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Prisioneros

Ji Min llegó al bosque buscando a Yoon Gi alrededor, terminando en el gran árbol en caso de que el chico aun estuviera ahí. Se sintió aliviado de haber llegado antes que Malefic. Observó su entorno y notó que el gran árbol tenía unas cuantas hojas secas, algo extraño debido a que nunca se había visto tal cosa.

— Volviste…

Con esa voz, el príncipe se dio vuelta y se encontró con Yoon Gi parado detrás de él, apoyado en una de las grandes raíces del árbol. Le miraba lleno de añoranza, poco a poco se le fue acercando sin apartar sus ojos de él.

Ji Min no lo entendía, Yoon Gi se había marchado rápidamente la última vez que lo vio temiendo que la guardia de Emerald lo atrapara. ¿Por qué permanecía aun ahí?

— Pensé que te habías ido.

— Supe que volverías, así que te esperé— se detuvo frente a Ji Min sin dejar de lado su expresión.

Yoon Gi le abrazó y le susurró muchas veces cuanto lo quería y que no podía estar sin él, por esa razón había vuelto.

— Ven conmigo Morgan, vamos a un lugar donde nadie nos encuentre.

Ji Min encontraba todo muy extraño, desde el momento en que lo vio hasta que lo escuchó decir esa última frase. Frunció el ceño y apartó a Yoon Gi de su persona, logrando que la espalda del chico chocara abruptamente con el tronco del árbol. Lo sujetó del cuello y lo levantó un poco.

— ¿Quién demonios eres?

Yoon Gi sonrió incrédulo. — ¿De qué hablas? ¡Soy yo!

— ¡Es mentira! Yoon Gi jamás me llamó Morgan. ¿Quién te envió? ¿Dónde está Yoon Gi?

La expresión de Yoon Gi se oscureció, se fue contra él y lo tumbó al suelo, seguido sacó su espada y la colocó cerca de la garganta de Ji Min.

— Mírame bien, claro que soy yo. Simplemente te usé, todo fue mentira. Mi único propósito es acabar contigo y tu reino del terror.

Ji Min mantenía alejada la espada con todas sus fuerzas mientras miraba a los ojos enrojecidos de Yoon Gi. No podía atacarlo directamente dado que temía que ese fuera el verdadero cuerpo de Yoon Gi poseído por algún hechizo.

— ¿En verdad creíste que me iría contigo? Jamás amaría al hijo de una malvada bruja, es asqueroso.

Las fuerzas de Ji Min fueron disminuyendo con cada horrible insulto que Yoon Gi le decía. Ese no era el que conocía, ¿entonces porque sus palabras le afectaban tanto?

La sangre en las palmas de sus manos escurría por sus brazos debido a los cortes de la espada.

No, no debía dejarse engañar.

Una patada alejó a Yoon Gi, su cuerpo cayó al suelo y quedó inmóvil. Ji Min miró a quien le había salvado, era Tae Hyung. Paralizado aun por el estupor, el otro lo ayudó a levantarse y le revisó.

— ¡¿Estás bien?! ¡Mira tus manos, estás sangrando!

Ji Min le detuvo. — ¡¿Qué haces aquí?! ¡Debiste irte!— le tomó de su mano preocupado.

THE CURSED PRINCE, VOL. I (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora