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El espejo

¿Había escuchado bien? ¿Acaso Yoon Gi planeaba fugarse con Ji Min?

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¿Había escuchado bien? ¿Acaso Yoon Gi planeaba fugarse con Ji Min?

— ¿Te has vuelto loco? ¡No puedes hacer eso!

— ¿Quién lo dice? — le respondió Yoon Gi desafiante.

— Sólo piénsalo bien. ¿A dónde podrían huir? ¿Cómo van a sobrevivir? Debe haber otra solución.

Yoon Gi sonrió incrédulo. — ¿Ah sí? ¿Cómo cuál? Nuestros padres jamás aceptarían nuestro amor, son enemigos.

— ¿Y Ji Min aceptaría tu loca idea? Yo creo que deberías aclarar todo con él antes de hacer un movimiento importuno que agrave más la situación de los dos reinos, de la cual te aclaro, aún no sabemos exactamente.

Odiaba cuando Ho Seok tenía razón. Decepcionado se sentó de nuevo en su silla y miró las notas. Debía encontrar una manera de retrasar el matrimonio para poder encontrar una solución.

Sacó una pluma y una hoja en blanco. Escribió su mensaje y lo guardó para que el ave la llevara a Ji Min después de que se sintiera mejor.

...

Tae Hyung ayudaba llevando la comida y vistiendo a Ji Min. La habitación estaba cerrada con llave, sólo ellos dos estaban ahí dentro.

— Lamento que tengas que pasar por esto— le dijo Ji Min culpable mientras se acomodaba sus ropas.

Tae Hyung negó con una pequeña sonrisa cansada en su rostro. —Esto es mejor que estar con los buitres. Soy tu amigo, y estaré ahí para ti cuando me necesites.

Ji Min se giró cuando acabaron, le dio un abrazo muy fuerte a su amigo. Sentía que necesitaba de alguien en ese momento, y que mejor que Tae Hyung. Recordó la forma en que ambos se conocieron por primera vez.

Un centenar de desterrados habían llegado al reino, entre ellos esclavos y fugitivos de otras tierras. Su madre le había dicho que escogiera a uno para ser su sirviente, y en ese momento un chico de cabellos rojos captó su atención. Estaba desnutrido, con harapos como vestimenta, viejos y sucios, y una mirada triste en sus ojos.

Ji Min sintió la necesidad de acoger y proteger a ese pequeño que se veía de su misma edad. Pensó que sería bueno tener un amigo con quien pasar el rato y charlar. Sin duda, no se equivocó al escogerlo.

— Gracias—le susurró con cariño.

Tae Hyung le dio palmadas en el rostro. — ¿Qué pasa? ¿Me extrañaste mucho en la torre?

— ¡Mucho! — le abrazó más fuerte y lo alzó del suelo de forma juguetona.

Así como él deseaba la libertad, pensaba que su amigo también lo hacía.

— Tae, cuando me convierta en rey, te dejaré libre— le miró con una enorme sonrisa, pero por dentro sentía pesar ante la idea de dejar a su amigo ir. Sin embargo, se decía que era lo correcto, pues sería egoísta de su parte pedirle que se quedara con él por siempre.

THE CURSED PRINCE, VOL. I (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora