe paz, claridad, un poco de decepción ¿Porque no?, Pude ser mejor que esto. Y a pesar de sentir alrededor mío un líquido espeso y tibio, a pesar de sentir ardor en algunas otras partes de mi cuerpo, me encontraba bien.

Cuando mis ojos se cerraron solo pude verme a mí, al final de aquél callejón, esperando con un cigarrillo en los labios a que aquella persona causante de esto apareciera, porque en algo se había equivocado antes, yo también iría al infierno y estaría esperando su llegada.

LOS CHICOS DE LA ÉLITE ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora