THE CURSED PRINCE, VOL. I (YoonMin)

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Lo mataré...

Atacaremos lo que más le duele, a su preciado hijo...

El rey repasaba una y otra vez las palabras del hada, tomándolas casi como una sugerencia perfecta. Morgana les había atacado de la nada jurando dañar a su princesa. ¿Por qué no castigarla de la misma forma? Era justo hacerla pagar.

Ahora que lo pensaba bien, era un milagro que su hija no hubiera sido maldecida por tal horrible hechizo, y en cambio, quien lo estuviera pagando fuera el príncipe Min. Parecía que era obra del destino, quien quería que su amada Rosé siguiera viva y feliz. Era el castigo perfecto para el príncipe, quien jugó con los sentimientos de su hija y los traicionó por un momento de lujuria. Así lo veía el rey Fargus.

¿Qué más daba si el príncipe moría? ¡Mataba tres pájaros de un tiro! A Morgana, su mayor enemiga, al hijo de esta, que no era más que una basura igual que su madre, y de paso al rebelde príncipe. Este último había sido sinceramente una molestia para él desde que lo conoció. Sabía que no era el indicado para su hija, pero aun así lo aceptó por los tratos políticos muy beneficiosos con Liriol, necesitaba de su ejército y riqueza mineral. No podía eliminar todo su esfuerzo así como si nada.

— ¡Por supuesto! ¡Luna! — dijo sorprendido por tal hallazgo del que antes no se dio cuenta—. Mi hija podrá casarse con el príncipe de Luna. ¡Ellos tienen más poder que cualquier reino junto al nuestro!

La idea era fantástica, su bella Rosé casada con el heredero de Luna, la unión de ambos reinos, la nueva era que crearían, todo se veía magnifico. Pero antes de eso, tenía que deshacerse de sus obstáculos...

Mientras divagaba en tan grandioso sueño, unos toques a su puerta le llamaron. Dio su permiso y pronto entraron los reyes de Liriol. Su sonrisa se desvaneció en cuanto los vio, les dio una fría mirada.

— ¿Qué es lo que quieren? —su forma de hablar pudo haber sonado grosera y tosca, pero no podía hacer nada para cambiarlo y tratarlos como si nada hubiera sucedido.

El rey Han Seo fue quien dio un paso al frente para responderle a quien creyó su amigo antes. —Por favor, su majestad, reconsidere la orden contra mi hijo.

— ¿Qué? — contestó estupefacto y con una sonrisa de burla—. ¿No quieres que le dé el castigo que se merece?

— No, sé que hizo mal, pero creo que hay otras maneras de resolverlo. No perdono sus actos, pero eso no significa que deba verlo sufrir de esta forma. Por favor, su majestad, por la amistad que tuvimos antes...

Fargus suspiró cansado. — Y es por esa amistad que su traición me duele más. Confié en ustedes y en su hijo para cuidar a mi hija, ¿y así me pagan? ¿Puedo seguir confiando en ustedes después de esto? ¡No sólo me traicionaron a mí, sino a todo el reino de Emerald! Un simple por favor o perdón no solucionarán todo lo que han causado. Gracias por hacerme ver como un inepto padre que no sabe cuidar a su hija y como un irresponsable rey que no sabe escoger a sus aliados.

— ¡Pero...!— el rey Han Seo quiso decir más, pero fue cortado por las siguientes palabras del otro.

— ¡Si tanto defienden a su hijo, entonces acompáñenlo en el castigo!

Ante la reacción aturdida de los reyes de Liriol, el rey Fargus ordenó que fueran puestos bajo arresto en su habitación, sin derecho a visita y junto a sus sirvientes.

— ¡De acuerdo, haz lo que quieras! ¡Pero si te atreves a lastimar a mi hijo, entonces olvídate de nuestro trato! ¡Consíguete a alguien más que pague tus caprichos! ¡Esto no se va a quedar así!— le amenazó el rey Han Seo con mucho enojo antes ser arrastrado fuera por los guardias de Fargus.